42- Inicios

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42- Inicios

La mujer de rizos chocolates se gira en la cama cuando nota los rayos de sol ingresar por la ventana, chocando directamente contra su rostro. Un quejido escapa de sus labios cuando la punzada de dolor recorre su cuerpo pero a pesar de ello se remueve una segunda vez, en esta ocasión con la intención de levantarse; camina hacia el baño, sujetando el cepillo de dientes mientras considera quejarse por el dolor de su costado, aunque seguramente no la tomarían en serio.

Olvida el dolor de su costado mientras desciende las escaleras que la llevaría a la parte baja de su casa, sus ojos escaneando el lugar sorprendiéndose vagamente al distinguir el silencio inusual que habitaba en aquella casa, sus pies la llevan directamente a la cocina y abre la puerta de la heladera, buscando comida para alimentar su estómago vacío. Una exclamación de sorpresa sale de sus labios cuando unos brazos le cubren la cintura jalándola hacia atrás, la espalda de ella chocando contra el torso masculino, las manos enredándose en la parte delantera de su cintura, unos labios apoyándose en la zona de su cuello.

-¿Robando comida? –el susurro golpea sus oídos entonces

-Técnicamente, es mi comida también –le corrige la mujer mientras levanta la cabeza, sus labios uniéndose con los masculinos a modo de saludo, girando entre sus brazos para apoyar las manos en los hombros contrarios- ¿sabes, Dixon? Hoy desperté con un dolor en el costado –el hombre levanta la ceja con curiosidad, su mano soltándose para bailar las yemas de los dedos sobre su lateral

-¿Este costado? –Indaga con una pequeña sonrisa burlona en los labios- ¿Qué? ¿Insinúas que es mi culpa?

-¿De quién más sino?

-Que yo sepa estuviste de acuerdo con la expedición del bosque –bromea el cazador ensanchando su sonrisa, acercando el cuerpo de la mujer un poco más para poder unir sus labios una vez más- así que es tu culpa. Aunque si duele mucho puedo hacerme responsable y llevarte comida a la cama.

-¿Por qué mejor no haces el desayuno? Pero ya baje, no hace falta que lo lleves a la cama.

-¡MAMÁ! –el grito resuena por la casa, la mujer de rizos castaños suelta un pequeño suspiro, dejando caer la cabeza contra el hombro masculino- ¡PAPÁ!

-Y es por eso que tenemos expediciones, siempre alguien termina gritando por nosotros si estamos acá –se queja Daryl alejando las manos de la cintura femenina -¿quieres ir tú? Yo hago el desayuno

-Que baje –la castaña besa suavemente su mejilla antes de separes, el cazador se aproxima a la heladera para rebuscar que hay en su interior- ¡Si me haces subir y no estás muriendo, te sacaré todos los comics! –Daryl suelta una sonrisa al escuchar la amenaza sin fundamento de su esposa, moviéndose por la cocina- ¡Así que baja para hablarnos!

-¡Pero mamá...!

-¡Baja! ¡Papá está preparando el desayuno! –la sonrisa del cazador se ensancha aún más de ser posible, la calidez instalándose en su interior como cada estúpida vez que alguien le llamaba papá, o que Mavis tenía algún gesto romántico con él. Le fascinaba, estaba completamente enamorado.

-Solo quería saber dónde dejaron mi campera –refunfuña el pequeño de cabellos chocolates y ojos de un precioso tono casi similar a la miel, bajando las escaleras con facilidad- ¿Dónde está?

-Secándose, la lave ayer –el niño suelta una exclamación de fastidio- ¿puedes saludarme antes de reclamar, criatura?

-...Buenos días, ma –acepta el pequeño envolviendo sus brazos alrededor de la cintura femenina, escondiéndose en su interior. Definitivamente él sería todo un caso cuando ingresará en la adolescencia, era el niño más terco y contradictorio que habían conocido, quizás incluso sería más difícil que Yori, y eso que ella había transcurrido la adolescencia entre escapadas, romances fugitivos y amenazas de muerte.

El ultimo lugar seguro | The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora