Sentimientos confusos.

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Chisato estaba parada en la acera, por más que quisiera moverse o reaccionar sus pies parecían enraizados al concreto.

- ...No puede ser.

Después de unos minutos volvió en sí. No perdió más tiempo y corrió en la dirección del auto,sabiendo que por su propia cuenta no los alcanzaría. Se detuvo en medio de la carretera en plena luz verde del semáforo.

Ella se metió de lleno en sus pensamientos sin notar el lugar donde estaba. Muchos vehículos se detuvieron en seco para evitar atropellarla, de pronto, la cuadra se llenó de muchos ruidos de neumáticos frenando abruptamente.

- ¡Oye, fuera del camino!.

- ¡Niña imprudente!.

Chisato no les prestó atención a sus insultos, en cambio.

- Oye, no me llames imprudente - Dirigiéndose a aquella persona le respondió casi desbordando de cólera - . Dame tu vehículo, te lo devolveré.

- ....¿Estas loca?.

- ¡Sólo dámelo, te lo devolveré luego!.

Era una situación complicada para ella. Yo fui secuestrada y ella no podía pensar claramente en nada. Sin molestarse en esperar la aprobación del sujeto, ella abrió la puerta del conductor y sacó casi a patadas a aquel tipo. Dejándolo desconcertado en la carretera cerró la puerta del coche viejo y sin parpadear emprendió viaje.

Pisaba pedal a fondo para poder alcanzarme, pero le era imposible, no tenía rastro para buscarme y esa ciudad era demasiado amplia para ella sola.

Estacionando cerca de una tienda de comestibles ella gruñó incontables veces, golpeó con su cabeza el volante haciendo sonar el claxon.

- ¡Takina, soy tan idiota!.

Mientras ella aún se lamentaba en voz alta, yo me encontré sentada en el asiento de atrás de un vehículo aparentemente moderno. En frente de mí estaban dos hombres, el que permanecía al volante era rubio, con notables arrugas en su rostro, pero mostrando una sonrisa de seguridad. El otro, tenia un rostro muy delgado, su cabello negro y sus rasgos inexpresivos le daban un aire de peligro.

- No temas, pequeña - Comenzó el rubio sin dejsr su asquerosa sonrisa - . No le haremos nada-

- ¿Nada? Eso no era parte de nuestro plan.

El más siniestro cortó las palabras de su compañero con una actitud áspera.

- ¿Plan? ¿De qué hablan?.

Por mi parte no podía estar más que confundida. Nos habíamos detenido en un estacionamiento muy lejano a la última estación de tren de la ciudad. El auto ya no tenía tanta gasolina como para seguir por más de diez minutos.

Ambos hombres frente de mí lucían ropa oscura, el rubio con un traje de negocios y el otro con una capucha de invierno.

- Verás, los rumores corren rápido. Según tengo entendido pretendes luchar contra los terroristas, ¿O me equivoco? - El rubio habló como si fuese un juego de niños - . Por cierto, me llamo Yoshi.

- ...Es así.

Guardé todas mis preguntas para luego, en la posición que estaba dudaba que siquiera me dijeran qué hora era.

- Ya veo, querida, no queremos entristecerte, pero éste conflicto no es tuyo. Cómo discutí con Jin, el que está a mi lado, planeamos deshacernos de todas las alimañas inútiles de nuestros grupos.

- Habla español, viejo.

Yoshi levantó las cejas por mi respuesta, seguido soltó una risita.

- Digo que eliminaremos a los integrantes que no sirven de ambas partes... Osea a todos.

-¿¡Senpai está en peligro entonces si participa!? - Casi me levanté del asiento gritando, me había precipitado al exponerla.

- ¿Quién es Senpai? - Yoshi preguntó manteniendo su actitud relajada - . Dínoslo de una vez o te mataremos aquí mismo.

Apenas terminó de decir eso, su compañero mostró su pistola listo para dispararme. Aunque por fuera no me veía asustada, por dentro me moría de los nervios.

- Ella...

Apunto de decirles algo, se escuchó el sonido de vidrios rotos en el auto. Alguien de afuera lo había hecho. Yoshi y el otro se mostraron sorprendidos al igual que yo ante la repentina interrupción.

Una voz jovial y llena de vida se escuchó.

- ¡Dejen a Takina en paz!.

Y seguido de eso sólo recuerdo haber estado en una balacera dentro de un vehículo. Los sonidos de las balas caer eran aterradores, eran como granizo incesante para mis oídos.

No sé qué me ocurrió, pero me encontré tirada en otro coche. Estaba sentada en el asiento de copiloto con el cinturón de seguridad en mi cintura. Miré asustada a mi lado y vi a la chica que menos esperé ver en esa situación.

- Senpai...

- Oh, despertaste. Te desmayaste en el tiroteo - Como si no hubiese pasado nada ella sonrió, como si no me hubiese visto ser capturada por unos desconocidos, ella siguió sonriendo lo que me calmó.

- Senpai, ¿Cómo haces para siempre salvarme?.

- ¿Siempre?. ¿De qué hablas? Solo van dos veces.

Apenas me di cuenta de que ella estaba conduciendo mientras tenía una charla amena conmigo.

- ¿Sabes conducir? . Aún no tenemos edad para hacerlo, ¿Sabes?.

Senpai asintió sin quitar la visitando camino - . No se lo digas a nadie, ¿Si?.

Ahora yo sonreí al verla tan animada como siempre. Noté que hacía calor por lo que abrí la ventana a mí o - . Entiendo.

- ¿Crees que la policía se dé cuenta? - Preguntó más a modo de broma, pero aún así había miedo en su hablar.

- Si es así, no me molestaría compartir celda contigo.

- ¿¡Uh!?.

Su atención se dirigió en mí dejando el auto fuera de control.

- ¡EL VOLANTE, SENPAI, EL VOLANTE!.

Tomándolo con rapidez volvió a estabilizarlo dejando salir un suspiro de alivio.

- Estás loca... - Fue lo que dije antes de echarme a reír.

Senpai se sonrojó y siguió con los ojos en el camino.

- ¿Senpai?.

- Uh, no es nada.

- Ya veo...

Después de tanta adrenalina me dejé caer en el hombro de Senpai y cerré los ojos. El perfil de ella desde ahí era... Hermoso. Ella me miró de reojo confundida.

- ¿Takina?.

- Déjame estar así un poco más, por favor.

Casi en un susurro le respondí. Acurrucandome en su hombro. Noté cómo ella se puso nerviosa, pero no dijo nada.

Entre el sonido del auto y la radio encendida, pude escuchar mi corazón latir sin cesar mientras la punta de sus cabellos me rozaban la frente.

Mis mejillas se tornaron rojizas por un momento y pude ver que las de ella también.

Me pareció muy lindo de su parte me viniera a ayudarme en un momento como ese, ahora mi deuda con ella no hacía más que crecer.

Mi pecho casi reventaba por el latir de mi corazón. Algo así no me pasaba con ella, ¿Será por lo cerca que estoy?, No lo creo.

Con mis sentimientos confusos seguimos en la misma posición hasta que llegamos a nuestro destino.

Mis dias contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora