2. A la deriva

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2. A la deriva

Hayden, no lo hagas.

Se lo que pensastes y te prohíbo que lo hagas. Mamá está muerta, lo supe cuando el venado nos chocó y si estás leyendo esto, significa que yo también lo estoy. Se que duele, Hayden, pero no te quites la vida, Skyler necesita su hermana mayor para ayudarla y apoyarla. Y quiero que ambas traten de sobrellevar las cosas ahora que no estamos.

Skyler, no llores tanto.

Eres tan pequeña que no mereces esto, tan cobarde y necia, pero eres mi hermanita y siempre te querré. Necesito que cuides a Hayden, ella sola no puede, ayúdala, eres más fuerte que ella. Portate bien en la escuela y si alguien te molesta, toma un crayón y meteselo por la nariz hasta que llore y te pida perdón, luego pateale el estómago para que llore más.

Cuídense ambas, y si una le falta a la otra, vive. Vive por mí, por mamá, y por esa hermana que no está. Logra lo que te propongas y recuérdanos siempre. Estaremos desde otro lugar (probablemente el infierno, je) cuidándote… cuidándoles a ambas porqué se que vivirán las dos.

Las amo.

Bastián.

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Hayden terminó de leer la carta y sintió que le arrancaban el corazón para luego partirlo en trocitos.

Bastián… jamás le había dicho te amo a nadie, era la primera vez que la decía y era en estas condiciones. Había dejado sus últimos minutos de vida y probablemente energía en aquella carta solo para decirle te amo en palabras que solo él podría decir. Hayden también estaba sorprendida de lo bien que su hermano la conocía.

«Suicidio» Fue lo primero que llegó a la mente de Hayden al leer que Skyler tenía muerte cerebral. Ella no podría vivir sin sus hermanos, sin su madre, eran todo lo que Hayden tenía en la vida, sin ellos no sería nada, ¿y de que le valía vivir en un mundo donde ellos no estuvieran? Pues nada. Pero, al leer la carta de Bastián… Él quería que ella viviera a pesar de todo y lograr todo lo ella quisiera, pero se preguntaba qué podía lograr una huérfana que solo le ocasiona desprecio y miedo a las personas.

Eso lo pensaría después, en ese momento estaba mirando fijamente a Skyler. Su chiquilla estaba allí, conectada a un montón de máquinas que solo hacían que su corazón siguiera latiendo porque ella ya estaba muerta y jamás volvería a abrir su ojos. Hayden no la vería crecer, no podría malcriala como decía su madre, no volvería a jugar con ella en las noches a las dos de la madrugada, no volvería a ayudarla con su tarea, no volvería hacer nada de lo que una vez hizo con su hermana menor.

Hayden la observación en silencio. Se veía tan hermosa, parecía un angelito, con su tez blanca, su cabello negro como la noche, sus mejillas regordetas y rosadas. Tenía cortadas y moretones por toda su hermosa piel, una venda en la cabeza, otra en el brazo izquierdo. Hayden tomó su mano y la acarició gentilmente—. Hey, chiquilla, ¿estás cómoda? ¿Por qué no mejor te levantas y me dices que es una broma? ¿Que lograste manipular al doctor para hacerme una broma pesada, eh? —el nudo en la garganta de Hayden crecía como nunca antes, incluso sentía el ardor en sus ojos—. Solo abre los ojos y sanemos las dos juntas porque estoy hecha un culo. Me costó cada paso que di para llegar a este lugar, así que abre esos ojitos amarillos y nos vamos a hacer travesuras como la del helado, ¿quieres?

No había respuesta, claro que no habría pero Hayden tenía la esperanza de que fuera como en las películas, cuando un personaje quedaba en coma, su verdadero amor iba, le hablaba y le daba un beso y está despertaba. ¿Por qué tenía que ser diferente está vez? Hayden se inclinó sobre su hermanita, apartó esa horrible banda que tenía en la cabeza y que le tapaba parte de la frente para así poder darle un beso. Aspiró su olor, olía a esa fragancia de flores que tanto le gustaba usar y que Hayden tanto odiaba. Pero ahora, necesitaba oler ese olor para siempre.

Reina y esclavos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora