Capítulo 26

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(Nathanael)

Todo seguía cambiando y estaba bien, no quería poner control en la situación. Lo último solo terminaba estresándome, sin embargo, era una manía que generé con el tiempo. No era fácil desprenderme de ella.

Si ejercía control, posiblemente, todo iría en contra de la corriente y me terminaría arrepintiendo, como siempre, y deseaba cosas distantes con el Año Nuevo.

Por eso intenté poner límites, todavía fallaba, pero era un comienzo. Si empezaba ahora, tendría mejores resultados el próximo año. Serían casi unos meses de práctica, aunque temía decepcionarme a mí mismo.

Me encapriché con la venganza, que no le preste la atención a lo demás, no más de lo necesario. ¿Cómo podía reponer todo? Era una pregunta que se repetía en mi mente. No podía recuperar el tiempo, pero quizás tratar de recompensarlos.

Por una razón, sentía que me perdí de muchos detalles. Pues Verónica formalizó con mi mejor amigo, Ethan se unió a un club, Efraín se iría a Europa en las vacaciones, entre otras cosas.

Es decir, conocía todo por encima, pero nunca ofrecí la importancia que merecían. Incluso al inicio con Efraín, mis intentos para incluirlo a mi grupo no fueron suficientes y aunque lo defendía ante los demás. Debía aspirar a más, especialmente porque se trababa de él. Con su confesión, lo que decían los otros, fue certero.

Creo que una parte de mí lo sabía cuándo lo empecé a semejar con Arthur. Sin embargo, no había punto de comparación. Al principio, quería buscar al susodicho en Efraín. Como si habláramos de un remplazo, pero me distancié de aquella idea.

Él era cálido, agradable y atractivo.

No sabía exactamente cuáles eran mis sentimientos por él. No se parecían a los que tenía por Arthur. El amor mutuo que nos teníamos era ininteligible.

Claro. Ambos lados poseíamos un punto lógico, sin embargo, las situaciones que había vivido generaban que viera mis diferencias emocionales desde una perspectiva distinta a la corriente.

¡Qué frustrante!

La dicha de un día que transcurría lentamente por el tiempo estacionario me pedía a gritos escuchar su verdadera voz.

De tal manera sabía que hacer comparaciones no estaba bien, pero en su momento, creía que era la opción adecuada. No entendía excusas.

No comprendía por qué mi corazón anhelaba el dolor abrumador de un pasado teniendo en sus brazos la adrenalina de un genuino beso.

Temía a un amor sano, me aterraba una experiencia que no era familiar, no había esa pasión caótica que tenía con Arthur y me aburría, en parte, cuando nos imaginaba juntos. ¿Cómo podía prepararme ante algo que era nuevo?

No quería ser herido. Tampoco deseaba cerrarme a las posibilidades, pero si era lastimado con una técnica nueva, ¿cómo podría sobrellevarlo? Me había acostumbrado tanto a un amor que no merecía, que era lo único que aceptaba de vuelta en mi vida.

Por eso lo invité a Central Park, era fácil venir por los trenes y el clima era conveniente. Estaba soleado, pero el cielo se encontraba nublado, así que el ambiente templado era ideal para hablar.

No nos habíamos visto hace dos días y había llegado medía hora temprano. Me encontraba parado cerca de un roble, que me traía recuerdos que debía enterrar antes de avanzar.

No lo negaría. Por lo que entendía, sanar no era un progreso lineal. Era como una montaña rusa y lo importante era seguir moviéndose, sin quedar petrificado por caídas. Pese a ello, era más fácil decirlo que ejecutarlo.

Al final, reconocía que estaba roto, en algún punto también fui responsable de mi estado actual. Si no hubiera vuelto, si hubiera seguido en terapia, si no hubiera manipulado a mi familia, no me encontraría en esta posición, con un corazón dividido en dos, que carecía de voluntad. Sin embargo, no era momento de arrepentimientos y él se acercaba.

Con su sonrisa típica, la que me enseñaba confianza, una sonrisa que me pertenecía y por distintas razones, nunca pude apreciar cómo debía.

¿Cómo pude ser tan ciego?

Aún me sonreía, sin importar mi reacción ambigua de hace días, sin importar los fantasmas que traía en el pasado y me parecía hermoso. Él me ofrecía un amor sincero, donde solo había torbellinos funcionales, más no estables.

-¿Cómo has estado? -Pregunté con una sonrisa, su alegría era contagiosa y no quería seguir fingiendo.

-Nada mal. -Suspiró. -Solo un poco nervioso después de nuestra última conversación. Sé que por mensajes dijiste que estaba bien, pero mi intuición no me dejaba tranquilo.

Inhalé, exhalé y miré al cielo antes de continuar. Ya no debía seguir mintiéndome, ¿qué ganaba con el auto sabotaje?

-En un parque Arthur se me declaró, ¿sabías?

Pregunté sin la intención de herirlo, pero debía sacármelo del pecho, antes de responder a sus sentimientos.

Negó con pesadez, pero mantuve una sonrisa cálida, no podía culparlo su reacción, pues parecía que lo hacía apropósito.

-No me malentiendas. -Exclamé. -Es cómo recorrer esa línea del pasado, pero con la mentalidad de evitar volver a ella.

-¿Por qué lo dices?

-Porque podría caminar a tu lado, pero mi brújula no mantiene un norte fijo.

-¿No serías capaz de prometerlo? -Cuestionó, sin tener miedo a la respuesta. Ya la sabíamos, no era capaz de entregarle mi corazón, cuando había piezas que le pertenecían a otro.

-No. -Afirmé y su mirada se nubló. -No Efraín, no es lo que piensas. -Me acerqué y lo abracé, aun muriéndome de los nervios. -Te quiero y te besaría en este momento, pero no te puedo mentir. -Solté par de lágrimas. -A ti no te puedo engañar, eres magnífico y no puedo darte mi corazón, no como quieres en el momento.

-¿Siempre ganará Arthur? -Susurró aferrándose a mí, como si fuera la última vez que me tocaría y ahogué un gritó de frustración.

-No lo veas así. -Dije acariciando su espalda y poniendo mi cabeza en su corazón. Latía a la par del mío, como si estuvieran conectados. -Primero debo encontrarme a mí mismo, luego de eso; iré por ti, si aún me quieres en tu vida.

-Júramelo, Nathanael Connors. -Demandó. -Por favor, promételo y volveré a ti.

-Te lo juro, Efraín, nuestros caminos siempre estarán entrelazados. -Murmuré en su pecho y dejé mi cuerpo caer. Empezó a llover, pero no nos interesó, queríamos prolongar el tacto, antes de la inevitable despedida.

Polos Opuestos [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora