(Arthur)
Era miércoles. Había decidido no ir al instituto durante dos días, pero hoy fue la excepción. Mi padre ya se estaba alterando y no quería comenzar este semestre con moretones. Por eso, llegué temprano, y mis amigos no se encontraban en la escuela. La secundaria me generaba sentimientos encontrados.
Yo sería el capitán del equipo de baloncesto de primer año. Lo que significaba ser popular, recibir trato especial y ser libre de errar sin miedo a las consecuencias. Jerry, mi padre, admiraba mi autoridad.
Amaba mi estatus social, pero la presión era detestable. Mis horas de entrenamiento siempre eran tres diarias, y mi padre esperaba perfección en mis juegos locales. Por otro lado, mi madre era flexible y me permitía mantener un promedio mínimo.
Ambos se complementaban, pero temía decepcionarlos; ya que, en ocasiones, cumplir con sus expectativas no era suficiente. Eso traía consecuencias que prefería ignorar.
Ya habían pasado tres horas. Me encontraba en clase de literatura, y como imaginaba, mi grupo no se presentó. Lo que quería decir que no estarían aquí hasta la próxima semana.
La profesora hablaba de cómo usar las comas, pero realmente no me interesaba. Como mínimo, ya sabía hablar y mi ortografía era entendible, no esperaba más de mí.
—¿Alguien puede decirme cómo se utiliza la coma vocativa?
Nadie contestó. Me reí para mis adentros, su cara de frustración era obvia. Casi nadie estaba tomando en serio su enseñanza.
—Sr. Jean, ¿puede iluminar a sus compañeros?
"No puedo. Ni siquiera presté atención", exclamé. Ella me dedicó una mirada frustrada mientras mis compañeros se reían. A pesar de eso, otro estudiante intervino.
—Yo puedo contestar la pregunta.
Por alguna razón, su voz me resultaba familiar. Tenía varios piercings, pero su septum resaltaba entre todos. Su cabello era largo y rizado, se veía bien cuidado, como su rostro, que estaba libre de acné y marcas. Sin embargo, todavía no lograba recordar quién era.
La profesora le dio permiso para participar.
—Es la coma que se usa al nombrar a alguien. De esta forma, creamos una división en la oración. —Dijo con orgullo y me lanzó una mirada condescendiente. Me sorprendió, ya que ni siquiera nos conocíamos.
—Así es como debe comportarse un alumno. Gracias por su participación, Sr. Connors.
—Es un placer. Siempre hay que ejercitar todos los músculos, incluso el cerebro. —Afirmó engreído mientras la profesora sonreía levemente. Ya sabía que sería el favorito.
"¿Connor? ¿Familia de N?", pensé, pero no podía ser. Ellos se habían mudado de la ciudad hace años. Además, la apariencia de este chico era opuesta a la de Nathanael.
Su cabello era negro, mientras que el de Nathanael era castaño claro. Incluso, la actitud burlona y condescendiente que experimenté era diferente a la de Nathanael.
Posiblemente, era solo un chico nuevo que quería destacar y llamar la atención. Sin embargo, no iba a lograrlo. En esta vida había cometido muchos errores y quería que este fuera un comienzo menos caótico, pero si me provocaban, no contendría mi comportamiento.
Desde que Nathanael había desaparecido de mi vida, mi padre quedó complacido y su abuso disminuyó. Mi madre nunca lo cuestionaba, así que no valía de nada quejarme. Solo empeoraría la situación.
Lo mismo pasó con Efraín; con el tiempo, desapareció, y como me tenía bloqueado en todas las redes sociales, no podía enterarme de mucho.
Dado que cuando se generó el conflicto, nuestras familias se separaron y cortaron lazos. Aunque a mis padres no les afectó de golpe.
Mi madre se mantenía melancólica, pero a distancia por razones obvias. Ella era ama de casa y Jerry, un asesor legal, aunque su entendimiento de los derechos se cegaba por sus prejuicios.
Ahora me encontraba en la cafetería, que estaba llena de estudiantes. Tenía dos pisos. Yo seguía en el primero persiguiendo a alguien con la mirada. Connors estaba acompañado de otra persona llamada Ethan. Lo había conocido en matemáticas. Según lo que me contó, se le daba bien la materia y le gustaba ayudar a los demás. Cabe recalcar que era nuevo en la zona; sus padres eran originarios de Pennsylvania.
Ahora se acercaban e iba a aprovechar mi oportunidad.
—¡Oye, Ethan! —, Casi grité. —Preséntame a tu amigo.
—No creo que sea apropiado. —Confesó sin devolverme la mirada. Parecía concentrado en su conversación.
—¿Por qué? A mí me gusta hacer amigos.
—No hay necesidad de presentar a personas que se conocen, Arthur. —Me dijo con la misma actitud prepotente de la clase.
—¿A qué te refieres? —Cuestioné sin quitarle la mirada de encima.
—Nos conocemos, cariño. Me duele que no me recuerdes.
Dios, su actuación era pésima. ¿Estaba tratando de burlarse de mí? Ya era la segunda vez en el día, y me estaba cabreando. Lo miré con el ceño fruncido.
—¿Te comió la lengua el gato? —Soltó mientras se acomodaba la coleta, como si no le importara en lo absoluto el ambiente tenso que se estaba formando.
—Solo pensaba en quién podrías ser.
—¿Necesitas ayuda? —Preguntó con un tono condescendiente. —Digo, como en la clase. No quisiera que me malinterpretes.
—No creo que valga la pena. —Respondí para irme. Necesitaba respirar, este niño no me sacaría de mis casillas en mi primer día. Sería como romper mi récord.
—¡Nos vemos! —Exclamó con felicidad. Dándome a entender que cumplió su cometido y yo, caí como pez en un anzuelo.
"Menudo almuerzo, Nath nunca actuaría de esa forma", pensé mientras caminaba a casa.
Pedí una salida temprana con la excusa de que tenía fiebre. Mi madre se preocuparía. A pesar de eso, era un problema manejable. En cambio, ese chico seguía en mi mente. Me dejó con preguntas. ¿Fue mi karma? Tampoco negaba que le había hecho lo mismo a otras personas en el pasado.
Dios, se supone que iba a estar en la jerarquía escolar. Debía comportarme como tal; cuando llegaran mis amigos, Connors tendría su primera advertencia. No dejaría pasar la humillación, no es como si dejar a un extraño tratarme así fuera una opción.
Mi padre crio a un hombre, y si él quería jugar con fuego, le enseñaría cómo es quemarse sin obtener cenizas a cambio.
(***)
Ya era tarde. Mi madre no estaba cuando llegué, pero la cena estaba hecha. Así que comí, tomé un baño rápido y me encerré a jugar videojuegos. Me gustaban los juegos de acción y los mundos abiertos de fantasía eran mi obsesión.
"Pensando en Nathanael, prefería los RPG", por alguna razón me vino a la mente. A veces pensaba en él y en lo que pasó. Sin embargo, lo había dejado en el pasado. Ya no existían posibilidades de cambios, y no podía decir que me arrepentía. En el momento, fueron las decisiones que consideré correctas, ya que necesitaba sobrevivir.
Sin embargo, el chico de la mañana me puso melancólico. Por dentro extrañaba a Nath. Me hizo feliz en su época, y por eso, quise hacer las cosas diferentes. No quería repetir el mismo error dos veces.
—Hola, ¿estás bien? —Me preguntó mi madre, quien entró a mi habitación sin autorización, tocar o avisar, como era de costumbre.
—Estoy bien. Solo tuve un día pesado. —Contesté, devolviéndole la sonrisa cálida que me ofreció.
—Las cosas, mañana, estarán mejor. Sé positivo.
Asentí. La calidez de ella a veces me calmaba. Solo me quedaba manifestar tranquilidad, evadir mi problemita y dar lo máximo en mis prácticas. Comenzaban el próximo lunes, las pospusieron por la ausencia de varios estudiantes. El director deseaba que todos estuvieran al corriente de la temporada, oportunidades y otras cosas.
A mí me gustaría obtener una beca atlética para la universidad. De esta forma, podía irme de mi hogar y ser libre de mi padre. No lo odiaba. Lo resentía, sin embargo, su forma de ser de una forma u otra me transformó.
¿Qué tan perjudicial sería?
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Polos Opuestos [BL]
Romance¿Recuerdas alguno de tus amores de preparatoria? Mi abuela siempre decía que los amores de preparatoria eran inocentes y una parte importante de nuestro desarrollo. Desafortunadamente, mi experiencia no fue tan ideal. Cuando conocí a Arthur, mi vida...