8. Primer…
De tan solo pensar que el chico de ojos celestes estaba frente a su casa, hacía que el corazón de Hayden se alterará de una forma preocupante para cualquiera.
Bajó las escaleras casi que corriendo, y no sabía porque, pero sentía nervios nuevamente y en el estómago tenía una tormenta amenazando con convertirse en huracán. Se detuvo frente a la puerta y antes de abrirla, se arregló un poco el cabello, luego puso una mueca al darse cuenta de lo ridícula que estaba siendo, solo era un chico (que hacía su corazón latir, que la ponía nerviosa y hacía que sus mejillas ardieran), nada del otro mundo.
Suspiro y abrió la puerta. Su nerviosismo desapareció al ver la horrible cara de un repartidor y no los hermosos ojos celestes de Axel. Puso su mejor cara de culo—. ¿Qué mierda quieres?
—Hacer la entrega de este paque… —el repartidor estaba concentrado sacando un bolígrafo de su bolsillo, pero al mirar a Hayden a los ojos se quedó en blanco y su piel perdió el color, trago saliva y ella pudo ver cómo retrocedió un paso. Allí estaba, el miedo en sus ojos y el rechazo inmediato—. Mhm… yo… su pa-aquete —le tendió una caja pequeña.
—No pedí ningún paquete —el tipo tragó saliva y fijó la vista en el suelo.
—La dirección… yo solo lo-lo he traído —ni siquiera podía hablar como debía, eso molestaba a Hayden.
—No me interesa. Ahora vete —y le cerró la puerta en la cara. A veces el temperamento de Hayden era… difícil.
Regreso al interior de la casa. Estaba oscuro, silencioso, parecía que lloverá en cualquier momento. Frustrada salió al jardín, se detuvo frente a las tumbas y las miró en silencio. Al día siguiente se cumplirían siete meses desde que murieron y Hayden se negaba a aceptarlo, aún no era capaz de hablar de ellos con alguien, o de decir sus nombre en voz alta. Si, dudaba mucho que lograse alguna cosa en su vida ahora que no estaban.
—Buenos días, mamá. Buenos días, hermanitos —miró de reojo la tumba de Puky—. Buenos días, perro sarnoso —sintió de nuevo el nudo en su garganta, cerró los ojos y respiro profundamente para apartarlo, volvió a abrirlos y se mordió el labio inferior—. Descubrí la fuente de los "pensamientos malos" —sonrió levemente—, pertenecemos a una raza sobrenatural y oscura, que hacen cosas malas y se siente bien al hacerlo. ¿Qué te parece, chiquilla? No estabas enferma o loca, ni ninguno de nosotros… —miró la tumba de Bastián—. Bro, estoy segura que hubo… hay, una reina en esta vida que habría visto tus ojos hermosos y podría habértela mamado mirándote a los ojos, y lo siento, mamá, por mí vocabulario pero es que así habla la juventud de hoy en día, debes aceptarlo, y Puky, espero que hagas del infierno (porque seguramente allí fue donde fuisteis, perro sarnoso) tu parque de diversiones. Los amo y extraño —Hayden sintió de nuevo el picor en sus ojos—, demasiado.
Cómo era de esperarse, no hubo respuestas a sus palabras. Suspiro, se dio la vuelta y se fue a preparar algo para desayunar. Se hizo unas tostadas con queso y jamón junto a un jugo de naranja. Se comió todo y se fue a encerrar en su habitación, se quitó el pantalón, lo lanzó por allí y se dejó caer en la cama, extendiendo los brazos a cada lado de su cuerpo. Dos minutos después empezó a escuchar el sonido de la lluvia.
—Mhm… —a Hayden le gustaba el sonido de la lluvia, la relajaba siempre y cuando no sonarán truenos, puede que tal vez les tuviera un poco de miedo.
Cerró los ojos para disfrutar en calma del sonido y de lo relajada que se sentía. Estaba en un estado de laxo que en algún punto se durmió pero su mente seguía despierta. Era aquel estado en el que podías razonar pero tu cuerpo no respondía, le pasaba todo el tiempo, parálisis del sueño, si no se equivocaba. La cosa es, que cuando pudo recuperar su cuerpo, se percató que eran las 4:19 p. m. Había estado prácticamente todo el día acostada, sin hacer o decir algo, que productividad. Una vez puesta en pie, decidió ir por el elixir de la vida: agua; tenía la boca seca.
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Reina y esclavos
FantasySi Hayden te dijera que puedes estar rodeadx de una raza sobrenatural y oscura, sin alma, que pueden acabarte de mil maneras posibles, o que pueden amarte de una manera que no encaja en su personalidad... ¿le creerías?. Ella no lo creyó en un princi...