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ELEANOR
intento dejar atrás los pesares de lo que hice, pero es imposible no sentir tanta culpa. Toda mi vida me he negado a ser uno de ellos, y anoche terminé siendo igual.
Yo juré ser diferente. Yo deseaba ser distinta a ella, y creo que estoy perdiendo la batalla con mi herencia.
Hago las cosas que no pude hacer anoche, se las entrego a Daniel y me preparo para bajar.
El impacto que tengo cerca de la clavícula duele menos que los otros dos de las costillas y estómago. Duele mucho.
Cuando llego al pequeño comedor me encuentro a todos sentados, caben solo 10 personas. No me acercaré a ellos, así que me siento lejos  a un costado de la silla principal.
Me sirven el desayuno pero no tengo hambre
Los únicos que comen son Serkan y Eric.
Una punzada me llega a la cabeza de solo recordar ayer, y otra al corazón de lo maldita que fui anoche con ellos y el alma me duele de escuchar una y otra vez lo que ha dicho Richard.
Tengo tanto pesar por haber permitido tal descontrol, los he lastimado, no se merecían nada de eso.
- necesito hablar con ustedes–
- Cu...–
- vete a la mierda– Richard interrumpe a Samael–
- Solo será un momento, sé que deben estar cansados– Trato de no quebrarme–
- Dije.vete. A la. mierda–
Mi padre me mira como el adolescente, el americano tampoco lo hace y mucho menos los otros dos.
- Rick...–
- ¡Qué No!–
Barre con la comida estrellando todo en el suelo.
- Richard no te atre...–
Levanto levemente mi mano para que mi padre no diga más.
- Lo mejor es que te vayas o nosotros lo hagamos– Pável habla sin atreverse a mirarme–
- mejor nos largamos nosotros– Espeta Richard levantándose– Andando Sam–
- Yo no me quiero ir–
- Está bien– dejo mi asiento– Entiendo–
Le doy una mirada rápida a Sam antes de marcharme.
Duele como la mierda, pero entiendo completamente, al menos a Sam y a Rick, porque a Pável no, él me conoce ¿esta vez que lo hizo diferente? Bueno, esta vez yo los ataqué.
No llamo a mi escolta, si hay alguien que me quiera matar, le seré un blanco fácil hoy, si me dan un tiro, lo tendré muy merecido.
Tomo el auto y salgo de los muros de la propiedad rumbo a la ciudad.
Me hospedo en el primer hotel que encuentro. Rechazó las llamadas de Eric y solo recibo la de una persona. Max.
Aparece en la pantalla tomándose un café con una ceja rota y el labio en las mismas condiciones.
- Eric me dijo que te llamara porque escapaste como cuando tenías 13–
Giro los ojos sosteniendo el celular en un florero de la mesa y sentándome enfrente jalando la silla.
- ¿cómo están?–
Miro la puerta para ver si entra alguien a hacerme el favor de matarme.
- ¿por qué no estás con ellos?–
- No me quieren ahí, Max– medio me río con amargura, lo miro, tiene la taza en el aire, la lleva a sus labios–
- ¿vas a contarme?–
- ¿tú vas a contarme que te pasó?–
Asiente dejando la taza.
Tomo aire.
- Llegué a casa sin ser yo, Max– Sincero– Y llevé evidencia de lo que hice. Ellos saben de lo que soy capaz, Pável lo ha visto, Sam y a Richard se lo he contado, pero al parecer tenía esperanza que fuera mentira, no lo sé, no entiendo porqué Richard estaba tan furioso conmigo– me tallo la frente– Yo me molesté más y terminé...golpeándolo–
- Isabell–
- Me odia, Max– la Voz se me quiebra– Me odian tanto y yo me odio más por mostrarles realmente lo que soy–
- No digas estupideces, Isabell– me reprende– Hiciste lo que cualquiera haría por su familia. Personas como nosotros tenemos las posibilidades de hacer lo que hiciste y más–
- No estuvo bien lo que hice...pero Max...– me seco la lagrima que suelto–
- conozco como cobras tus deudas, Isabell, pero tú estás protegiendo a tu familia. Les guste o no, lo hiciste por ellos–
No me dejo de sentir una mierda.
- Cuéntame que te pasó–  me señalo la cara, resopla–
Gira la cámara a la piscina dónde está su novia en traje de baño tomando el sol.
- ¿la ves?–
- ajá– regresa la pantalla a su cara– quien fuera ella–
- No quería ir a la cama conmigo, me pasé de patán, me dio una mordida horrible y después me tiró su zapatilla–
- A mi me dieron dos tiros en el chaleco–
- Nos pasa por idiotas abusadores–
Tiene toda la razón.
- Lo sé–
- Ah, arregla tus asuntos, porque en una semana me voy a casar–
- Pero dijiste que ni a la cama van–
- ¿y?–
- No creo que quiera, Max. De hecho, hace meses me estás diciendo que no quiere nada contigo pero aveces sí–
- No le voy a preguntar– Suelta obvio–  Se va a casar conmigo y ya–
- Bien...– Sonrío unos segundos– yo he cancelado los preparativos de dos bodas, y creo que pronto la tercera–
- bien, porque es una estupida idea– Niega– regresa a casa–
- y tú no seas un patán–
- Besos, hermanita–
- Besos, hermanito–
Colgamos, me voy a la cama a hacer lo único que quiero hacer. Dormir.
.................
RICHARD
La amo, sé que la amo, pero en estos momentos la rabia que le tengo está sobre todo ese amor.
