SAMAEL
La cabeza está por estallarme, me tomo dos pastillas junto al whisky tirándome en el sofá. Siento que apesto, esto me está matando poco a poco y si bien me doy cuenta en mis momentos de sobriedad, las drogas que me meto desaparecen la preocupación como el asco que me da coger con Collins. Aún si no lo hacemos, el recuerdo me aplasta cada neurona provocando ingerir todo lo que pueda calmar esa rabia, ese asco, la maldita vergüenza y hasta el puto miedo que siento por él desde que tengo 14.
- ¿crees que lo firme?– Dejo de darle mi atención a la ventana para dársela a él. Entre las drogas, el whisky y la decepción envié formas de divorcio a Eleanor. Me prometió cambiar y no lo cumplió. Lamentablemente en mis cinco sentidos no lo hubiera hecho, y no supe de tal barbaridad hasta que Collins me lo hizo saber.
- No lo sé–
- No te preocupes, cachorrito, puedo darte eso y más–
Me le burlo en la cara llevándome el licor a los labios.
- ¿qué?¿no me crees capaz? Tengo tanto dinero como ella para hacerte feliz, lo sabes–
- ¿puedes darme un palacio?– inquiero– ¿tantos autos como quiera?¿qué tal aviones privados?– Me inclino hacia él– ¿ tantas personas se me antoje cumpliendo mis caprichos?– me acabo el líquido– ¿hijos?–
Aprieta la mandíbula furioso.
- Tú no eres ni serás tan rico como Eleanor Volkova, Créeme. Y tú ya no puedes complacerme porque ella lo hizo mucho mejor– espeto. Me da una bofetada que me hace girar el rostro, se levanta y me toma del cabello con rudeza para que le mire–
- lo que ella gasta en mi en un mes, es tu miserable fortuna–
- Tú no te dejas querer, así que voy a tener que obligarte– me gruñe– Apúrate, hay que recoger tus cosas–
Me suelta de mala gana. Me arrepentiré de esto, pero Eleanor Tampoco me ama, y deshacerme de Collins lo haré en algún momento, al menos eso espero. ¿Cómo pude caer tan bajo?
Eleanor no está, es mi oportunidad para irme sin que me vea destruido,no puedo permitir que se entere de toda esta mierda ¿qué dirá de mi? El asco y la vergüenza me atacan de nuevo. No deseo que me vea así, siendo un maldito débil, porque a ningún hombre de mi edad le pasaría esto.
Si se entera, seguro me echa de lo asqueada que se va a sentir por haber tenido de esposo semejante basura. Su desprecio me matará, sé que dolerá como mil puñaladas en el pecho.
Tengo que irme.RICHARD
Los mensajes de Alice comienzan a fastidiarme, pero es mi culpa por meterme en una relación que definitivamente no quería y solo hice por ardido, por despecho.
La base me pide para supervisar el entrenamiento de un escuadrón que será enviado a un órgano internacional, supuestamente no le pertenece a ningún país. La verdad que no me interesa, así que pido ser regresado a Inglaterra lo antes posible.
Salgo de la base enfermo de la ira, Samael no me contesta y Eleanor en Escocia haciendo que sabe qué. Como detesto que se olviden de mi, bueno, no es que haya tratado muy bien a Eleanor como para que me invitara a ir con ella. Me mata que se acueste con ese ruso desabrido.
Lo odio
Las ganas de vomitar llegan cuando subo al auto. Maldita sea, la saliva se me pone caliente. Apoyo mis manos en el volante y mi frente en ellas. Dios mío, mátame.
Rebusco los chicles de nicotina en la guantera, cuando los encuentro me meto tres. Los síntomas de no fumar son un asco.
Llego a la mansión después de una hora de camino más o menos. Me duele la cabeza, tengo mucha hambre y sueño.
Cuando entro a la terracería blanca veo un auto extraño, odio las visitas inesperadas. Si es amigo de alguno de los trillizos no me molesto, esos se van a algún otra ala y no fastidian.
Encuentro a Alfred acomodando unas flores en la pequeña mesa del recibidor, son del jardín interior.
- Frederick–
Me mira y sigue con su tarea. Sigue enfadado.
- Oye, se que me odias– me pongo en su campo de visión–
- No puedo odiar a mis señores–
- No me gusta pedirte nada si no te apetece hacerlo, pero de verdad necesito un sal de uvas o un tiro–
- Vaya al doctor–
- Debí comer algo en mal estado, por favor envíamelo al Estudio de Samael– le arrancaré la cabeza si se niega–
Asiente sacudiendo sus manos.
- De acuerdo. Ahí lo tendrá– agradezco en silencio cuando se comienza a ir– ah, el señor Samael– se gira– No avisó que se iba de viaje, no se le hicieron las maletas así que las hace él–
- ¿qué?—
- Viene con un amigo–
Dejo al mayordomo atrás para comenzar a subir las escaleras de dos en dos. Antes de entrar dejo la mano en la perilla, trato de escuchar algo pero solo hay susurros. Me hierve la sangre cuando escucho ¡besos!. Abro la puerta de un azote, no me controlo, no me mido, mis ojos solo transmiten furia y mis manos no hacen más que alejar al maldito viejo de encima de Samael, mi puño va contra su cara de violador haciéndolo retroceder. Sus manos encima de él me envenenan el alma–
- ¡lárgate!– Grito con tanta rabia interponiéndome entre ambos–
- ¿qué mierda te pasa?– Samael intenta tomarme del hombro pero le arrebato la acción–
- Hazme caso y lárgate– la voz me tiembla de la rabia, la sangre me hierve, el pecho me duele del coraje– ¡afuera!–
Se ríe relamiéndose de los labios la sangre que le he sacado. Lo voy a matar.
- Samael, dijiste que este no era tu novio– espeta mirando atrás de mi, sus ojos intimidan pero yo me la paso por los huevos–
- Y no lo es, Collins–
No escucho a mi mejor amigo, no, este no es el engreído escocés bola de odio, es una perra sumisa y...asustada.
Miro a Samael cuando se dirige a la maleta junto a su cama. Está hecho mierda, y solo han pasado ¿dos días? Puta madre ¿pero que le está haciendo este tipo? Ahora entiendo todo, sus cambios de humor, el que no comiera en días, su enfermedad, ¡todo cobra sentido!–
- ¿qué mierda haces?– Me acerco–
- No te metas en mis asuntos, Americano–
- ¿estuviste con él todo este tiempo? ¿Qué te hizo, Sam?–
Sus ojos grises se oscurecen
- No soy un niño para que me salves. Quítate de mi camino–
- Eliezer, si este es tu novio...– me giro cuando me ve despectivo— es mejor que me largue–
- ¡que no lo es!–
- ¡Entonces andando que no tengo todo el tiempo!–
Samael intenta irse pero le tomo de la muñeca encarando al maldito.
- Claro que no es mi novio maldito enfermo de mierda, es mi esposo. Y no te lo llevas a ninguna parte– Gruño– si no quieres que te mate a golpes ¡lárgate!– me le giro– y tú, más te vale no irte–
- Él se quiere ir, déjalo antes que me ponga de mal humor– Siento su horrenda fragancia tan cerca, suelto a Samael, le doy la cara, y antes que me intente tocar ya lo he empujado.
- ¡No me toques Violador!–
Se enfurece como el animal que es, esquivo su inexperto golpe, enterrándole los nudillos en las costillas, otro en la nariz, le jalo la pierna haciéndolo caer.
Me le voy encima clavándole tantos golpes que puedo hasta salpicarme la camisa.
Lo tomo de la ropa acercándolo a mi rostro.
- Si te veo cerca de mi esposo, si le llamas, si le mandas un puto mensaje o si pones un puto anuncio en el periódico, juro por Dios que no te dejo vivo. ¡Te pego un tiro maldito violador!–
El maldito se burla.
- Eliezer me ama, vaquero–
- Das asco– Lo hago pararse hasta sacarlo a las malas– ¡lárgate!– le cierro la puerta en la cara y pongo el seguro.
Me giro a Samael, está furioso.
- Sam...ese...–
- ¿por qué mierda hiciste eso?¡¿por qué?!–
Me acerco confundido
- Él estaba obligándote–
- ¡No! Soy un adulto y me acuesto con el que me plazca– Me río incrédulo de sus palabras – lo que oyes. Yo no tengo nada que hacer en este lugar–
- ¿así te lavó el cerebro? ¿Por qué mierdas estás huyendo con tu violador?¿qué carajos está pasando Samael?–
- Nada, simplemente me voy ¿qué no te cabe en la cabeza? Anda y quítate ese sombrero que te aplasta la cabeza– Me insulta. Le tomo de los hombros, sus pupilas están dilatadas–
- Sam, reacciona, hermano. Él no es bueno, dime qué mierda te dijo–
Se suelta.
- No te metas en lo que no te importa–
- ¡si me meto!– lo jalo– Le diré a Eleanor si te vuelves a ir con ese violador–
- Ella Ni siquiera está aquí–
Me apena verlo tan...decidido en una mierda.
Su camisa entre abierta me deja ver su cuello marcado con chupetones morados. Ese maldito ha estado abusando de mi mejor amigo. Son recientes. Los toco incrédulo. Y sí, abusando, porque Sam es un niño en cuerpo de hombre, un niño asustado y traumado por ese viejo.
- Ella va a matarlo...lo matará cuando sepa lo que te hizo–
Me quiere quitar pero me aferro a su cuello sin lastimarlo.
- Véte con él si quieres, pero te buscará, y cuando compruebe mis palabras, irá tras él...tú no quieres esto–
- No sabes nada– me gruñe–
- ¡lo sé! ¡yo te vi hecho mierda!– suelta una lágrima que lo obliga a bajar la cabeza– mírame, Sam– Alzo su rostro poniendo los pulgares en su mentón, obligándolo a que me mire– Dime que lo amas y te puedes ir, dilo mirándome y yo mismo le pediré perdón por golpearlo–
Solloza, no responde.
- A ti no te gustan los hombres, Samael. Solo sientes deseo por mi ¿lo recuerdas? Tú no eres una marica– Le limpio las lágrimas–quiero que lo digas–
- No soy una marica–
- Ni mucho menos perra de nadie–
- por favor no le digas esto a Ell...sin saberlo me ha cambiado por otros...que si...–
- Ella no ha hecho eso– afirmo– Pero no soy quien para darte explicaciones– digo, ellos deben arreglar sus propios problemas– se lo diré–
- ¡No!–
- Ella debe saberlo, Sam. O ese maldito no te va a dejar en paz–
- Ya me voy–
- No, no te vas–
- ¡que si! Déjame tranquilo...por favor...no quiero que me vea así–
La puerta intenta abrirse, es tocada fuertemente.
- ¡Samael abre la maldita puerta!–