SAMAEL
Tomo aire detectando a los tres sujetos que nos rodean. Caímos en una pésima trampa. La más estúpida a decir verdad.
Me veo otra vez secuestrado cuando el de Astas de ciervo en el casco mueve la cabeza como señal para los otros.
Se nos vienen encima los tres y mi cerebro hace una recopilación del entrenamiento matutino de Isabell.
Esquivo el primer puñetazo que me lanza el de las astas pero se agacha y me levanta una pierna haciéndome caer de espaldas. Se va contra mi pero giro en la tierra levantándome enseguida.
Veo por segundo a Richard dándole batalla a uno y Pável al más alto.
Me dan un puñetazo que me tambalea, tiro un golpea al cuerpo del sujeto pero retrocede ágilmente, me da otro puñetazo.
El casco no me va a permitir golpearle en la cara, debe ser alguien muy joven por la complexión.
Le doy una patada en el pecho que lo hace caer, intento quitarle el arma pero enreda sus piernas en mi cuello dejándome ahora a mi en el suelo.
Va a darme la golpiza de mi vida pero lo atropella Richard, sin embargo no es suficiente. se viene de nuevo contra mi pero Lo empujo con ambas piernas y con un kip- up vuelve a la batalla.
Es anatómicamente imposible que pueda solo con nosotros.
Richard lo ataca pero su entrenamiento militar no es suficiente, ataco pero termina pateando a Richard en la cara y en el momento que me voy contra él hace lo mismo, se agacha pasando por entre mis piernas y jalándome una provocando que caiga de pecho.
Aturdido veo a Pável ser un puto ninja pero no como estos tres.
La adrenalina nos hace levantarnos a pesar de todo, se nos acerca otro y volvemos a tener una lucha que ellos están ganando.
El ruso nos alerta con un Silbido, al mirarlo nos hace una señal con la mano para adentrarnos al bosque.
Las balas chocan en tierra cuando nos adentramos a los árboles.
Nos agachamos cuando un tiro cae en uno de los árboles. El silencio se presenta, nos levantamos un poco.
- El hijo de perra tiene mi sombrero– Richard espeta furioso–
- Tiene mi navaja– dice Pável tocándose el brazo–
- Tiene mi dignidad– observamos y no hay nadie, absolutamente nadie. Estamos lo suficiente lejos del palacio para que nadie pueda escuchar lo que sucede, aún más con el silenciador que cargan sus pistolas.
- Ahí están–
Richard me avisa tocándome el brazo, miro a donde me señala.
El más alto se saca la navaja del brazo. Creo que no nos quieren secuestrar, si no matar.
- Deberíamos de huir– Camino hacia atrás, quienes me acompañan hacen lo mismo antes de comenzar a huir.
Las balas se hacen presentes, una suena demasiado cerca de mi, por lo que estuvo a nada de darme un tiro en la cabeza.
Aparece uno a un lado de nosotros, retrocedemos, cuando voy a girarme veo al de las Astas y al otro con el sombrero de Richard preparándose para venirse contra nosotros.
El primero corre hacia morros, lo esperamos pero nos desconcierta cuando se impulsa en el árbol y le da un puñetazo a Richard que lo desestabiliza, lo tomo de la ropa para alejarlo pero su compañero me empuja y ya tengo a dos de estos ninjas asesinos contra mí.
El más bajo se saca un cuchillo de atrás del pantalón, Pável se le va encima tirándolo.
Me da tiempo de atacar al otro. Esquivo algunos golpes, le tomo del casco y lo estrello contra el pasto varias veces pero no pasa nada.
La ropa que traen tienen solo algunos puntos débiles. Lo levanto tan rápido como puedo y estrello el artefacto en el árbol varias veces hasta que me da un cabezazo que me hace sangrar la nariz. Retrocedo.
Un gruñido de dolor me hace voltear, el de las astas tiene a richard con la cara en el suelo presionándola con su rodilla.
Pável está con el rostro en un árbol con las manos en la espalda y con el cuerpo del tipo encima.
Un golpea en la espalda me obliga inclinarme y una fuerte patada en la pierna caer. Quiero girarme y atacarlo pero me pone el cañón de su arma en la cabeza.
La respiración se me pone pesada cuando el sonido de las armas ser desenfundadas aparece al mismo tiempo que las pistolas apuntando a mi amigo y a Pável.
El de las astas me mira. Baja el arma aparentemente molesta.
- ¿le rompiste la nariz?– se escucha muy bajo por el casco- ¡te dije que no!— reclama apuntando con el arma como si fuera una extensión.
- No se le va a quitar lo guapo– Me golpea con el arma. El acento ruso marcado aparece.
Son mujeres.
- ya tengo hambre, me voy– El que tiene a Pável lo suelta alzando las manos, guarda el arma.
Se saca el casco tocando algo a un lado.
Hedeon. ¿Pero qué carajos?
El de las astas guarda el arma y hace lo mismo.
- Les dije que no les rompieran la nariz— se queja, el sonido que hace el casco al ser retirando me hace mirar hacia arriba para ver a otra mujer pasar a mi lado.
- Pues él estuvo a nada de romperme la cabeza–
- ¿qué rayos está pasando?– me levanto y me acerco—
- ¿qué mierda sucede?— Richard espeta molesto—
- antes que reclamen, les presento a Monroe–
Presenta Eleanor, la chica mira a todos con una sonrisa victoriosa– trabajé con ella mucho tiempo, además de amiga, lleva mi sangre—
- Bonitos– Se lleva la mano a la espalda– una excelente lucha–
Aún seguimos esperando explicación, ignoro a la mujer para ver a mi esposa. Los tres la miramos furiosos.
- No me miren así, tenía que saber si estaban preparados de ir por Eric–
- ¿casi matándonos?– Richard le arrebata el sombreo que anteriormente le entregó la tal Monroe–
- ¿tenían que vestirse como kryshas Volkov para eso?– Pável se lleva las manos al cinturón suspirando adolorido–
- No nos vestimos, lo somos, y de los mejores– Le mujer habla– Misiones completas– Me mira de pies a cabeza–hasta que llegaste tú—
- Fueron difíciles– Eleanor toma aire– Demasiado–
- Lentos y cobardes para medir más de 1.90. Estarían muertos en una pelea real–
- Monroe— Eleanor niega–
- ¿no fue real eso?– me señalo la cara—
- A mi casi me apuñalas niña linda– Richard reclama molesto–
- No lo iba a hacer obviamente– Gira los ojos–
- No nos iban a ganar de todos modos– Hedeon se encoge de hombros– pero me gustó regresar a usar el uniforme aunque sea como simulacro– dice sonriendo, moviendo la cabeza hace que todos nos movamos.
Con los cascos obedecían a mi esposa pero sin ellos lo hace H.
Estoy adolorido como los otros dos, y esos tres caminan normal a pesar de los golpes que les propinamos.
- ¿cuántos de ustedes existen?– Pável cuestiona– De los mejores–
Ninguno contesta.
- ¿en serio? Somos tus esposos– Richard vuelve a hablar– y no es que conozcamos a todos-
- El abuelo tenía a un grupo de al menos 15 Kryshas, lo mejores–habla la mujer nueva, una Volkov a simple vista, piel pálida, cabello negro y bonita– pero ellos eran la élite–
Isabell empuja a la mujer.
- Tuvo que volverse ciega Arseni para ser del club— La empuja de regreso– o preñarse de un pendejo–
- Oye– Hedeon desde el costado de Ell le golpea la cabeza a la otra– Ese sujeto ahora no la está pasando bien–
- Por imbécil. No sé para que se casan–
- Para tener bebés– Eleanor dice segura y obvia–
- ¿solo por eso?– Richard me quita las palabras de la boca–
- Y por amor obvio, hacer bebés lleva implícito eso– se queda un momento quieta para poder estar entre los dos–
- ¿o sea que amas al tal fritz?– Cuestiono—
- ¿quién no?– la mujer se ríe– si es súper bu...—Hedeon la calla empujándola–
- me es impresionante que tus amigos y familia conozcan más a tu amante que a tus " esposos"– hago énfasis en la última palabra, porque esposo solo hay uno y ese soy yo–¿no crees que lo sea?–
- Es que cuando yo estaba en París...–
-Tal vez deberíamos charlar– tomo su brazo deteniéndonos–
Los demás hace lo mismo un par de pasos adelante volteándose hacia nosotros.
- ustedes no– gruño–
- ¿por qué no si...–
- Largo– interrumpo a Richard– los vemos en la casa–
Todos se miran.
- ¡ya!–
Al fin hacen caso comenzando a caminar.
- ¿ya me sueltas?– Arrebata el agarre pero la agarro con más fuerza–
- ya no soporto que ese imbécil viva en mi casa con su bastardo–
- Yo te soporté lo mismo–
- Tampoco que lo conozcan más que a tu esposo–
Me mira sin decir nada.
- ¿te vas a quedar callada?–
- Lo que tuve con Fritz se quedó en París porque regresé contigo— Intenta apartarme pero no puede, podría enterarme su cuchillo en el cuello pero no lo hace– Eres el padre de mis hijos—
- y él de uno también, bastardo pero tuyo–
- Yo no llevé en mi vientre a ese niño como llevé a tus bebés– me enfrenta– Yo parí a los tuyos–
Tomo aire dejando atrás un poco de mi enojo.
- quiero que se largue de mi casa– exijo– No lo quiero ver en mi mesa, en mis pasillos y mucho menos con mi mujer–
- ¿o qué?– me reta, sonrío levemente con amargura–
- ¿o qué?– suelto entre dientes tomando su cara entre mis dedos, la obligo a ponerse de puntas– no necesito ser uno de tus muñecos mafiosos para demostrarte lo que puedo hacer–
Sus ojos me miran furiosos.
- Recuerda lo que le pasó a tu novio francés y a todos esos niños pendejos que aleje de ti alguna vez–
- Está bien papi– cierra los ojos un momento ante el dolor que ejerzo en su cara, lleva su mano a mi muñeca, bajo la mano a su cuello y le entierro el pulgar en el mentón para besarla.
Cedo en mi agarre cuando me devuelve el beso con la misma intensidad.
Deja el casco en el pasto para llevar ambas manos a mis brazos.
Doy unos pasos hacia adelante para llevarla al árbol. Mafiosa, asesina, lo que sea, siempre será la mujer que conocí hace seis años.
- Quítate esto– inquieto busco la manera de sacar el cinturón con el que lleva algunas cosas.
El artefacto cae cuando se lo desabrocha.– Me diste una buena paliza—
- aún veo estrellitas de los puñetazos que me diste—
Sonrío apoyándome en el tronco para estar a su altura.
- ¿puedo decirte algo?– me mira con esos ojos de conejito que me ablandan el corazón en segundos–
- Dime–
- Ayer yo estuve bebiendo sola en el lago– comienza– Creo que traté de ser amable con el hijo de Pável...– Tomo aire y ella se corta– No te molestes–
- No he dicho nada– aseguro– termina–
- Me besó y quiso hacer más...yo no quería que lo hiciera, lo detuve en seguida...–
- ¿lo hizo?– la rabia se me estanca en la garganta, no dice nada– ¿él lo hizo?–insisto–
- Fritz suele correr por las noches, me acompañó de regreso–
- Me encargaré de él, conejito– acaricio su mejilla–
- Pero no de esa forma— Frunzo el ceño–
- Es lo menos que puedo hacer–
- Tal ve fue mi culpa, estaba ebria y le dije que era apuesto–
- ¿y realmente crees que lo es?–
- No se lo dije coqueteando...pero tal vez confundió...—
- no lo defiendas– la corto– si me lo estás diciendo es para que me encargue de la manera que debe ser–
- No, quiero que hables con Pável– no entiendo lo que me pide– me avergüenza decírselo,es su hijo, no quiero arruinarles la relación...tal vez puedas decírselo por mi...hablarlo–
- ¿me pides que le salve la relación al hombre que quiso aprovecharse de ti? Pável no hará más que protegerlo, es su hijo– me enfurece su petición– ¿cómo puedes pedirme una cosa así?–
- Porque fue mi culpa– Me aleja recogiendo sus cosas– Siempre lo es. De alguna forma lo provoqué–
Lo que dice es una estupidez, sin embargo no quiero hacerle sentir mal de alguna manera.
- Hablaré con él ahora mismo, tranquila—
Tomo su brazo.
- Pero no es tu culpa que hayan hombres que no sepan solo contemplar lo hermosa que eres–
- ¿no estás molesto conmigo?– la nariz se le pone roja–
- No, claro que no. Yo te amo conejito– paso el brazo por sus hombros– Tengamos un día tranquilo ¿sí? Hagamos el amor en nuestra habitación y en el almuerzo podemos ir a los árboles de manzana ¿te parece?–
Asiente con una sonrisa enredando su brazo en mi cintura.
- Te amo, aunque sean un cavernícola aveces–
- ¿pero te gusta eso no?–
- Mmh tal vez– me toca el trasero– ¿no te parece que terminemos lo que empe...–
- sí– No me tiene que preguntar dos veces, la alzo de la cintura para prenderme de sus labios.
Vuelvo a un árbol, tomo sus caderas para restregarla en la erección que tengo en tanto la beso.
Sus manos acarician mi rostro, desciende por mi torso, hago espacio para que se quite el cinturón y desabroche el pantalón.
- Eres preciosa– estrujo sus glúteos, la azoto y la volteo contra el árbol.
Gime cuanto me restriego contra su culo. Sin dejar mucho espacio me saco el cinturón, el tintineo del metal la aviva moviéndose contra mi.
Bajo su ropa, pegada a ella muevo mi pelvis. Es exquisita, la mujer más hermosa y sexy que he conocido.
Me saco mi dureza, com mi zapato la hago abrirse de piernas aunque es limitante con el pantalón en sus tobillos , paso mi falo por intimidad mojándome. Pide más ofreciéndome su coño.
Pongo saliva en mi mano y la unto en su entrada, está tan húmeda que resuelta innecesario.
Posiciono mi punta y empujo lentamente.
- Dios...– Musito aferrándome a mi mujer para tener autocontrol. No quiero ser una bestia metiéndome por completo, sé que puedo hacerle daño. Es tan delicioso, tan placentera.
Beso su hombro y recibo una caricia en mi mejilla. Ahogo un gemido cuando empujo más y ella lo hace solo para mí.
Apoyo mis manos a cada lado de su cabeza comenzando a moverme. El calor se hace presente, mi mano vieja a su cuello pegándola a mi pecho para devorarme esos ricos labios que se carga.
Doy una estocada fuerte que la hace chillar en mi boca. Mi mano libre viaja a su clitoris estimulándola mientras me ensarto una y otra vez.
- Papi...– Chilla sosteniendo la mano entre su entre pierna– más rápido— jadea.
Le suelto para regresarla al árbol, pego su mejilla y le obedezco.
El bosque se impregna de nosotros y el sonido húmedo de nosotros uniéndonos se oye por todos lados.
- ¿así?– La azoto– Dime– se muerde el labio con los ojos cerrados. La vuelvo a azotar– ¡Dime!–
- ¡sí!–
- ¿sí qué?–
- ¡Sí papi!— las piernas le tiemblan y salgo de un tirón provocando que se corra sin previo aviso–
Vuelvo a meterme. Le arqueo más la espalda, abro sus glúteos y observo la entrada y salida de mi verga bañándose de su orgasmo.
El deseo se apodera de mi cegándome, la empalo por completo provocando que mi mujer grite, mi verga llega a tope ocasionando un placer que solo su coño puede darme des que la conocí. Me aferro a su hombro y las arremetidas no paran envueltas en gemidos y jadeos sin pudor.
La tomo con fuerza de las caderas cuando quiere alejarse, sé lo que se aproxima.
Me tenso cuando el choque eléctrico me calienta hasta el alma.
las últimas embestidas certeras hacen que tome a mi mujer cuando sus piernas le fallan, me empujo contra ella pegándola por completo al árbol. La empalo regándome en su interior.
Me muevo sutilmente cerrando los ojos, los espasmos del orgasmo no me detienen, sentir mi líquido en ella me enorgullece, me sube el ego.
Beso su cuello, su mentón, sus mejillas, y sus labios.
- Eso estuvo rico, papi—
- quiero más– confieso– ¿podemos conejita?–
- En casa– acaricia mi caballo, salgo de su interior aún con el pene duro, mi líquido gotea de su interior cayendo en sus pantalones.
- Otra vez– toco su entrada untandome en su lugar más sensible y entre sus pliegues– estoy como piedra aún–
retrocedo cuando se gira, bombeo mi dureza, me observa hacerlo.
- ¿si?– me agacho para besarla, dejo de tocarme cuando ella lo hace, pone saliva en su mano y continua. apoyo mis manos en el tronco por encima de su cabeza disfrutando como me toca.
me conoce, se hinca frente a mi, y en poco tiempo la tengo tragandose mi derrame.
En tanto recupero la conciencia se levanta subiendo su ropa.
- Quiero montarte, papi–
Trago con la boca seca, me guarda mi verga y besa mi pecho.
- Sabes que me gusta que lo hagas– bajo a su altura dejando las manos en el árbol.
- Te ves muy guapo después de coger– pasa sus manos por mi frente quitándome los cabellos pegado a esta por el sudor– ya no quiero que otras te vean así–
Que me cele me excita.
- Dime que soy la única que puede verte así, que ya no hay más–
- No las hay– me mira, me observa con las manos en mi rostro.– soy tuyo, siempre lo he sido...siempre, conejita–
- Vamos, tengo hambre, papi– deja un beso tierno en mis labios, la dejo salir y tomo aire. Acomodo mi ropa y le abrazo cuando comenzamos a caminar.
El camino es largo así que charlamos de distintas cosas.
- Voy a ducharme– avisa cuando llegamos al recibidor. No la quiero dejar ir pero lo hago acariciandole el trasero antes que comience a subir las escaleras.
Mando un mensaje al ruso para saber su ubicación, me responde después de unos minutos.
Camino a su estudio con calma, aún mi pene está ansioso.
Toco y entro. El ruso alza unos segundos la vista de su computador.
- Dime–
- Si estás ocupado vengo más tarde–
Así puedo irme a coger con mi esposa.
- No, está bien, ¿qué quieres?–
Su tono es tosco como siempre, a la única que le habla bien es a Eleanor, es más, podría jurar que agudiza su voz.
- ¿podemos hablar de tu hijo?– me acerco–
- Si es sobre ese estúpido bebé, no me calientes los huevos tú también. Ni siquiera sabía que estaba en contra del aborto–
- ¿qué...–
- Como si me importara...–
- ¿qué bebé?– frunzo el ceño–
- ¿el de Serkan?–
- ah sí claro, no sabía que había dado positivo–
- Sí, por un momento me importó la vida de ese feto...bueno, no me importó, pero mi familia, mis padres con esa mierda religiosa...—
Me mira.
- ¿a qué venías?–
Tomo aire, ¿a este que le pasa?–
- Habla ya– se irrita–
- Ell me contó que tu hijo quiso pasarse de listo con ella–
No hay expresión en su rostro, sé que sabe a quien me refiero.
- ¿ella te lo contó?–
- Sí, lo hizo– asiente–
- ¿para qué? Que venga aquí y me lo diga –
Su respuesta me molesta.
- ¿por qué? ¿No le crees?—
- Que venga y me lo diga a mí. A ti no te tiene que estar diciendo nada– se levanta– ¿qué pretende diciéndotelo? ¿ qué no tiene boca?–
- Soy su esposo...–
- yo también lo soy. Contigo no tengo que hablar nada. Lo que me dices es una grave acusación, la quiero escuchar de ella, no de ti–
- Ella me lo dijo, es suficiente para mí para creerle– Niego — Vine aquí porque ella me lo pidió, porque si no, tu bastardo tendría las horas contadas–
- No tengo que hablar esto contigo– insiste– Si no con Isabell–
- No, Ella no quiere hablar contigo y ahora lo entiendo, eres un animal, ¿para qué quieres hablar con ella?¿para intimidarla y hacer que desista de su acusación?– rodea el escritorio– Que poco hombre eres de fiar, ni siquiera " tu esposa" puede confiar en ti—
- si desiste es porque es mentira. Y no soy un animal, tal vez demonio, pero animal y poco hombre no– Se cruza de brazos– No hablaré con mi hijo hasta que ella venga y me lo diga a la cara–
- Es mejor que lo eches de mi casa de una buena vez o te quedas sin tu bastardo–
- No me amenaces monstruo– No me intimida que se me acerque– Es mejor que no te atrevas a acercarte al chico–
- ¿o qué? ¿Vas a matarme?— me mofo– A ti yo no te tengo miedo. Yo no te veo como el Mafioso ruso, no, te veo como el amante de mi esposo. Con ese que se revolcaba en París, y así va ser siempre–
- Cuidado con quien te metes, que aquí no somos iguales– me mira despectivo– Quítame lo mafioso y aún me queda apellido...pero tú...huérfano–
- Quítame lo empresario y lo profesionista y te encuentras con satán– sonrío negando– Estás aquí porque te lo permito Pável, así que o te llevas a tu bastardo violador o te vas con él en una bolsa–
Tampoco se intimida, da un par de pasos más.
- Mejor déjate de meter en matrimonios ajenos, que esto lo resuelvo solo con mi esposa–
- Tu esposa– Tomo aire– esa está en Rusia, aquí solo está la mía, y a la mía no me le tratas como piensas hacerlo. Ella no quiere hablar contigo y será por algo–
- Lárgate de aquí, y deja de meterte–
- Me meto porque es mi mujer–
- A tu mujer me la he cogido miles de veces, así que también es mía–
Le tiro un puñetazo que esquiva pero logró tomarlo de la camisa metiéndole uno en la nariz.
- Tuya mis...– Espero su contra ataque pero no llega, solo se ve la mano llena de sangre– Tienes hasta la tarde para alejar de aquí a tu bastardo. No lo quiero cerca de mi familia–
Se ríe desconcertándome.
- Eres impresionante monstruo, mírate–
- no te burles de mí–
- Tan posesivo mientras la que llamas tu mujer debe tener amantes en cada ciudad–
- Los únicos amantes que tiene eres tú y Richard–
- inocente–
- No me subestimes, Pável– advierto–
- eres solo un imbécil cobarde– Espeta– Llorando como niña en lugar de aguantarle a la Bratva– me echa en cara.
Los recuerdos del secuestro aparecen. Se ríe cuando la cara se me descompone.
- un drogadicto que no aguantó la abstinencia–
Relajo la mirada y la bajo.
- Haz lo que te digo– me doy la media vuelta para marcharme–
- Samael– sonrío levemente, es mejor que me crea débil e incapaz – No vayas a llorarle a isabell–
- Hay cosas que solo los tres debemos de saber, Pável– lo miro sobre mi hombro y me voy—