La detesto, la odio. Es una maldita mentirosa y egoísta.
No quiero quedarme, no quiero volver a verla, pero su gente no me permite salir más allá del portón de la entrada.
- No me contesta– Samael entra a la sala de estar donde hice trajeran una televisor. No le contesto nada– ¿Me escuchaste?–
- ¿y?–
- Yo sí quiero estar con ella–
- Pues te hubieras ido con ella–
Se sienta a mi lado.
- Sé que fue muy mala con nosotros, pero...creo que no es momento de reclamos–
Lo miro
- Ella seguramente asesinó a todo mundo ahí–
No es moral, es que el coraje me mata al saber que no lo hizo por nosotros, si no solo por ella, por querer ser la más fuerte y sobresalir.
Frunce el ceño molesto
- Nosotros nos casamos con alguien que no conocemos–
- Casi cinco años de amistad y jamás hemos conocido dónde creciste–
- no es lo mismo. Yo no escondo que soy un asesino por gusto o por dinero–
- ¿te hace mejor persona matar por tu país?—
Se levanta de un tirón.
- Yo sí la quiero conmigo porque hizo eso por nosotros—
- Cree eso si quieres– retira la mirada porque sabe que tengo razón– Estás ciego al parecer–
- No, simplemente la amo sin importar qué, lo entiendo, yo también estoy muy molesto, pero estuve cinco días encerrado–
- Porque ella así lo quiso– Espeto– Déjame tranquilo ¿quieres? A comparación tuya, yo ya no quiero ser su idiota–
- Richard...–
- Cinco días Sam, y no fue capaz de venir con nosotros, se quedó ahí solo para hacerle saber a esa loca que ella es aún más loca– me levanto— Asesinó niños, ¿qué acaso eso no te pesa?–
No dice nada.
- Inocentes, Sam–
- a mi me pesan otras cosas– Niega cabizbajo– Sé que estoy aquí por mis hijos y no porque ella me ame, pero...mi rabia no es lo suficiente grande como mi tristeza–
Se va sin dejarme decir otra cosa, tiene razón, ella no nos ama, es eso lo que no logro tragar, no lo acepto y por eso estoy con tanta rabia, no somos lo suficiente importantes en su vida como para negarse a tener confianza en nosotros.
Las horas pasan creyendo que en algún momento se va a dignar a llegar, pero no pasa aumentando todo lo que siento.
En la madrugada bajó a la cocina, cierro las cortinas de la ventana porque la oscuridad del exterior es sofocante. La casa no es enorme, pero el patio sí lo es.
Tomo un poco de agua, me siento en una de las sillas y pongo el vaso en mi frente calmándome un poco el dolor de cabeza.
Escucho la nevera abrirse, volteo encontrándome con el ruso sacando una cerveza.
Se sienta frente a mi. Toma su cerveza y se cruza de brazos sin decir nada.
- ¿qué?– Espeto, niega– Entonces vete–
Gracias que el lugar es de un tamaño normal podemos oír cómo se abre y se cierra la puerta.
Se supone que todos estamos en casa.
Nos levantamos y caminamos hacia la puerta principal encontrando a Eleanor subir el primer escalón de la escalera con mucho cuidado.
- Mierda– Suelta el ruso cuando la madera cruje–
- ¿no te dijimos que te largaras?–
Respinga al mismo tiempo que baja.
- yo...solo vine por mis cosas– traga saliva– Creí que estaban durmiendo y...
- ¿y te escabulles como la zorra que eres?–
- Solo vine por mis cosas, es todo–
Doy un paso al frente y ella toma aire nerviosa con un ligero gesto de dolor, no se atreve a mirarme.
- Tu gente no nos deja irnos ¿te vas dejándonos aquí encerrados por cuánto tiempo?–
Niega.
- Mañana les estará esperando un avión, los llevará a Inglaterra–
- ¿Inglaterra? Yo quiero largarme a mi país– Levanta la mirada pero la vuelve a enterrar en el piso—
- Será a donde deseen–
Se quiere ir pero le tomo del brazo con fuerza.
- Rick– Susurra– Me duele–
- No decías eso ayer ¿o si?–
- Discúlpame por favor–
Tanta rabia me hace soltar una amarga carcajada. Tantos años, tantas peleas, tanto...amor, pero hoy siento tantas ganas de hacer que me deje de mirar.
- Es suficiente– El ruso se entromete logrando solo que maltrate a la mujer soltándola de un tirón, de tropieza y cae en el escalón– Richard ya basta– me empuja, me toma de la quijada quitándomela de la vista– Basta–
Le arrebato el rostro.
- Maldita perra, ¡deberías dejarnos en paz!–
El ruso se niega a que vaya con ella.
La veo subir las escaleras apresurada como si yo fuera el asesino a sangre fría.
- Debes calmarte, maldita sea–
- ¿qué acaso tú no estás molesto?–
- Deberías estar agradecido–
- ¡ella nos mintió!–
- Eso me molesta a mi Richard ¿estás seguro que a ti?– Lo pienso, no, claro que eso no es– Aquí solo hay dos opciones, o te mueres tú o se mueren ellos–
- Lo hizo por dinero–
- dinero, amor, venganza ¿no da igual?. ¿A qué crees que jugaba en esos casi dos años que no estuvo Sam?–
Recuerdo cuando me lo contó, pero muy en el fondo lo creí correcto pero más en el fondo mentira, ahora estoy confundido. ¿La mujer que amo una desalmada? Una mentirosa que siempre nos ha hecho creer que tiene buen corazón.
Los pasos se escuchas obligándonos a mirar.
- ¡Ell espera!—
Baja la mujer que tanto odio en estos momentos con Samael detrás.
- ¡¿por qué no nos hablas?!– espeta furioso deteniéndola, pero no lo suficiente pues pasa a mi lado para marcharse— ¡tardaste y aún así tienes el descarado de marcharte!–
Isabell se da la vuelta para mirarlo.
- ¿por qué tardaste tanto?–
No responde
- Dímelo ¿por qué tardaste tanto en decidir ir por nosotros?–
- No sabías si éramos lo suficiente importantes ¿verdad?– Me mira sin expresión– ¿qué te hizo cambiar de opinión?–
- ¡Dinos!– Samael se acerca– ¡no te quedes callada!–
- Las cosas no son así–
-  Es lo que esperamos de una asesina como tú– Escupo– Tuvimos que ser secuestrados para conocerte, Isabell–
- Lo hice para salvarlos–
- ¡mientes!¡deja de mentir maldita mentirosa!–  me enferma– te vimos, ella nos mostró...y tú nos mostraste–
Nos mira sin entender.
- Ella nos mostró tu trabajo como Krysha– Pável responde sereno. Nos mira a los tres atónita–
- Matas por dinero, diversión y egoísmo– Suelto– Tú no ibas a ir por nosotros, pero estoy seguro que ella lastimó tu enorme ego y hasta asesinaste a esos niños, ellos no tenían la culpa–
Frunce el ceño
- No, claro que no, pero ella pedía a nuestros hijos– dice como si en ella no hubiera un poco de alma– ¿crees que les compraría un poni?–
- No te burles de mí–
- Entiendan que todo esto lo hice por ustedes ¡todo!–
- ¡mientes!– Samael me quite la palabra de la boca– Tú jamás harías algo así por nosotros–
- Te equivocas–
- Nos has enfermado hasta el punto de sentir celos de nuestros hijos–
- Sam...–
- No, tú lo has dicho, vivimos para ellos como Eric para ti– en la mirada de mi amigo no hay más que tristeza y confusión, los dos nos sentimos tan molestos que nuestra mente y corazón están en una enorme lucha— Pero no merecíamos que nos dejaras ahí todo ese tiempo–
- Lo siento tanto– dice pero no le creo– Deben creerme. yo por ustedes haría de todo solo para...
- Basta, Isabell– la interrumpo– Tú no solo demostraste que somos muy poco importantes para tu vida, si no también que no sabemos quien rayos eres–
- Fue mucho tiempo– Samael se altera–
- Lo suficiente para darnos cuenta de lo perra que eres– Espeto– No debiste matar a esos niños, y no te atrevas a decir que fue a nuestro nombre– niego– no lo soportaría ¡eran inocentes!–
La rabia me sale en lágrimas que no dudo en secar de inmediato.
- Lo hice– Suelta amargándome más, no hay culpa en su mirada, solo unos altivos ojos grises– Lo hice porque me tocaron lo mío–
- ¡cállate!– Exclamo– Que no somos cosas, no te equivoques–
- No soy un héroe como tú, no hago sacrificios– pasa la mirada por los tres hasta llegar a mi– Soy egoísta, y no soy una santa misericordiosa–
No le puedo dar más la razón.
- Ódienme, tienen el derecho de hacerlo– baja la mirada– Todo lo hice por ustedes– Solloza– Pero para mi no hay vida más importante que la de ustedes, mi familia–
- ¿y aún así tardaste tanto?– Samael replica– A ti no te creo nada ¡no te creemos!–
- ha sido suficiente, Isabell. Mentiras y mentiras ¿cómo es posible que nos engañaras tanto tiempo?–
- Mi abuelo...–
- ¡tu abuelo no es responsable!– Exclamo– Podías decidir. Pudiste decir no...mataste a gente mientras nos engañabas con tu supuesta inocencia– me altero porque no lo puedo creer, yo...amo a mi Niña linda, no a la cosa que vi.– nos manipulaste–
- Si tan solo no lo hubieras pensado tanto, nosotros tal vez no sabríamos nada de esto y mucho menos lo creeríamos— Samael me apoya, suspira– solo estoy perdiendo saliva, nosotros ya no tenemos relación alguna– se mofa con amargura– Ni siquiera tengo valor siendo el padre de tus hijos, así que te los puedes quedar, pero a mi ya no me jodas–
- se acabó, porque tú jamás podrás respetarnos. Juraste no ser igual a tu familia...y mírate, nos tratas como...– Tanta rabia en mi ser– Hace muchos debiste quedarte sola o con quienes soportaran lo perra que eres–
-  No somos los sirvientes de tus hijos, Eleanor– Samael se aleja– Se supone que serías diferente. Que mentirosa– Suelta con asco–
- Nosotros tan estúpidos que te creímos. Pero no, solo somos las vergas que te dieron hijos, objetos y solo eso– niego– Puedes irte a la mierda–
No necesito reclamarle nada, solo me estoy viendo ridiculo exigiendo amor y respeto a alguien que jamás ha sentido algo por alguien.
Me dio la media vuelta para largarme, dormir y a la mañana siguiente jamás volver a verla.
- Yo no soy ellos– Su voz es firme a pesar de los sollozos–Soy peor–
Me giro ante lo dicho.
- Yo prometí no ser esto, pero Eleanor Pierce no podría protegerlos. A ustedes ni a los niños–
Se limpia las lágrimas.
- Yo me enamoré de ella, no de este maldito monstruo– Suelto con rabia— Ahora entiendo que ni siquiera existe–
- Lo sé, lo sé– Dice entre sollozos– Por favor perdónenme, les mentí, pero no fu con intenciones malas– Se nos acerca pero por inercia nosotros retrocedemos, excepto el ruso que se mantiene callado, se derraban más lágrimas en sus mejillas– perdónenme. Perdónenme por no ser buena esposa, por no protegerlos como prometí—
- ahora no es momento de tus lágrimas, esta vez no caemos en tu mierda– Suelto–
- Ya te lo dije, toma a quienes si amas y déjame en paz. ¡Aléjate de mi!– Samael sentencia dándose la media vuelta con los sentimientos quemándole la piel–
- ¡espera! ¡Sam por favor!– mi amigo no hace caso a suplicas– ¡Samael!Por favor–
Estoy a punto de echarla pero mi saliva se queda en mi garganta al verla ponerse de rodillas inundando el lugar con un silencio igual de frío que el exterior.
Totalmente sumisa e indefensa ante nosotros.
- Yo, Isabell Svyatoslavovna...
- Isabell ponte de pie– El ruso intenta levantarla pero ella se niega mirando al suelo–
- Yo, Isabell Svyatoslavovna, Les doy a ustedes mi fé, mi lealtad, mi vida y mi protección. Rendiré pleitesía a sus vidas hasta mi muerte, obedeceré deseos como órdenes y órdenes como deseos, pidan y yo responderé sea hasta con mi último aliento.Por ustedes soy lo que deseen, pero ahora me entrego con el alma para ser solo un sirviente– Solloza– Por favor acéptenme, perdónenme. Se los suplico–
El ruso niega con una cara que jamás le había visto, tristeza transmite con su mirada como el desconcierto y admiración que tenemos nosotros.
- No me desprecies– Suelta en ruso para el rubio, quien se aleja de ella no permitiendo que lo toque. Nos mira y se marcha pasando a un lado de Samael–
Intento recordar sus palabras, y si bien no las he escuchado, excepto algunas, sé que se trata de algún juramento de su familia.
- Yo jamás los sacrificaría, por el contrario hago esto si los tocan–
Se limpia las lágrimas inundándome del melancólico gris de sus ojos.
- yo jamás me perdonaré el haber llegado tarde– baja de nuevo la mirada–
- No, has demostrado ser una perra, y perras como tú no sienten ni una mierda–
Me doy la media vuelta dejándola ahí antes que logre manipularme como siempre, me llevo en el camino a Samael, quien me sorprende haya estado de mi lado.
Cada quien se larga a su habitación. Me acuesto tallandome las sienes.
...................
Me levanto de un tirón ante un fuerte golpe que desconozco de dónde provino, no es la primera vez así que lo tomo como un eficaz despertador.
La odiosa de mi esposa nos hizo traer ropa en la tarde, así que me ducho y visto para bajar, no tengo apetito pero sé que debo comer.
Son las ocho, bajo comenzando a escuchar la irritable muñeca que mi hijo ve todas las mañanas, me lleno de coraje, ¿sería tan capaz de traer a mi solo para manipularme? Claro que sí.
Me voy a la sala encontrándome con un bebé embelesado en la pantalla que exigí. Está rodeado de los cojines del sofá.
- ¿pero qué carajos?–
El sacudir de un líquido me hace girar, el chico rubio del cautiverio aparece mirando al piso y agitando un biberón, pasa a mi lado sin notarme, se hinca frente al bebé y le da la leche.
- ¿te gusta la televisión?– Le habla en ruso acariciando su cabeza– Mamá me daría una paliza si te viera–
- ¿qué carajos haces aquí?–
Como si fuera el enemigo toma al bebé y me da la cara aún en el suelo.
- Tranquilizante, no te haré daño–
- Lo siento, yo quise ayudarlos– Noto como traga saliva–Pero Zaria...
- ¿cómo llegaste aquí?– lo interrumpo, no me acerco, se ve muy nervioso-
- Tu...tu esposa...dijo que esta noche podía irme a donde quisiera–
- ¿ella te trajo aquí?– asiente– ¿por qué ?–
- No lo sé...¿crees en verdad me esté dejando ir?–
Ahora que sé quién rayos es, no tengo idea.
- ¿ya desayunaste?–
Niega
- Pero puedo hacerte lo que quieras–
Se levanta con bebé en brazos– ¿qué quieres?–
- No es necesario–
- No hay nadie en casa. ¿Por qué no hay sirvientes?– camina pasando a mi lado. Me quedo bajo el arco de la sala unos segundos . Lo sigo aún más que confundido,, entramos a la cocina.
- ¿qué quieres?–
Abre la nevera con el bebé en brazos.
- Creo que puedo hacer una sopa. Pero si tienes hambre unos emparedados, o huevos–
Me siento jalando una de las sillas de la mesa.
¿Qué rayos sucede?
- Lo que quieras– me toco la frente sintiendo el caliente de mi dolor de cabeza.
- Buenos días– El acento francés por alguna razón me incrementa la jaqueca–
- Buenos días, señor–
- ¿sabes dónde está mi hija?–
- Matando a un gatito bebé posiblemente–
- amaneciste payaso– se sienta enfrente de mi– ¿tú qué haces? Prepara algo para comer–
- Sí, señor–
- No la he visto desde ayer–
- estuvo aquí pero quien sabe– me encojo de hombros. Lo veo mirar atrás de mi, volteo para ver a Samael confundido. El cabello lo tiene sin ninguno químico mostrándolo más claro, una camisa verdosa desfajada y unos Pantalones negros, pero no de los típicos de traje, son los que usa para fines de semana o días libres para mostrarse elegante pero casual.
Se sienta a mi lado observado al chico ir de ahí para allá con el bebé.
- Eso no es...
- ajá–
- ¿fuimos otra vez Drogados y secuestrados?–
- Isabell lo hizo traer– Eric gana nuestra atención– ¿por qué? No tengo idea, no pregunten–
El chico trae a los tres vasos de jugo, yendo y regresando.
- ¿y ella dónde está?– Samael cuestiona bebiendo del jugo–
- No tengo idea–
El chico nos sirve huevos a nosotros primero y después a Eric.
- ¡haré lo que me venga en gana!–
Todos volteamos, pero desde aquí solo se ve el comedor. Sé que es el adolescente.
- ¡te estás comportando como una maldita marica!–
Se escucha más la colérica voz del chico, cada quien hace como que no nos dimos cuenta.
- ¿qué dijo?– Samael se acerca a mi–
- Le dijo marica a alguien–
- Sí, al marica de mi padre–
El adolescente llega a nuestros ojos abriendo furioso la nevera sacando una botella de agua.
- ¿y tú quien carajos eres?–
- Caleb, y él es Bogdan– Me viene a la mente el documental que Oliver me obligó a ver sobre nutrias y como estas muestran a sus bebés–
- ¿desde cuándo los sirvientes pueden traer a sus mocosos?–
- El bebé es un Volkov– Habla Eric, Serkan los mira y sin más se sienta con nosotros ocupando la última silla.
- ¿quiere que le prepare algo?–
- Quiero que desaparezcas–
El rubio obedece.
- Amaneciste con el pie izquierdo– Comento, pruebo los huevos revueltos notando el buen sabor–
El aire de alguien pasar a mi lado me hace alzar la mirada, me hago hacia atrás cuando los vasos caen por el sonoro impacto de la cabeza de Serkan con la mesa.
- ¡¿qué rayos te pasa?!–
- Me vuelves a insultar, y te azoto hasta cansarme–
Todos estamos histéricos, lo confirmo cuando Serkan se levanta empujando a su padre. El Niño ruso que conocí hace mucho ya no existe, por el contrario es casi un hombre que por mínimos centímetros es igual de alto que nosotros.
Samael agarra su plato rápidamente antes que los dos rusos cayeran en la mesa, sigue comiendo como si padre e hijo no se estuvieran agarrando a golpes.
Eric y yo nos levantamos, me alarmo cuando Serkan se lo quita de encima e intenta desenfundar la pistola que tiene en la espalda, no llego a tiempo para impedirlo, pero Pável se la arrebata dándole un culatazo.
No sé en qué momento, pero Eleanor aparece protegiendo a Serkan haciendo distancia con su brazo. El joven se vuelve Niño en segundos.
- él se lo buscó– Espeta Pável–
- ¡no! ¡Tú eres un cobarde que quiere dejar a mamá!–
Observo la expresión de Eleanor, notando nostalgia
- ¡cállate!–
- ¡cobarde!– Lloriquea– ¡y yo no me quiero ir!–
- Cuándo seas grande tomarás tus desiciones– Se dirige al chico que tiene atrás, es demasiado pequeña, incluso para alguien de 16 o 17 años–
- Pero yo...
- A donde tu padre vaya, vas tú hasta que seas un hombre. Mientras tanto obedeces–
- Siempre arruina todo– Se molesta– Es tan cobarde ¡te odio!– Suelta con tanto coraje– Ojalá te hubieras muerto en Alaska ¡muérete!–
Pável le mira sin expresión, de estar en su lugar no podría sentir más que pena–
- Serkan...–
- Me iré a casa– Interrumpe a Eleanor, se limpia la nariz– Gracias papá, gracias a ti jamás voy a ser el maldito cobarde que eres tú–
Serkan se marcha dejando a todos sin decir nada.
Eleanor pasa indecisa a un costado del ruso para llegar a la nevera, Pável se hace a un lado, los tres viéndola sacar una bebida energética.
- Este...– Carraspea– La escolta los llevará al hangar. Dos pilotos, dos aviones. Uno a Inglaterra y otro a California–
- ¿por qué el esposo de Zaria está vivo?– Pável cuestiona molesto, Eleanor mira al suelo. Se mofa–Mientras ella nos tenía como perros, tú le das techo y comida hasta a su cría—
Eleanor no dice nada–
-Aún te tiembla la mano. Pero no siembre ¿cierto?– Reclama– me tengo que ir, yo me quedaré aquí, en Rusia–
- Bien...solo que la escolta te acompañará...hasta que ya no seas...mi esposo–
- Llegaré a Inglaterra para el papeleo– se guarda el arma– Debiste hacerlo, niña–
Un momento ¿no todos estábamos molestos porque era una loca asesina?
Todo mundo se marcha en segundos dejándome solo con Samael quien deja el plato vacío en la mesa.
Lo obligo a mirarme sosteniéndole la quijada.
- Estás drogado ¿de dónde mierda sacaste?–
Me quita la mano con fastidio. Es ilógico que tenga si terminó su frasco en cautiverio.
- ¿qué te metiste? Porque tus medicamentos no fueron–
- ¿por qué te alteras?– Se levanta– cálmate–
Recuerdo París y hace algunas semanas , la cantidad de mierda que se metía era preocupante a tal grado de volver a Sam un maldito fantasma.
- Deberías estar feliz– me palmea el brazo– Estás por convertirte en el único esposo de Eleanor–
Hace días hubiera sido una gratificante noticia, ahora, quizá no tanto.
- ¿por qué debería quedarme con ella?–
Samael me mira encogiéndose de hombros.
- Entonces quédate con la rubia, seguro te acepta de regreso–
En esta casa no podemos ir a muchas partes, así que coincidimos en ir a la sala, donde ya se encuentra el chico.
Nos sentamos en los sofás observando cómo el bebé anda de aquí y allá con pasos torpes y gateando.
Llega a las piernas de  Samael y como no está siendo el de siempre por tanta mierda, lo levanta.
- Que bonito ¿cómo te llamas?–
- Bogdan– Contesta el padre–
- Mis hijos igual se llaman así de feo–
- Son nombres Rusos– Replica el chico–
- Igual están bien feos. La suerte que los bebés no son feos–
Samael le toca el lacio y negro cabello del Niño.
- ¿es tuyo de verdad?–
- El preservativo se rompió...ella solo quería tener hijos con su amante– hay pena en su rostro– Tuve que hablar con su consejero, él le prohibió abortar y con eso toda su familia–
- ¿la obligaste a tener un bebé?– hago una mueca–
- Me costaron muchas golpizas, pero sí, yo quería un bebé, así no me sentía tan solo– Se sincera– ¿Los tres tienen hijos con Isabell?-
- El ruso idiota no– Contesta Samael dejándose tocar la cara por el bebé–
- Oh...¿Isabell no lo quiere? ¿Con él la obligaron a casarse?–
Yo niego
- es más complicado–
Entiende que no voy a decir más y asiente.
- Zaria quiso hacer su esposo a ese tipo–
- ¿y no lo era?– indago–
- No, no tenía tanto dinero como para mantener a dos esposos, ni siquiera las exigencias de un amante. Era literalmente su amante, si la descubrían se lo mataban–
- ¿y por qué rayos no dijiste algo?– Samael lo mira– Se acostaba con tu mujer–
- Porque si no ella me tiraba al río congelado y dos, no es que me importara mucho, me casaron con ella a los 15–
- Así que tienes familia rica, supongo– mi amigo acaricia al niño al punto de comenzar a molestarme–
- No, el abuelo me ayudaba a pagar mis estudios, le caí bien para Zaria y bueno...yo acepté para mantener a mi familia– 
- ¿irás con ellos?– cuestiono–
- No lo sé–
- oye, la casa era muy lujosa ¿no le da para un amante?– Samael alza y baja al niño haciéndolo reír–
- Mmmh no. Imagínate pagarle a más de una persona un poco más de 3 millones de rublos–
- ¿Eso cuánto es en libras? A nosotros nos da 60 mil libras mensuales, creo–
- ¡a los tres!–
Asiento
- Deben nadar en lujos– sonríe sorprendido–  No, Zaria era rica Como todo Volkov, pero ella debía rendirle cuentas a su padre y su hermano mayor–
Resoplo
- Pues presumía ser más que Isabell–
- Esas actitudes jamás se las vas a quitar a un Volkov– Niega-
- Amén por eso- Samael ríe– oh miren, se durmió–
- lo llevaré al dormitorio– el padre del niño se levanta y le quita el bebé a Sam– Gracias por la charla– se marcha dejándome con la incógnita de que tan rica es Eleanor. Más que yo es obvio.
Me saca de mis pensamientos el golpe que recibe el sofá cuando Sam se sienta a mi lado.
- ¿sabes qué quiero?–
- ¿espacio?–
- No, quitarme la calentura–
Me jala de la mano hasta ponerla en su paquete, intenta besarme pero me doy el parón.
- Estás muy drogado– Espeto– lárgate a dormir antes que te noquee– advierto– Es impresionante que tengas ganas a pesar de todo–
Se cruza de brazos.
- Pues sí, y dudo Ell quiera coger conmigo con todo lo que dije–
Chasqueo la lengua tomando el control y cambiándole a la caricatura por una película. Me siento en otro sofá sin entender una mierda de la película porque todo está en ruso.
En un rato miro a Samael, duerme con pesadez gracias a lo que se ha metido.
Cuando estoy por cerrar los ojos y hacer lo mismo la puerta es abierta con tosquedad, desde aquí veo al amigo de Eleanor, Hedeon.
- ¡bambi!¡estoy en casa!–
- ¡ya te escuchamos!– Respinga girándose a mi voz–
- Hola vaquero– sonríe amistoso, se acerca con un maletín de doctor–
- ¿qué haces aquí?-
Detrás de él veo a Eleanor salir de dónde están las escaleras, se percata dónde está el doctor y se acerca, ve a Samael unos segundos para volver a su amigo.
- Lo Bueno es que estaba aquí en Rusia, si no estarías con alguno de mis aburridos hermanos– Suelta girándose–
- Ajá–
- ¿qué? ¿Ahora hay reunión de sicarios?–
Hedeon me mira sin entender frunciendo el ceño.
- Vino a un chequeo de rutina– dice Eleanor– Solo eso–
- ¿crees que una niña rica pueda contagiarnos algo?–  bufo–
- ¿por qué les contagiaría algo?—
Carraspeo
- solo apresúrate–
Deja sus cosas en la mesita, de pone de cuclillas saca o cuanta cosa. Me comienza a incomodar la mirada de la mujer sobre mi, me tapo disimuladamente la herida recién cicatrizando del cuello.
- No tienes que estar aquí–
- Si necesitas algo me avisas–
- Conozco a Zaria– se pone el estetoscopio–
- no me digas–
- Tiene casi mi edad– checa mis latidos– ¿hubo alguna exposición que pudiera afectar la salud de alguno de los tres?–
Recuerdo todas.
- Nos tiró a un lago congelado. Dolió como la mierda, siempre nos hacía cambios de temperatura–
Asiente, se levanta para ahora estar en mis pulmones.
- Respira hondo y exhala– Obedezco–
Hace un chequeo rápido en silencio terminando con mi boca.
- Tu garganta está irritada– Me tantea el cuello– Me impresiona que alfa esté vivo– Lo ve unos segundos y vuelve a mi–
- ajá–
Nota la herida, la toca con sus guantes de látex provocándome dolor, me alejo pero él vuelve a presionar.
- está infectada–
Estuve tanto tiempo con ella ahí y aún así no pude verla ni siquiera en el espejo dónde aveces nos dejaba ducharnos, tuvo que ser aquí.
- pues no la toques que duele–
- Tranquilo– Saca otras cosas de su maleta y se sienta en el brazo del sofá – Los Volkov creyéndose que están en teen wolf– niega–
- No todos–
- Los Que conozco sí. Zaria es una loca obsesionada con eso, la creería capaz de hasta comerse a su cría–
Me quejo un poco con lo que hace en la herida.
- Le gustaste mucho como para que hiciera esto–
- ¿crees que quede marca?–
- Eso era su objetivo, pero uno de mis hermanos es un buen cirujano plástico, te lo dejará como si nada–
Frunzo el ceño
-¿cuántos hermanos son?–
- más de lo que podrías imaginar– Suelta divertido. Me revisa los golpes de la cara y los de las costillas, simples moretones que deja pasar para dedicarse a mi cuello. Me duelen, pero en el alma–
- ¿por qué Eleanor y tú mataban gente por dinero?– Se queda quieto, alza la mirada sin expresión. continúa con su trabajo en seguida.
- ¿vas a contestar?–
- Háblalo con tu esposa no conmigo–
- No quiero excusas tontas de ella, dímelo tú– exijo–
- No todos los Ivanovic queremos ser doctores–
- ¿pero sí un asesino?–
- Escritor– Sonríe– Por eso coincidí tanto con Bambi, era de esperarse que le gustaran tanto los libros, su padre es Eric Parisi–
- Aún no respondes mi pregunta–
-  desde que tenía seis años me comprometieron con Isabell, y me estaban entrenando para ser como uno de ellos. Pelee junto a mi futura esposa, le curé las heridas y ella protegió mi espalda. Éramos niños que una vez ella cumpliera los 11 nos casaríamos– termina de curarme– Mientras me mataba por ser un médico. El abuelo de Eleanor me convenció de usar mis dones, además creyó que sus bisnietos lo tendrían– Se ríe–
- Te daré miel para esa garganta–
- ¿por eso lo hacías?–
- Ganaba mucho dinero también. Esas son mis razones, las de tu esposa no las conozco–
- ¿por diversión?–
- Todos ahí queríamos jugar, y no a eso, te lo aseguro–
Termina conmigo, levanta a Samael y hace lo mismo.
- Deja de tomar otras cosas que no te señale– lo regaña–
- Lo que tú me envías no sirve–
- Sé que el Alemán te recetó píldoras distintas–
- ajá, al punto–
- Toma lo que te mando yo– insiste-
Nos saca muestras de sangre y comienza a guardar todo.
- ¡Bambi!¡Ven!– grita con fuerza, los pasos en la escalera se hacen presentes y con ellos aparece una Eleanor agitada–
- ¿qué sucede?–
- Ya terminé–
- ¿y por qué gritas?– niega– ¿están bien?–
- Sí, puede que lleguen a tener gripa pero nada importante–
- Bien–
- Debo revisarte los...
- Yo estoy bien–
El doctor toma uno de los cojines del sofá y se lo avienta, Eleanor se lleva una mano al estómago y otra a una de sus piernas.
- Maldito desgraciado– Suelta adolorida en ruso–
Aparto la mirada de ella, algo me hace querer mimarla, pero no puedo ser tan débil.
- Se una linda esposa– La escucho quejarse llevado otra vez sus ojos a ella. Hedeon le ha enderezo abrazándola por los hombros sin delicadeza, le lleva varias veces contra él palmeándole la mejilla. Le provoca dolor que ella intenta disimular- Y Cura las heridas de tus hombres–
- Ella no tiene...– Le vuelve apretar sacando un gemido de dolor que me interrumpe–
- ¿dónde está él otro?–
- Revolcándose con su esposa porque seguro pensó que jamás volvería a verla— Samael se mofa–
- Eso tiene sentido, la extrañaba– Añado–
- Las heridas están algo infectadas, la perrita esa no las dejaba cicatrizar– la suelta con brusquedad, Eleanor se sostiene del arco adolorida– Y tú no seas más perra– El chico se acerca a recoger sus cosas– aunque todos aquí sabemos que lo eres–
- No hay duda– Susurra–
- ah, si vuelvo a notar que golpeas a alguno de tus maridos olvídate de la amistad con mi familia–
No dice nada, se detiene en el arco
- ¿me escuchaste o te haces la estupida?–
- Lo hice–
- ¿perdón?–
- Te escuché– Habla más alto -
- Richard necesita ir a Moscú con Dorothy. Le sacaré una cita– El joven saca su móvil– Te envío las recetas. El pago es ahora–
- Bien– ella saca el móvil–
- 45 mil...–
ella teclea no sé qué
- Libras– aclara, Isabell levanta la mirada a su amigo– Casa uno, yo convenzo a ricitos de oro–
- Claro– hace un par de movimientos mas, en segundos suena el celular de Hedeon– ¿algo más?–
- regrésate a tu país, que en Rusia no perteneces– espeta, Samael y yo nos miramos sin entender– Hasta luego caballeros, les dejo una excelente enfermera– se despide amistoso–
La puerta se cierra quedando los tres en un incómodo silencio.
- Te devolveré lo que pagaste– suelto–
- yo no, me dejaste en la ruina– Samael se vuelve a acostar en el sofá–
- Sería bueno que habláramos– se endereza con la mano en la costilla–
- No tenemos nada de que hablar– Sentencio– pero sí hay algo–
Detiene su marcha regresando
- te escucho–
- El bebé y el tipo rubio ¿qué hay con ellos? ¿Por qué los salvaste?– cuestiono- se sincera—
- Una balanza, haz algo bueno si has hecho el mal– no me mira– El abuelo nos enseñó eso–
- ¿para no arder en el infierno?– Samael se burla–
- Para no arder aquí– Me da una última mirada melancólica antes de irse–
Maldita sea, no puedo verla así, no cuando yo soy el idiota que le provoca su tristeza.
- Eres un estúpido si caes en sus ojitos de conejita–
Me giro para ver a Samael abrazando el sofá dándome la espalda.
- yo no estoy cayendo en nada–
- ¡oh pobre niña linda!¡he sido tan idiota!¡debería ir ahí y darle besos!–
- ¡claro que no!–
- Claro que sí. Como si no le conociera– resopla–
Maldito. Veo un rato la tv pero Samael tiene razón, de los tres creo soy el mal débil ante sus encantos. Sigo furioso con ella, pero eso no quita lo que siento.
Subo las escaleras, camino a la puerta de la habitación donde debe estar. La puerta está medio abierta. La puedo verde desde la pequeña abertura, está de frente a mi sentada a la orilla de la cama junto a la lámpara.
- Lo hice. Sí, como me dijiste– habla en ruso, hace una pausa bastante larga– Lo debería hacer, esto me está jodiendo. Es que a mi no me importa lo que Eric te haya dicho – enfurece– Esta no es mi guerra, tú me metiste en esto– Se levanta para sacar algo del mueble de noche– ¡no pretendas que deje a mi familia !- exclama volviéndose a sentar–.A  mi tu mierda siempre me ha importado un carajo. ¡Ya lo hice! Ya No me jodas, abuelo–
Cuelga irritada dejando a un lado el teléfono talándose la frente, voy a entrar pero de nuevo recibe una llamada, le cambia el ánimo cuando ve la pantalla, contesta llevándose el aparato a la oreja.
- Ángel...¿todo bien?– Oliver, debe ser él, conforme la llamada transcurre me lo asegura,por lo que escucho El Niño se enteró de nuestro secuestro, le hace saber varias veces que estamos bien haciéndome dudar el que me vaya– No, no discutimos, pero debes entender que ambos necesitan un tiempo para estar bien, están muy estresados. Están bien, de hecho, tu papi Rick creo que tiene trabajo urgente que hacer en America....creo que no, pero seguro te hará videollamada para despedirse de ti y tu hermanito...lio amor, de verdad no estoy...– se quita el celular para mirarlo, niega dejándolo alado.
Se le nota lo irritada y adolorida. La veo quitarse la sudadera que tiene la ver algunos vendajes que usan los Ivanovic.
Se los comienza a quitar descubriendo los impactos de balas que no le quitaron la vida gracias al chaleco. Manchas enormes para su delicado cuerpo le causan dolor con solo pasar sus dedos.
Abre el frasco que sacó para poner una crema. Toco la puerta tres veces.
- ¿puedo pasar?–
- Dame un segundo—
No me espero, entro cerrando la puerta tras de mi dándolo sólo el tiempo de ponerse la sudadera en el pecho.
- ¿sucede algo?–
- Déjame ayudarte–
- Estoy bien, el chaleco hizo todo– dice nerviosa, se hace a un lado incomoda cuando me siento junto a ella– No merezco tu ayuda–
- Ni siquiera mereces que te de un vaso de agua en el desierto– le quito la tela– Pero me diste un hijo, y eso te lo agradeceré siempre–
Le unto la crema en donde tiene los golpes, primero el de cerca de la clavícula, se queja suavizando mi tacto.
- Caleb me contó lo que Zaria hace con él y otros...– no digo nada– ¿lo hizo con ustedes?–
- Nos bañó en agua gélida– 
- ¿solo eso?– insiste–
- Lo básico, no tiene muchas ideas de tortura. Acuéstate– Obedece, le pongo más con toda la delicadeza que puedo–
- Siento tanto lo que te hice. Jamás me perdones, Richard. Ódiame siempre por haberte lastimado– no me mira, si no al techo, no dudo en secar la lagrima que recorre su mejilla, me acerco recostándome a su lado para dejar un beso.
- Te detesto, te odio, solo veo en ti una mujer fría a la que no le importo...pero así mi corazón se niega a dejar de latir cada vez en tu nombre–
- Richard–
-  Mi Niña linda– Toco un mechón de su cabello observando el gris de sus ojos que me miran sin entender mi estupidez.
Tal vez algún día la deje de amar, pero no será hoy ni mañana.

MY BUNNYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora