—Esto es mala idea.
Rodó los ojos —Que lo digas una quinceava vez, no la hará ser mejor.
—Tal vez lo haga en la veinteava —refunfuñó Taesung. La magoi, unos centímetros más baja que él, enredó su brazo con el suyo y lo impulsó a seguir caminando por el oscuro camino de grava que solo era iluminado tristemente por un deficiente letrero neón en colores rosa y azul, que apenas y reflejaba la luz en su acompañante.
El callejón olía a adefecios de algún animal muerto mezclado con orina y la humedad de las paredes dejaban inentendibles quienes aparencían en los letreros de "se busca" que se hayaban a espaldas del chico, todos en blanco y negro, algunos con imágenes encantadas para que se movieran, y que marcaban distintas sumas de dinero como recompensa. Uno destacaba por su alto precio de captura, pero la cara del delincuente apenas y se distinguía.
—No pasa nada, Tae. Entramos, me llevo lo que necesito y salimos. He hecho esto muchas veces, nada puede salir mal —le sonrió para reconfortarlo, aunque el muchacho de ojos grandes estuviese enfocado en el frente del camino.
—Lo has hecho en tiendas naturistas y de pociones, no en un callejón de drogadictos, Alesha —ella no pudo evitar reír por lo bajo, ganando un codazo como respuesta. Ya casi llegaban al final de la calle, donde un edificio abandonado de varios pisos, con pintura desgastada y sucia los esperaba.
—Un contacto me recomendó este sitio, es seguro —Taesung refunfuñó una queja—. Además, no tienes moral para quejarte de mí por esto.
—De verdad vas a usar esa carta ahora —Alesha asintió y el chico respondió con tono enojado en coreano, el mismo insulto que él había usado para ella durante años.
El edificio en algún momento debió ser de los más altos y avanzados de la zona, ahora el paso del tiempo se reflejaba en su estructura que Alesha dudaba resistiera por mucho tiempo.
La ciudad tenía varias zonas como esas, abandonadas completamente, que pasaron a ser parte de demonios, hadas o cualquier otra criatura que quisiera un lugar seguro alejado de los humanos. No era un sitio para magois, mucho menos para ellos dos. Pero Alesha necesitaba un último ingrediente para la poción que llevaba semanas realizando, y la única manera de conseguirlo estaba ahí.
El edificio no tenía ventanas, y donde estaba la puerta ahora solo quedaba la estructura. Se podía ver lo que alguna vez fue una recepción con distintas mesas y estanterías llenas de objetos, y algunos clientes dentro.
—Puedes esperarme afuera —le dijo Alesha, con la mirada fija en los objetos dentro del edificio—, no tardaré mucho.
—Ni loco —Alesha decidió pasar por alto el temblor en la voz de Taesung en la última palabra.
Asintió y entraron lado a lado. Alesha estaba igual de nerviosa que él, pero ella fue quien decidió lanzarse a lo que ya sabía no era muy seguro, así que debía aparentar que sabía lo que estaba haciendo.
El riesgo no era que fuese una venta de objetos de procedencia cuestionable, todos en Lilura lo hacían. Taesung formaba parte de la familia con mayor reputación en ese sentido. El verdadero problema venía con quiénes pudiesen estar con ella en ese momento. No era muy bien recibida por muchas personas, aunque no hubiese cometido algún error. En este caso, su error era nacer en la familia Van Darte.
Sin embargo, la información que le había dado su contacto era correcta. Solo estaban tres clientes, incluyéndola a ella, comprando en ese momento. Dos seres: uno con la piel amarilla, lo cual lo marcaba como demonio, y otro con 9 colas blancas; el cual Alesha supuso podría ser un kitsune.
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Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1 - LGBT]
FantasíaLa vida de Alesha y Taesung les decía que habían nacido para perder, hasta que la llegada de Jaehyeon les muestra que para ganar a veces deben jugar sucio, incluso si eso significa hacerlo desde otras épocas. Los magoi deberán enfrentarse a los nuev...