SAMAEL
La cabeza amenaza con estallarme, no quiero abrir los ojos porque seguro pasa, sin embargo una discusión me obliga a hacerlo encontrándome con los fuertes rayos del sol.
- ¿es en serio?– Richard dice entre dientes– ¿lo harás otra vez?–
- No voy a tardar, carajo, el enfermero llegó–
- ¿no? Seguro llegarás en la madrugada, ¡anda huye de nuevo!–
- Baja la voz–
- No me toques–
- Estaré aquí tan pronto pueda, cálmate ¿quieres?–
- Sí, como sea, lárgate con tu otra familia o con cualquiera—
- Eres insoportable–
Con eso escucho la puerta abrirse y cerrarse. Los pasos que se aproximan me dicen que Richard no se ha ido. Me hago el dormido cuando lo siento muy cerca, la luz deja de dañarme la cabeza unos segundos, se abren las puertas del balcón, y casi al instante siento el aroma del Tabaco.
Abro los ojos viéndolo apoyando en el barandal con el humo del cigarro esparciéndose en el aire.
El recuerdo mi ultima vez consciente llega de golpe. De nuevo tengo los mismos sentimientos, esa necesidad de borrar todo de mi mente para ya no sentirme tan sucio. Al parecer funcionó tan bien porque no recuerdo ni un carajo.
Voy a levantarme, pero escucho los sollozos de mi amigo, ¿Richard llorando?¿por qué? No es de los hombres que lloran. Se limpia la cara y se endereza.
- ¿Richard?– Trato de levantarme pero el estómago me duele como para lograrlo, me quedo a medias, cuando intento quitarme las sábanas una manguera pegada a mi vena me desconcierta.
- Sam no, no te levantes– Llega a mantenerme en mi lugar–
- ¿estás loco? Suéltame, tengo que irme– Collins debe estar furioso y esa foto no debe salir a la luz– ¡suéltame!—
- Sam no– me detiene la mano cuando intento quitarme la aguja– Tuviste una sobredosis–
Más recuerdos borrosos, líneas y medicamentos para borrármelo. Que idiota.
- Tienes que quedarte aquí. Llamaré al enfermero–
- ¡No!¡quiero irme!–
- ¡Samael ya basta, mierda!– Me estampa contra las almohadas tomándome de los hombros– Por favor– Se levanta– Tienes que quedarte aquí, haré que te traigan el desayuno–
- Púdrete– Suelto rabioso entre dientes–
...................
Amanece de nuevo, solo veo al estúpido rubio recoger el desorden que he hecho con su asquerosa sopa sentado a la orilla de la cama. Me niego a probar bocado porque yo no quiero estar aquí. Quiero largarme lejos, solo agradezco que ella no se haya presentado, algo me dice que lo sabe y no sé cómo enfrentar su desprecio. Ella solo debe estar sintiendo asco por mi en estos momentos, y si no lo sabe, me niego a que me vea de esta forma.
La puerta es tocada un par veces y abierta por Richard.
- ¿cómo amaneciste?– se quita el sombrero– ¿pero que sucedió aquí?– Cuestiona cuando ve al tipo limpiando todo.
- El señor no quiere comer y se niega a tomar sus pastillas–
- Maldito soplón–
- Tráenos el desayuno, no tardes– el chico se larga. Cuando me mira me levanto con el cuerpo hecho mierda para sentarme a dirección de la ventana dándole la espalda— Tienes que tomar tus pastillas–
- No quiero esas– Deseo las que me lo quitan de la cabeza y la piel–
- No vas a mejorar si no comes y no tomas tus pastillas–
- Quiero irme–
- ¿a dónde?¿con ese maldito?– Se me planta enfrente–
- Solo no quiero estar aquí–
Toma asiento a mi lado.
- Tú no sabes lo que me duele verte así, Samael–
- Ese no es mi problema–
- Claro que no, tú no me obligaste a quererte–
- ¿dónde está Oliver?— Si no quiero que mi esposa me vea así, menos mi hijo, sé que los mellizos están aquí porque los he escuchado llorar–
- Alex los tiene–
- ¿me vio?–
- No–
- Sam, nos asustaste demasiado. A Niña linda, a mi....– No me mira, solo a las cortinas—
Se gira para ver quien ha entrado, el enfermero y tres sirvientes llegan con bandejas.
- En el balcón, por favor–
Una sirvienta limpia el desastre y los otros ponen la mesa.
- Deberías comer abajo, no aquí. ¿Qué no entiendes que quiero estar solo?–
Me ignora, eso me enfurece más.
- ¡hazme caso!–
Se levanta acercándose a la mesa
- Anda, todo debe estar delicioso—me mira– Vamos–
Solo pienso en golpearlo, me irrita tenerlo aquí.
- Deja de mirarme como loco, anda, o te cargaré hasta aquí como una princesa–
Me cruzo de brazos. Está loco. Le levando cuando se aproxima a mi.
- ¡ya voy ya voy!– Le quito de mi camino, se sienta y yo hago lo mismo.
- Hoy el día está estupendo ¿no crees?– Le da un bocado a las tiras de pollo– Están ricas, come–
- No tengo hambre–
- Ayer No comiste nada. Come, Sam–
- No. tengo. hambre– Suelto con los dientes apretados, harto estoy que me obliguen a hacer cosas cuando lo único que quiero es largarme y mis malditas pastillas de vuelta–
- Solo un poco, la sopa debe...–
- ¡qué no!— los platos se estrellas contra el barandal rompiéndose cundo barro la mesa con mis manos– ¡Me quiero ir maldita sea!–
Me arrastra su plato.
- Come un poco–
Empujó la comida hacia él llevándome la sopa en el camino, le cae encima y se levanta de inmediato para sacudirse, aún más por lo caliente del líquido.
- Dile que me deje ir ¡ya!–
- ¿qué quieres comer, Sam?¿te apetece fruta?¿cual quieres?—
- ¿dónde está? dile que quiero largarme¡dile!–
- De esas no hay. ¿Manzana y piña?–
El dolor del estómago me doblega, es insoportable, me llevo las manos a él como si eso lo detuviera.
- Ven, vamos a la cama– Me le suelto una vez, pero a la segunda el tormentoso dolor me obliga a ceder–
Caigo en las sábanas apretando los dientes hasta rechinar para no soltar gritos de dolor. Es como si me estuvieran apuñalando mil veces.
- Aplica la metadona– ordena Richard–
- Ya no puedo más, señor. El señor sufre porque no quiere comer–
- ¡cállate y quítame esto!– Exploto antes de pegar un gruñido que me lastima la garganta–
- ¡entonces tráele comida!–
Richard sube conmigo a la cama.
- Sam tienes que comer–
Cuando siento las manos en mis mejillas noto que estoy soltando lágrimas como el pedazo de nena que soy.
- Por favor, hermano–
Me niego cuando traen comida, tendrán que verme revolcándome de dolor hasta que me dejen ir.
El dolor no para, me vence hasta hacerme dormir.
..............