15. Un deseo a la estrella fugaz

21 1 0
                                    

15. Un deseo a la estrella fugaz

¿Alguna vez se han preguntado qué efecto tienen los latidos del corazón en el ser humano? Probablemente muchos responderían que son el motor del cuerpo humano, si no late el corazón, morimos.

Pero la pregunta debería ser: ¿alguna vez se han preguntado qué efecto tiene el oír los latidos del corazón de otro ser humano? Eso depende de los latidos y de la persona que lo escuche ya que pueden transmitir diferentes emociones y sentimientos.

Cuando los latidos de una persona están acelerados (boom, boom, boom), pueden significar que la persona está nervioso, temeroso, estresado, acelerado por hacer ejercicio, por tomar medicamentos o, raramente, por tener una afección médica, que puede transmitir a la persona que lo escuché alteración, descontrol o adrenalina (algunas otras cosas más también). Pero, cuando los latidos son lentos (boom… boom… boom…) puede significar que la persona está tranquila, en calma, dormida, relajada, o puede poseer bradicardia, y puede transmitirle a la persona que lo esté escuchando una sensación de tranquilidad absoluta… paz, se podría decir.

Ahora vean, de esa manera se sentía Hayden al escuchar los latidos suaves y calmados de Axel mientras caminaba por el bosque con ella en brazos.

Jamás pensó que el oír los latidos de un corazón la calmaría de tal modo que no quisiera dejar de oírlos nunca. Era algo magnético, entre más escuchaba, más dopada se sentía, como si estuviera consumiendo drogas por el oído, ¿eso es posible? Probablemente no, pero así se sentía, así se sentía siempre al estar cerca de ese loco pervertido y drogadicto, aunque, siendo sinceros, la drogadicta parecía Hayden.

La razón por la cual Axel la estaba cargando era que, después de haber llorado a moco tendido por alrededor de tres horas, haber vomitado todo lo que tenía en su estómago y corrido casi cinco kilómetro en el bosque, Hayden estaba fatigada, cansada y con mucho, mucho sueño (eso de que ahora dormía tanto le estaba empezando a preocupar). Aunque también se debía a que era muy indolente, siempre lo fue, y ya que él (con toda su amabilidad y caballerosidad) le ofreció llevarla; no pudo negarse. Y Hayden quisiera decir que estaba incómoda, que no le gustaba tenerlo cerca o que la tocase, pero no, eso no era cierto. De hecho, admitió a sus adentros que no quería que ese momento se acabará, que durará para siempre, pero era un deseo complicado de realizar, aunque no imposible, ya que esa noche debido a que era demasiado tarde y que el viaje a su casa quedaba muy lejos, Axel le dijo en un tono suave, bajo y ronco—. Quédate a dormir.

Hayden, que tenía los ojos cerrados para así disfrutar mucho más de sus latidos, los abrió de golpe, y luego sintió cómo su corazón empezó a latir con fuerza. Se sintió un tanto ridícula por la emoción que recorrió su cuerpo al escucharlo decir aquellas palabras. Alzó la vista para mirarlo, él la tenía fija en el camino de vuelta a su inmensa casa pero la bajó un momento al sentir la de Hayden.

—Tú familia está allí y… —le dijo ella, apartando la mirada, no quería verlo a los ojos— no quiero verles después de haber amenazado a tu hermana con un cuchillo. Me da… —tragó saliva para decir—: vergüenza —Admitir aquello le molestaba mucho a Hayden, pero se le hacía mucho más fácil si era a él a quien se lo decía. Pudo sentir como los músculos de los brazos de Axel se tensaron, era obvio que le disgustó lo que Hayden había hecho. Y esa simple acción provocó algo nuevo en ella—. Lo siento —Hayden disculpándose, eso sí que es algo nuevo y sorpresivo.

Axel no dijo nada por un momento, solo siguió caminando hasta que decidió hablar.

—No tienes porqué disculparte, fue un impulso, pero te has controlado.

—Pude haberla matado —aquello lo dijo más para sí misma. «Pude haberla matado», se habría convertido en una asesina como ellos si lo hubiera hecho.

Reina y esclavos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora