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RICHARD
El calor insoportable que siento me despierta a pesar de no querer, estoy empapado en sudor, intento moverme pero estoy colgado como una maldita vaca totalmente desnudo con los pies encadenados al suelo, la verga me duele, mareado me la miro notando que estoy duro expulsando líquido de lo excitado que estoy.
Levanto la mirada a las cadenas, suenan cuando intento quitarla, miro a mis lados encontrando a los otros dos en las mismas condiciones.
El intenso calor marea, pero que la mujer loca aparezca nos pone alertas.
- ¿qué nos diste?– Pável cuestiona–
La mujer se me acerca rozando mi punta con su ropa, estoy tan sensible que duele.
- Es verdad, tienes otras cosas largas– Se me ríe, se aleja caminando a una mesa– Me gusta que los hombres estén listos para mi, pero darles placer me encanta– Se gira con una varilla de metal delgada–
- no te atrevas– Samael gruñe–
- Les va a gustar– se acerca de nuevo a mi– comencemos contigo vaquero–
- Mejor mételo en tu culo, maldita enferma– Suelto con rabia, niega tomándome los huevos, duele pero lo disimulo– No te muevas– advierte pasando la mano a mi verga, me mareo más cuando veo sus intenciones–
- ¡enferma!— forcejeo en vano–
- No te muevas– Samael vuelve a advertir, lo miro, estoy asustado pero él resignado al parecer, le obedezco, regreso a mi miembro para ver cómo introduce la varilla en mi uretra, hay dolor, la presión es incómoda, cierro los ojos sintiendo como introduce el metal cada vez más.
La incomodidad sigue pero que lo mueva estimula cosas que jamás creí que se pudieran utilizar para eso, no es agradable, no en estos momentos y para mi absolutamente no, no me gusta.
No me gusta que mi cuerpo esté reaccionado a tal cosa hecha por esta mujer. Mete y saca el metal al mismo tiempo que manosea mis testiculos hasta hacerme sentir una maldita basura derramándome como si fuera lo mejor que me ha hecho. Ahogo el gemido de haber terminado. Esto es humillante, asqueroso.
No tarda es disfrutar hacerle lo mismo a mi amigo y al ruso.
Toda una hora nos hace cuanta mierda se le ocurre, avergonzándonos con cada derrame que provoca con sus manos y objetos que si bien son para placer, ahora son para tortura.
El horrible calor de la habitación y las constantes eyaculaciones nos dejan sin ánimos, yo no puedo ni siquiera mantenerme de pie lastimándome las muñecas.
Alzo la cabeza para ver a mis compañeros, no soy el único.
Las cadenas bajan y solo siento como caigo de rodillas.
- Apuesto que Isabell no hace esto por ustedes– se ríe jalándome el cabello para mirarla– Dudo mucho ella los deje tan agotados– me estampa un beso aprovechándose de mi debilidad–
- Bonito vaquero– susurra en mi oreja dándome asco y miedo– Vas a ser tan mío– No la veo pero sé que sonríe– Olerás a mi–
Me suelta y Se aleja un poco , no levanto el rostro, esto es horrendo, pero me torturo más notando mis fluidos en el suelo siendo aplastados por sus zapatillas.
El choque de líquido caliente me despierta, levanto un poco la mirada anqueándome de inmediato lo que hace, pasa a mi amigo terminando en el ruso.
Nos empapa de su orina y no entiendo porqué está tan enferma.
Se larga dejándonos ahí sofocándonos en el horno de habitación, sedientos y sucios. Pierdo la conciencia, y lo único que pienso es:
¿En qué momento llega?
...............
Logro despertar, es la misma habitación. No hay calor pero apesto recordando todo lo que nos hizo esa loca.
Sigo desnudo, me levanto poco a poco viendo a Samael a mi costado durmiendo, a unos metros está Pável.
Me siento, me veo el torso tocando moretones que no duelen,no son por golpes, el cuello me arde y por instinto me toco la zona, duele, mis dedos se manchas de sangre revelando una herida que desconozco cómo se hizo. Es grande y dolorosa.
Sam gruñe a mi lado, se levanta con los codos y me mira.
- ¿qué te pasó en el cuello?—
Niego
- No tengo idea– le muestro– no veo ¿qué es?–
Mira la herida y después a mi sin expresión alguna, tarda unos segundos en contestar.
- Nada, tal vez cuando nos trajeron aquí te lastimaron esos imbéciles– Espeta–
El ruso no tarda en levantarse.
- ¡maldita loca!— es lo primero que dice– ¿pero que clase de tortura es esa?–
- Es sounding–
Los dos miramos a Samael
- ¿qué cosa? ¿Lo del pene o la orinada?– pregunto furioso—
- Lo de penetrar...ya saben, es una...–
- ¿y tú cómo sabes eso Samael?– El ruso habla asqueado–
- Leo– suelta obvio mi amigo– y lo otro es un acto de humillación en el BDSM–
- ya me quiero ir a mi casa– Pável se pega a la pared apoyando la cabeza–
- Sí, yo también, eso de vernos las bolas no me está gustando–
Pasan varias horas hasta que nos traen unos tipos bandejas con comida, la prueban y se largan.
Estamos hambrientos, así que devoramos lo que nos dan, la botella de agua no calma mi sed, pero sí la controla.
Desconozco las horas exactas que llevamos encerrados aquí, no hay ventana alguna que nos dé esa información. Dormimos un poco hasta que nos levantan tirándonos agua helada.
Al menos así nos han quitado la orina de esa mujer.
Nos dan varios cubetazos más.
- la señora los quiere ver– el que habla nos tira toallas y ropa limpia. No tardo en comenzar a secarme y limpiar todo lo que me hace sentir sucio– Tú, ven aquí–
- ¡tú Americano!– dos de los tipos me jalan del brazo con fuerza–
- ¡cuidado estúpidos!– me quejo–
- ¡que vengas!–
- ¡¿a dónde se lo llevan?!– Samael intenta seguirme pero medio veo que le cortan El Paso– ¡Rick!—
Forcejeo pero me arrastran a una habitación, me meten a la fuerza, en el camino puedo ver que es de día, pero no sé exactamente la hora–
- Dúchate–
- No lo haré con ustedes aquí, idiotas—
- que lo hagas, Americano– Se me acercan y la verdad no estoy para peleas en las condiciones en las que estoy–
- ¡está bien!¡lo haré!–
Obedezco, escoltan la puerta de la ducha. Me pongo tanto jabón puedo pero aún así siento suciedad en mi.
Orino con ardor pero no es imposible. Cuando salgo de la ducha llegan dos hombres con arneses, supongo sirvientes a hacer Justo lo de la primera vez.
Me visten y ponen impecable. Salgo de ahí como si no fuera un maldito secuestrado. Me empujan hasta una sala.
La mujer está de espaldas a mi frente a una chimenea con una copa. Me hacen bajar los dos escalones para llegar al lugar de los sofás.
- Señora–
Se gira y no apartó el rostro.
- Se pueden ir– No tardan ni dos segundos en obedecer dejándome solo con la loca–
- Traje algo para ti– La sigo con la mirada, del sofá toma un sombrero totalmente nuevo, cuando me lo extiende no se lo recibo, me lo pone– Se te ve lindo– alza mi rostro poniendo sus dedos en mi mentón– Bonito vaquero– me intenta besar pero hago a un lado el rostro con todo el asco que le tengo–
Me da una fuerte bofetada y enseguida agarra con fuerza mi mandíbula para mirarla.
- no te atrevas a rechazarme, bonito–
- puta, eres puta muerta— Digo–
- De aquí nadie se va, menos tú, bonito– hace más presión– Aquí te daré todo lo que quieras, traeré a tu hijo para ti, dime ¿dónde está Narccise?–
No hablo
- ¿no lo quieres aquí contigo?– suaviza el agarre acariciando mi mejilla, baja a mi herida– bonito, con hijo o sin hijo tú te quedas aquí. Ya eres mío, lo disfrutaste muy bien esta mañana–
- ¿de que diablos estás hablando?—
- ¿qué no te acuerdas?– me obliga a recibir el beso–
- ¿qué?...¿de qué mierda hablas, loca?–
- ¿Follamos tan bien que no te acuerdas?– se carcajea. Ella...
- Señora– si me sentía sucio, ahora peor–aquí están los otros dos–
Intento recordar pero no hay nada, no puede ser. Solo está engañándome.
Me sienta de un empujón. Sam y el ruso no se ven igual a mi, me miran con desconfianza pero ni siquiera yo sé que está sucediendo.
- Ultima oportunidad para decirme dónde está el cachorro de Isabell— bebe del vino–
- O nos dejas ir, loca—espeto–
- Isabell...–
- Sí, es lo que tú digas, pero nosotros unos traidores no somos– Samael la interrumpe– Si nos quedamos con un Volkov Psicopata...será con la nuestra–
- No pretendo hacerle daño a sus hijos. Una vez nos iniciamos, nuestro deber es proteger el clan– se sienta en el sofá individual– Si Isabell es llevada a juicio y sentenciada como su madre, alguien debe mantener a salvo a su cachorro–
No decimos nada.
- Sus hermanos son bienvenidos claro está, nadie aquí es un monstruo. Proteger la vida de nuestro clan es lo importante– toma de nuevo– Lo mismo pasó cuando murió la madre de Isabell. Uno de nuestros tíos se hizo responsable de ella y del negocio que no debió heredar– hace una mueca–
- No intentes manipularnos– me mofo– De nuestras bocas no sale nada, y te recuerdo, loca, nosotros solo somos simples objetos ¿tú le dirías tus secretos a objetos?–
Me cruzo de brazos, suelto todo furioso, porque sí, eso hemos sido para Eleanor.
- ¿quieres a Isabell? Ella jamás vendrá por nosotros, ni siquiera por su hijo mayor– Pável niega– Yo te diré dónde está Narccise Volkov, el favorito–
Mi corazón se acelera y el estómago se me hace pequeño.  Lo miro con todo el odio que se merece, la ira se mete en la piel y no haga más que lanzarme contra él.
- ¡aléjate!– Me empuja, pero si no lo mata esta mujer, lo haré yo justamente ahora–
- Eres un maldito envidioso– Deja de luchar cuando le tengo de la camisa–Me da tanto gusto que todos los tuyos estén muertos, maldito–
La mujer me quita de encima.
- Tranquilo, bonito. Lo que deberías hacer es cooperar como lo hace tu amigo–
- Eres un traidor– Samael suelta con asco–
- te lo voy a decir si me dejas ir–
Su voz solo me da asco.
- Eso no es parte del trato–
- Entonces no te digo dónde está su favorito, porque soy el único que lo sabe–
- ¡maldito!– quiero matarlo pero ahora es Samael el que me detiene–
- Mejor comamos algo ¿quieren?– nos señala por dónde caminar, obedecemos. Ni siquiera puedo mirar al ruso, si salgo de esta lo mato–
Nos sienta en el mismo comedor, con ella en la cabeza de la mesa, pero esta vez solo está el chico rubio. En su ojo hay un moretón que no deja ver bien teniendo el rostro abajo.
- Sírvenos–
El chico se levanta en seguida.
- ¿a qué te dedicas, bonito?–
- A nada– Me limito a decir–
- ¿a nada?–
- Sí–
- ¿y qué hay de ustedes?—
- Lo mismos– Samael se cruza de brazos–
La mujer frunce el ceño y niega
- ¿y cómo te hiciste esa herida del ojo?¿haciendo nada?– me mira–
- que te importa–
El chico rubio nos sirve ensalada con ayuda del servicio y se vuelve a sentar.
- ¿ella te lo hizo? ¿Qué hiciste?–se ríe– ¿lo ves? Yo no soy tan mala, cariño–
El chico rubio asiente, lo observo, come con cuidado, supongo debe tener la cara golpeada.
La ensalada no me da náuseas así que la como.
- Quiero mi sombrero de nuevo– Digo y ella niega señalándome el que tengo puesto con el tenedor.
- Ya tienes uno nuevo–
- Pero quiero el mío–
- El que tienes es tuyo, bonito–
- Y yo quiero mi cadena–
- te compraré otra. ¿Son así siempre de exigentes?–
- yo quiero mi liga–
- Mejor muérete– le suelto al ruso–
- Ella va a venir- Samael dice seguro–
- Isabell jamás los encontrará, ahora son míos– sonríe burlona.
Por suerte esta vez no nos envían a esa horrible habitación, si no a una decente.
Samael y yo nos quedamos lo más lejos del ruso quien no dice nada.
Hay una cama pero nadie la utiliza, comienza un terrible frío que me obliga a acercarme a mi amigo mientras estamos sentados pegados en la pared.
Pável se mete al supongo cuarto de baño y sale regresando a su lugar. Esta mujer nos va a matar metiéndonos Caliente y frío cuando se le pega la gana.

MY BUNNYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora