37- Una guerra

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37- Una guerra

La castaña suelta un grito cuando siente el brazo que la cubre por detrás, el palo que había tomado como arma se mueve en un intento de estrellarse contra el cuerpo de su agresor pero es detenido a medio camino, y claro que iba a pasar eso ¿de verdad creía que podría enfrentarse a quien sea, incluso a un caminante, solo con un palo?

Ni que fuera Morgan.

-Ardilla, Ardilla –la voz masculina logra que la respiración de la castaña se regularice, sus ojos se humedecen al notar los ojos azules del hombre –soy yo.

-Daryl –la mujer suelta el palo y usa el brazo en su lugar para envolver el cuerpo del cazador, refugiándose en su lateral, este corresponde el hecho con suavidad al notar la presencia del bebé- ¿Qué mierda está pasando?

-Son Tony, Carol, Tara, Morgan y todos los demás –parece vagamente orgulloso cuando dice aquello aunque el subtenso de preocupación aún está impregnado en él- vinieron e hicieron un montón de estupideces para salvarnos el culo, los salvadores acaban de irse.

-¿Están todos bien? –Silencio, el hombre acaricia suavemente su espalda- ¿Daryl?

-Vamos con los demás –susurra finalmente, tomando la cintura de la mujer con suavidad- Maggie, Jesús y Sasha tomaron el auto para ir a Hilltop, ella necesita ver a Carson.

-Espera- la mujer se detiene, sus ojos vagando por el bosque- ¿Maggie, Jesús y Sasha? ¿Por qué Jesús esta con ella? ¿Dónde está Glenn?

-Primero vayamos con los demás –propone tirando su cintura, la mujer se mantiene estática en su lugar, paralizada, incapaz de poder continuar con la conversación o cualquier cosa.

¿Glenn estaba muerto? ¿Habían matado a Glenn? Mierda, eso destrozaría a Maggie si no es que ya lo había hecho.

¿Glenn había muerto? ¿Cómo se supone que volverían a casa para decirle eso a James? Su corazón se destrozaría, se rompería, no habría forma de recomponerlo, Glenn era su figura paterna, había sido quien lo cuido durante los últimos años. Mierda, ni siquiera ella podía asumirlo.

Glenn era su amigo, salían a buscar suministros juntos, era el coreano que mantenía algo de su humanidad intacta con sueños, ilusiones y esperanzas de un estúpido mundo que solo él podía ver.

¿Cuántas veces habían soñado con una mesa larga en medio de Alexandria donde todos se reunirían a comer? Y Glenn estaría justo allí sentado a un lado de Maggie, el anillo brillando en su dedo de casado y un precioso bebé de ojos rasgados sentado en su regazo, bebé que sería robado por James quien reclamaría su derecho de hermano. Lo veía, era tangible ¿y ahora no pasaría jamás?

-Ardilla, lo siento tanto –estaba llorando, lo descubre cuando las manos de Daryl se apoyan sobre sus mejillas húmedas –es mi culpa. Es toda mi culpa.

-¿Es tu culpa? –Ella no entiende, las lágrimas continúan bajando por sus mejillas, observa el dolor en los ojos celestes- ¿Glenn está muerto? ¿Cómo puede ser eso tu culpa?

-¿Qué? –parecía confundido, genuinamente confundido. La castaña sorbe por su nariz- no. No, amor, Glenn no está muerto

-¿Glenn no está muerto? –No lo cree, su corazón duele- ¿y si no está muerto dónde está? ¿Por qué no fue a Hilltop con Maggie? ¿Por qué...?

-Porque está ayudando a Rick y Tony a... -guarda silencio, los ojos celestes centrándose en los marrones, podía ver el dolor en los contrarios ¿qué estaba pasando?- los está ayudando a enterrar a Abraham.

¿Abraham?

-en realidad Glenn y Rick los están enterrando, Tony y Tara intentan que Rosita no vaya por venganza. Está destrozada –silencio, las lágrimas resbalan por las mejillas de la castaña, se siente como si todo lo que sucedía no fuese real.

El ultimo lugar seguro | The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora