32. No es ego, es realidad
—No creo que eso sea buena idea.
Axel ladeo la cabeza—. ¿Y según tú por qué es mala idea?
Hayden puso una muñeca y se rascó la cabeza, lo que le decía su esclavo no le convencía mucho.
—Porque creo que no le agrado mucho a tu madre, y no sé siquiera pasar una tarde conmigo en una tienda llena de ropa —Axel le había propuesto a Hayden que fuera a probarse ropa para el día de su presentación, y justamente en una de las tiendas de su madre, junto con ella; y bueno, la idea no era de agrado para Hayden—. Además, no quiero salir, mucho menos lidiar con más gente.
—Ah, ¿o sea que soy objeto de batalla para ti cada día? —Axel expresó su duda, también tenía el ceño fruncido.
—Considerate un lío al cual no tengo problemas en desarmar.
Axel alzó una ceja—. Quisiera tomar eso como un halago, pero ni siquiera puedo considerarlo.
—Agh —Hayden cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás en un acto de fastidio—. Ya, no quiero seguir hablando de esto —volvió la cabeza a su posición, llevándose el cabello a la cara por el movimiento.
Por su parte, el chico de ojos celestes suspiró y se acercó a Hayden, acabando con la distancia. Él le apartó el cabello del rostro mientras que ella lo miraba fijamente y sentía el calor emanar de su cuerpo—. Y si te presto mi camioneta, ¿aceptarías ir?
La reacción de Hayden ante su comentario fue una leve sonrisa de medio lado, no se esperaba eso de su parte.
—¿Estás intentando sobornarme?
—Considera que hago un sacrificio para obtener un "sí" de tu parte.
«Touché, Axel», ese chico jugaba sucio.
Resulta que esa mañana Axel había llegado en una Jeep Wrangler, de color negro mate, una hermosura que logró fascinar a Hayden y abrir otra herida en su corazón.
—Eres un tramposo —entrecerró los ojos—. Pero bien, acepto en contra de mi voluntad.
—Perfecto —metió la mano en su bolsillo y sacó las llaves de la camioneta para entregárselas—. Conduce con prudencia y avísame cuando llegues.
—Vale —Hayden plantó un beso en los labios de su esclavo y se fue, más emocionada de lo que esperaba.
La pelinegra se alistó lo más rápido que pudo y salió de la casa para ver estacionada en la calle esa despampanante Jeep. La rodeó rápidamente y se montó en ella. Al estar dentro se tomó un momento para apreciarla, detallarla; era tal y cual se la había imaginado: simplemente perfecta. Y lo mejor de todo es que olía a Axel, no a una loción o aromatizante, sino a su olor corporal, el cual enloquecía a Hayden.
Luego de respirar profundamente, encendió la camioneta y la puso en marcha; se deleitó por el exquisito sonido que emitía el potente motor de aquella máquina.
Hayden se sentía bien conduciendo esa camioneta, siempre le había gustado conducir, y eso gracias a Bastian; él le enseñó todo lo que sabía, a excepción de marcas y nombres de autos, en eso aún fallaba. Y solo había reconocido aquella camioneta porque era uno de los sueños de su hermano.
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—¡Bastian! ¡¿Dónde te has metido, carajo?! —Hayden dió una vuelta sobre sus pies, mirando todo el estacionamiento para poder encontrar a su hermano—. ¡Bastian!
—¡Deja de gritar!
La voz de su hermano le indicó su posición. Lo vió no muy lejos y se fue directamente a dónde se encontraba—. Joder, ¿por qué siempre tienes que desaparecer sin avisar? ¿Es que se te olvida que vinimos juntos? —Bastian no respondió, se mantuvo en silencio, con la vista fija en una camioneta que tenía al frente. Al llegar a él, Hayden lo observó con cuidado, parecía perdido—. ¿Bastian?
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Reina y esclavos
FantasiSi Hayden te dijera que puedes estar rodeadx de una raza sobrenatural y oscura, sin alma, que pueden acabarte de mil maneras posibles, o que pueden amarte de una manera que no encaja en su personalidad... ¿le creerías?. Ella no lo creyó en un princi...