Epílogo I: Mi amor no ha hecho nada más que crecer.

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Parada de pie junto a mis compañeros de clase, sentimos las miradas del resto de los estudiantes sobre nosotros, la razón era evidente, nos estábamos graduando del instituto.

Kusunoki estaba recitando un discurso de felicitación. Aún diciendo esas memorables palabras su rostro se mantuvo frío e inexpresivo como la primera vez que la vi. Miré con satisfacción el uniforme que hasta hace poco me parecía inalcanzable, suspiré al recordar ese mismo tono rojizo en el uniforme de esa persona que se marchó hace dos años.

-... Chisato - Murmuré arrugando mi frente. Un sentimiento de preocupación se apoderó de mí y no era la primera vez. La semana pasada se cumplió un mes desde que nos dejamos de comunicar; mis llamadas y mensajes no eran respondidos, y eso era justo lo contrario que me prometió, estar siempre comunicadas. Con ese problema, supuse que algo debió de haberle pasado, y el no saber qué era me agobiaba día y noche.

Una duda siempre me atormentaba en momentos así. ¿Y si Chisato se cansó de mí y conoció a otras chicas?, con lo coqueta que era no dudaba la posibilidad.

Aparentemente no era la única preocupada. Kurumi fijó su vista en mí y me propinó un codazo mientras la directora seguía hablando.

- ¿Pasa algo, Takina?.

Sus ojos me miraban con angustia y apenas terminó su interrogante frunció los labios. Sentí un peso formarse en mi pecho al negarle con la cabeza.

- No es nada.

Pensaba en decirle las situaciones que me dejaban despierta toda la noche, eso quería, ¿pero qué pasó?, tuve miedo y preferí mentirle, mentirle a mi amiga más cercana.

Ella no pareció satisfecha con mi corta respuesta, estaba escrito en mi rostro que algo me acomplejaba, pero no quería decirlo.

Bajó su pequeña cabeza y miró el piso de concreto a sus pies -. Entiendo.

Esperaba que no estuviera enojada conmigo.

Pero me temo que no fue así.

- ¡Takina, detente!.

Giré sobre mis talones para encontrarme nuevamente con la pequeña niña de hilos dorados.

La celebración terminó hace media hora, muchos prefirieron quedarse con sus grupos de amigos para hablar, tal vez por última vez, pero personas como yo preferimos irnos de camino a casa. Estaba en eso cuando su jovial voz me detuvo.

- ¿Qué sucede-

- ¿Sí te pasa algo porqué no intentas hablarlo con alguien? - Se había acercado a mí, mirándome con sus entrecerrados ojos que parecían llamas de fuego - .¿Por qué no nos dijiste a Fuki o a mí que Chisato dejó de comunicarse?.

Aún cuando cambié con la llegada de Chisato, unos sentimientos simplemente no pudieron irse como otros, entre ellos estaba el miedo y el orgullo.

Tenía miedo de que ella se fuera y no la volviera a ver, pero mantenía mi mente cerrada para no mostrarme débil ante otros, la única persona con la que llegué a abrirme fue con Senpai.

Apreté mi mandíbula y clavé mis ojos a la tierra.

- . Lo siento, simplemente no sé cómo expresarme bien ante otros.

Kurumi pareció entender, o al menos eso pensé. Soltó un suspiro agotador y añadió -. A mí también dejó de escribirme de un momento a otro, a Fuki le pasó igual, pero creímos que al menos estaba contigo.

- No... Desde hace un mes que dejó de hacerlo - Esas palabras salieron de mi boca con un sabor amargo, tanto que hice una mueca.

- Mira, no debería decir esto, pero estaba buscando en la dirección IP del celular de Chisato y... - Apretó sus pálidos puños, pensado bien lo que estaba a punto de decir -. No lo encontré por ningún lado.

Mis dias contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora