Capítulo 4: Cazadora, no presa

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Capítulo 4

Cazadora, no presa


ALESHA

A veces el acceso libre al invernadero no era suficiente para que Alesha lograra cumplir su objetivo con ciertas pociones y requería de contactar viejos comerciantes que sabía le proporcionarían materiales que necesitaba.

Claro que no podía pedirle a cualquiera de elles que simplemente entrara a la academia a dejarle el paquete, cuando no era algo obtenido por los métodos más legales.

Recibió la caja del momoy, una especie de duende originaria de Venezuela, y revisó su contenido comprobando que estuviera ahí la saliva de dragón que tanto buscaba. Aparentemente, el demonio de España sí era de fiar, pues —un poco tarde, pero seguro— le envió el producto sin cobrar, lo cual era un alivio teniendo en cuenta que la bruja pensaba que le había robado su dinero luego de desaparecer aquella vez.

El momoy no hizo más que un movimiento de cabeza y corrió para regresar por donde vino, entre el bosque de los alrededores de la institución. Alesha no se detuvo a observar su camino y se dio vuelta para seguir sus pasos hacia el edificio, no estaba muy alejada de la entrada, pero una voz cercana la hizo detenerse.

Buscó la voz entre los arbustos. No tenía que hacerlo, no era su asunto, pero algo la movió a seguir caminando hasta toparse con el mismo momoy hablando con una figura de baja estatura. Una alarma sonaba en su cabeza diciendo que no debía seguir mirando, mientras la persona le daba lo que parecía ser dinero y el momoy emprendía su camino de ida, finalmente.

Cómo debió haber escuchado la alarma.

Un frío le heló el cuerpo cuando la figura se dio vuelta para revelar al vampiro que usualmente acompañaba a Jaehyeon. Esa cosa.

Esa cosa que tenía el rostro y blanca camisa cubiertos de sangre como si viniese de una carnicería y hubiera cortado la carne con los dientes. Aunque imaginaba que el escenario no era muy distinto.

Debía irse, debía irse ahora, pero la escena ante sus ojos bloqueaba todo pensamiento crítico en su cerebro. El vampiro limpió la comisura de sus labios, como si eso fuera a aligerar el desastre que era, y chupó su dedo como quien se limpia un poco de salsa del almuerzo.

No no no, maldijo a sus pies que no respondían y maldijo aún más cuando la mirada del color de la sangre en su ropa se conectó con la suya.

El vampiro entrecerró los ojos, frunciendo el ceño en disgusto al verla. Bueno, algo era mutuo.

—¿Qué mierda haces aquí? ¿Me estás siguiendo?

Alesha intentó hablar, decirle que cómo podría seguir a un ser tan asqueroso, pero las palabras caían muertas no más allá de su garganta.

Analizó a la magoi de arriba abajo, con ¿inseguridad? de avanzar en su dirección —Ya aléjate de mí de una maldita vez —murmuró— y de él.

La bruja vio al vampiro clavar sus uñas en sus palmas, pero no en un gesto de inseguridad, sino más bien de contención. Los ojos de iris escarlata brillaban con odio, ira, pero aún así siguió su camino hacia un lado, casi pasándola de largo.

—Yo no te estoy siguiendo.

Estúpida.

Cerró sus ojos al escuchar los pasos firmes volver sobre las ramas del suelo, ahora un poco más cerca. La bruja tragó fuerte.

—Tampoco lo sigo a él, que quede claro —merecía una felicitación por lograr articular eso sin temblor en su voz.

Su acompañante soltó aire en algo cercano a una risa, y a esa distancia podía notar que también había sangre seca en los cabellos blancos.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1 - LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora