Capítulo 8: Besos de sangre

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Capítulo 8

Besos de sangre



TAESUNG

Un nudo en el estómago lo acompañó en todo el trayecto fuera de la academia, podía sentir el desayuno queriendo subir por su garganta. Tragar era una tarea manual que le dejaba una punzada como si estuviera enfermo, no quería devolverse todavía a las cuatro paredes de su cuarto, se sentía asfixiado y reprimido, dentro de una jalua, así que había decidido salir a los jardines.

El pantalón se le había mojado un poco por los restos de lluvia de hace un rato, el frío que le subía por las piernas no le importaba, apenas podía sentirlo cuando estaba más enfocado en intentar pasar la saliva por su garganta y dejar entrar aire en sus pulmones.

La confirmación de todo el plan de Jaehyeon en su libro era lo último que esperaba ver en el día, ni siquiera se imaginaba que estuviese diciendo la verdad. No tenía ningún sentido el imaginarse viajando con una prima inexistente y rompiendo cada una de las reglas que, desde que tenía uso de razón, le habían enseñado. De las cuales, personalmente, seguía cada indicación con gusto. A Taesung le gustaban las reglas, le gustaba tener una serie de pasos que seguir y un orden al cual acatarse, conocer todo el proceso y saber que los resultados serían la suma de una serie de decisiones que ya había planificado. De vez en cuando escuchaba algunes familiares quejarse sobre un par de reglas, pero él siempre mantenía la boca cerrada y seguía las instrucciones ¿Por qué habría de cuestionarse aquello que ya está comprobado que funciona?

Hasta que llegó el zorro con sus estúpidas colas, su estúpido plan y su estúpido juramento. No se había fijado en la fecha exacta del primer viaje con detalle, porque sabría que su naturaleza lo llevaría a intentar evitarlo o cometer un error que podría crear una consecuencia mayor. Aquello que recordaba es que sería pronto, no tendría ni un mes para prepararse. No se sentía listo para nada de eso.

Tapó sus ojos con las manos y un temblor recorrió su espalda por el frío que ya comenzaba a sentir. Prefería eso al pánico que le pinchaba el estómago y que probablemente terminaría recorriéndole todo el cuerpo, como siempre le pasaba.

Respira, Taesung, se recordó.

Tenía que recordarse el respirar, asimilar la información y hacer lo que como Kwon le tocaba, así fuese en contra de las reglas, debía seguir lo que dictaba el tiempo.

«Lo único superior es el tiempo».

Tomó una última bocanada de aire.

—Yo puedo —susurró. Asintió repetidamente, golpeando levemente sus muslos. Sí podía, sí podía hacerlo.

Se levantó del asiento y entró a los pasillos de la academia. El calor, la madera, el mármol lo abrazaron y no fue hasta ese momento que se dio cuenta lo entumecido que tenía el cuerpo por la baja temperatura. Su chaqueta estaba en algún lado de su cuarto dejada de lado para ir al espacio Kwon y ahora le costaba un poco flexionar los dedos. Era la menor de sus preocupaciones en ese momento perder un dedo o dos.

Caminó automáticamente hasta su cuarto, Alesha estaba leyendo en su cama. Suspiró al cerrar la puerta, pensando en la forma como le explicaría todo.

—¿Cómo te fue? —le preguntó la bruja sin levantar la mirada de las páginas. El cuarto olía a café, en su escritorio vio unos vasos pequeños con crema marrón, Markus comía de uno de ellos.

—Bueno —se sentó a su lado, el cuarto estaba caliente y quería acostarse junto a Alesha y dormir, dormir por mucho rato hasta que todo se resuelva. Tomó aire—, es verdad —bajó la vista a sus manos, sintió el peso de la mirada de Alesha que ahora le prestaba—. Todo es verdad, los viajes, la ayuda, mi prima —resopló.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1 - LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora