Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1 - LGBT]

Capítulo 33: Una gota en un tsunami

Capítulo 33

Una gota en un tsunami

TAESUNG

En psicología existe el término llamado adaptabilidad funcional, que representa cómo alguien se adapta a las demandas de la vida para afrontarlas. Eso se liga con el trauma, y con las dificultades de todos los días. No todes lograban adaptarse a sus circunstancias, o encajar con algunas cosas y aislar otras.

Taesung se había adaptado a vivir como un Kwon, con las expectativas en un hombro y sus fallos en el otro, a tener a Alesha a su lado y dormir con la luz prendida. Luego a estudiar y comer el almuerzo cada día en el comedor, y el aire frío de Mérida que le ponía rosada la nariz al salir. Y a Jaehyeon a su alrededor.

Esta vez los papeles se habían invertido, y era el kumiho quien cuidaba de los magoi, de nuevo. Habían pasado cuatro días desde que encontraron a Nora, y todo había sido complicado.

Alesha necesitó una transfusión de sangre al llegar a la academia, porque había perdido tanta cantidad que estaba en un estado crítico. Además de que un grupo de elfos tuvo que venir para intervenir con magia curativa, puesto que su hombro quedó desgarrado. Por poco fue una zona importante del cuello. Definitivamente aún no era su momento de morir, porque más bien corrió con demasiada suerte.

Jaehyeon le había conseguido un permiso a Alesha para aplazar sus exámenes y tareas por un plazo indefinido. También consiguió uno para Taesung. No sabía qué tanta influencia tenía sobre Tamanaco para conseguir esas cosas, pero ya se había acostumbrado. Adaptabilidad funcional.

Jaehyeon abrió la puerta de su cuarto, Taesung estaba leyendo el material para su próximo parcial mientras esperaba por él. Quería estar al día, de todas formas, con sus tareas. Mientras pudiera.

El kumiho entró con tres envases de comida y una bolsa plástica. Cerró la puerta con suavidad tras de sí. Alesha dormía en su cama, con las sábanas hasta el mentón.

Jaehyeon se sentó a su lado —¿Cuánto lleva durmiendo?

—Doce horas —Alesha había estado a penas despierta desde que la encontraron en la cueva. Al principio había sido por la pérdida de sangre, hasta que el cuerpo se recuperara. Después había sido la mente de Alesha, su mecanismo de defensa para lidiar con el trauma—. Debería despertarla.

—Comamos primero —le extendió uno de los envases, tenía arroz con cerdo, vegetales salteados, salsa y un refresco. Jaehyeon comía lo mismo, y había traído un vaso de chicha.

Taesung miraba a Alesha, decir que estaba preocupado era poco. Ya sabía cómo tratar con ella cuando tenía pesadillas, o comenzaba su pánico. Pero no esto, no sabía qué hacer.

—¿Todes murieron?

Jaehyeon asintió —Y sus cuerpos secos de magia.

La comida le cayó pesada en el estómago, debía apurarse con los portales si quería ayudar. Debían encontrar una solución.

—Tengo miedo —se confesó.

No solo tenía miedo, estaba agotado. Quería quitarse el cerebro y el corazón para poder descansar un poco, el tema de la criatura le estaba consumiendo, y llegaba el punto donde ya no podía hablar de la saturación que tenía. Tampoco lograba que su magia funcionara como quería. Y ahora estaba preocupado por Alesha que había pasado por su peor experiencia traumática.