20. Vete antes de que te atrape

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20. Vete antes de que te atrape

—¡Si te detienes son dos vueltas más!

Con furia, Hayden le sacó el dedo medio a Owen mientras corría por el bosque y él la seguía.

Esa mañana el rubio había llegado muy temprano, decidido a entrenar a la pelinegra, la cual, y según él, necesitaba entrenar más su cuerpo y no ser tan holgazana. No es que fuera muy difícil de darse cuenta, Hayden no disimulaba lo mucho que le costaba mover su ser.

En ese momento, estaba sudada, con el corazón golpeando su pecho con fuerza; le era difícil respirar, hacía tiempo que no ejercitaba de esa manera, pero no iba a negar que se sentía bien respirar el aire puro y musgoso de ese bosque inmenso.

—¡Como salga un lobo te come! —le gritó Owen, logrando hacer que se concentrará en él—. ¡Resa para que no te salga un ser de los que viven por aquí! ¡Preferiras al lobo!

Hayden, sin detenerse, lo miró cuando estuvo a su lado. Él, a diferencia de ella, estaba en perfecto estado, no tenía ni una gota de sudor, su cabello rubio, un poco despeinado, se agitaba con el viento y por su andar; su respiración se veía tranquila, no como la de Hayden, que era un despelote.

—Pues para eso estás aquí, para evitar que algo me suceda —le dijo con voz entrecortada por la agitación de su cuerpo—. Es tu deber como mi profesor personal.

Owen sonrió—. ¿Sabés? Está mal que diga esto pero… me fascina tu mal carácter y lo dominante que pretendes ser. ¿Eso está mal? —miró al frente sin dejar de sonreír—. Soy masoquista, lo admito.

Por fuera, Hayden puso los ojos en blanco (a veces era agobiante la voz de Owen), pero por dentro, y muy en el fondo, le provocó cierta… gracia que no iba a demostrar, no pretendía demostrar que su comentario "inapropiado" le ocasionó algo que no fuera desagrado, eso nunca, primero el orgullo.

—Y estúpido también.

—Naaa, soy hermoso e irresistible —«También un tarado, zopenco, egocéntrico, tonto, ingenuo, y muchas cosas más pero que fastidio decirlas todas, no acabaría nunca», sí, ese era el pensamiento de Hayden, pero se mantuvo callada, gastar saliva para eso le seguía pareciendo innecesario. Siguió corriendo, aún pasó un poco lento pero siguió mientras inhalaba por la nariz y exhalaba por la boca—. Joder, corre más rápido, un niño de cuatro años lo haría mejor que tú.

La gota que colmó la paciencia de la pelinegra.

Se detuvo en seco, miró un punto fijo, con los puños apretados respiro con fuerza; podía ver el vaho que producía su boca al respirar ya que no llegaba suficiente aire a sus pulmones si respiraba por la nariz. Por otro lado, Owen disminuyó la velocidad al percatarse que la pelinegra se había detenido. Una vez dejó de correr, se volteó para mirar a Hayden. Ladeó la cabeza y sonrió—. ¿Ahora qué pasa, abejita? ¿Ya estás fatigada?

—Muchas veces he querido coserle la boca a alguien, pero siempre me contengo. ¿Quieres que dejé de contenerme y hacerte el honor de ser el primero al cual le cosa la boca? Sería divertido —Esa idea en su mente era fantástica, quería hacerlo. Pero bueno, era obvio que no podría, algo en ella jamás le permitiría hacer daño, por más que quisiera.

Con su mirada desafiante, se mantuvo mirando a Owen, quién había tomado una postura más sería, chasqueando la lengua y dejando atrás su sonrisa—. Bueno, pasaste la prueba de una buena amenaza con honores.

La actitud que tomó Owen… fue algo más sería de lo normal, no quedaba diversión en su rostro, había algo que andaba mal, algo que despertó la curiosidad de Hayden, e iba a descubrir es algo—. ¿Qué?

Reina y esclavos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora