23. Caius y Hayden
Había una cosa que Hayden quería entender.
¿Como rayos llego uno de los tipos esos al comedor y ahora tenía incrustado en el cráneo uno de esos artilugios costosos y raros que coleccionaba la madre de Caius en esa posición tan horrible con el brazo colgando de un hilo y por alguna razón un enorme hueco en la barriga por el cual se habían salido algunas de sus menudencias y líquidos asquerosos de ver?
Mientras seguía viendo aquel acontecimiento, Caius apareció y se detuvo junto a ella para ofrecerle-: ¿Chetos? -Acercó la bolsa XXXL hacia ella y la sacudió. Hayden tuvo la intención de negarse ya que esos gestos de parte de él eran nuevos y por el simple hecho de negarse, pero qué más daba, no perdería nada y tenía habré (eso era nuevo) después de todo; así que metió la mano en la bolsa y la atiborro de esas bolitas de quesos. Sacó la mano y se llevó algunas a la boca; el sabor a plástico con saborizante impregnó su paladar.
-¿Cuánto crees que tardó en morir? -preguntó Caius.
Hayden tragó para poder responder-. ¿Cuánto crees que tardarás tú en morir a como sigas comiendo todos los días este plástico con sabor a -hizo comillas con su mano libre- "queso"? No sabe ni remotamente a queso.
Caius, que estaba masticando, dejó de hacerlo y su boca quedó un poco abierta; miró la bolsa en su mano y luego a Hayden.
-¿Sabés? Odio cuando sales con esas cosas, pareces mi madre -puso mala cara-; no entienden que lo hago por ansiedad, ¡yo sufro!
Y se dio la vuelta, indignado y montando una escena de drama al mascullar otras palabras que Hayden apenas le puso atención. Caius no era normal, literalmente.
Terminando de comer el plástico con saborizante, Hayden se dio la vuelta y fue por el mismo lugar por el que lo hizo Caius (que era la puerta que conectaba con la cocina). Una vez allí y con un panorama abierto, pudo ver lo que ella llamaría una verdadera «masacre».
Lo que era la cocina y sala de estar estaban hechas un mar de sangre y cuerpos destrozados.
Para empezar, había un tipo al final de la sala de estar tirado en el piso y con la cabeza doblada hacia atrás, era al que Caius había ahorcado y luego roto el cuello. No muy lejos de ese, estaba el más grandote, ese al cual Hayden le había lanzado el pedazo de vidrio; se encontraba tirado boca abajo en el piso y sangraba... por todas partes; se podía ver cómo tenía los dedos de las manos aplastados y por alguna razón estaba sin camisa, tenía la espalda llena de puñaladas en todas las partes visibles de su piel.
Al otro extremo, justo al final donde estaba la chimenea, el cuerpo de otro tipo estaba en peores condiciones; su rostro estaba desfigurado, algunos pedazos de su piel colgaban del cuerpo y había en el piso también mientras que se podía ver el hueso húmero de su brazo izquierdo, sobresaliendo justo a la mitad, era obvio que estaba roto; en ambos muslos tenía un morillo de chimenea incrustado por completo, las puntas del objeto salían en el otro extremo de sus piernas.
Vale, ese tipo tuvo que haber sufrido, al igual que ese otro hombre que estaba en uno de los sofás blancos de la sala... bueno, que alguna vez fue solo blanco, porque ahora estaba manchado de sangre hasta más no poder. Se notaba que le habían entrado a golpes con algún objeto sin piedad hasta matarlo, y aquel objeto era un pedazo de madera, el cual estaba incrustado en el lado derecho de sus costillas.
Y pues, en la cocina estaba el tipo que le había sacado canas verdes a Hayden, aunque ahora estaba siendo cargado por dos tipos de servicio, Caius le dio la orden de limpiar ese holocausto a su personal de limpieza, el cual, ya había empezado y justo por ese tipo.
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Reina y esclavos
FantasySi Hayden te dijera que puedes estar rodeadx de una raza sobrenatural y oscura, sin alma, que pueden acabarte de mil maneras posibles, o que pueden amarte de una manera que no encaja en su personalidad... ¿le creerías?. Ella no lo creyó en un princi...