39. Ojos de girasol

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39. Ojos de girasol

Hayden se encontraba sentada en un sillón de terciopelo vino tinto mientras miraba el cielo nublado a través de la gran ventana de aquella habitación. A un lado de la ventada, Jackson se mantenía de pie, recargado de la pared con sus manos en los bolsillos y una postura un tanto encorvada. Movía de un lado a otro su pierna, parecía impaciente.

La tensión entre ellos era palpable; Hayden no podía evitar recordar el beso que Jackson le había dado, un beso que había trastocado cada fibra de su cuerpo y despertado sensaciones extrañas en ella. Cada vez que sus ojos se encontraban, un torbellino de emociones la asaltaba, dejándola confundida y fascinada a la vez.

—Entonces… ¿afirmas que Hayden es tu reina? — preguntó Owen, su mirada clavada en Jackson con una intensidad inquisitiva.

—Sí, no hay duda de ello. — respondió Jackson con firmeza.

Desde el rincón de su ojo, Hayden notó que Jackson la observaba mientras pronunciaba esas palabras.

Owen soltó una carcajada estruendosa, encontrando un deleite perverso en la situación —. Vaya, esto sí que es una locura. ¿Quién hubiera imaginado que tú y mi hermano terminarían compartiendo la misma dueña? Esto va a sumir a Axel en la desesperación total.

—¿Y eso por qué? — preguntó Hayden, su curiosidad despertada.

—¿No es evidente? Justo cuando él empezaba a conectar contigo, cuando tú le empezabas a abría la puerta a tu endemoniada y marchita alma, aparece este este sujeto con el que tiene que compartirte de ahora en adelante. — dijo Owen, señalando a Jackson con desdén.

—¿Este sujeto? — Jackson replicó con un tono de desafío.

—No te confundas, Jackson. Aunque seas un corredor excepcional, y lo reconozco, arrastras una reputación que deja mucho que desear.

Hayden contempló a Jackson, una chispa de curiosidad encendiéndose dentro de ella.

—Owen, tu falta de respeto es insoportable. — Jackson expresó su disgusto con una frialdad cortante.

—Me halagas con tus palabras. — replicó Owen, llevándose una mano al pecho en un gesto de falsa modestia —. Dime, abejita, ¿realmente sientes algo por él? ¿Acaso hay alguna posibilidad de que estés confundida, perdida en el tiempo y el espacio?

Hayden se quedó sin palabras, incierta de sus propios sentimientos hacia el Jackson, pero consciente de que su presencia le provocaba una oleada de emociones que no podía ignorar. Era una sensación distinta a la que había experimentado al mirar a Axel por primera vez, pero igualmente intensa y desconcertante.

—¿De verdad lo estás considerando, abejita? No puede ser, esto es serio. — Owen se pasó una mano por el cabello, desordenándolo aún más —. Bueno, creo que sobro en este lugar. — se levantó y se acercó a Hayden —. Te dejaré a solas con él. Si necesitas algo, solo grita y vendré a sacarte de aquí, ¿de acuerdo?

Hayden asintió, y Owen, tras acariciarle la cabeza con afecto, se alejó, dejándola a solas con Jackson, cuya mirada la acechaba intensamente.

Ella evitó su mirada tanto como pudo, consciente de que mirarlo era como caer bajo una maldición, temiendo que pudiera leer sus pensamientos con solo una ojeada o hechizarla para que cumpliera sus deseos. Era una sensación extraña, y aunque Hayden lo sabía, no podía evitar sentir que su mente la estaba traicionando.

—¿Te sientes bien? — preguntó Jackson con un tono de voz suave pero firme, cuidadosamente medida para no sobrepasar los límites de su posición.

Hayden se tomó un momento antes de responder —. ¿Por qué no lo estaría? — dijo sin siquiera mirarlo.

Reina y esclavos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora