Día 8

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-¡Ya podemos ir a casa! - dijo Takeomi viendo que Izana estaba lo suficientemente desconcertado para no matar a nadie de momento.

Shinichiro tomó a Emma e Izana y salió rápido de la comisaría mientras Takeomi arrastraba a Mikey, Izana reaccionó a dos calles de la estación y empujó a Shinichiro.

-¿Qué creen que están haciendo?-dijo con una mezcla de emociones dentro suyo que no podía identificar.

-Vamos a casa, para hablarlo mejor -dijo Shinichiro tratando de tomarle la mano, pero este se alejó.

-¡No!

-Hermanito -Emma lo tomó del brazo- Ahora puedes vivir con nosotros, va a ser genial.

Izana miraba a todos sin entender, no quería estar en ese lugar con esas personas, Shinichiro era su hermano, no iba a compartirlo, mucho menos con el rubio arrogante que no le dirigía la palabra.

-¡Que no! -le soltó un golpe a Shinichiro que lo mareo y aprovechó para quitarle su mochila.

Mikey molesto por esa reacción pateó a Izana, este iba a devolverle el golpe cuando Emma se interpuso y logró frenarse por poco.

-¡Ya! -le dio un golpe a Mikey que al otro no le dolió físicamente pero sí lo asustó lo suficiente para que retrocediera y Shinichiro se quedara con la palabra en la boca.

Luego de eso le dio un golpe igual a Izana, el peliblanco ni siquiera lo sintió pero le impactó que su hermanita, a la que recordaba de ser alguien que no rompría ni un plato, pudiera darle un golpe tan certero aunque carente de fuerza.

-Ven conmigo -Emma arrastró a Izana unos metros alejados de los otros para que no lo escuchara- Vamos, entiendo que estés molesto con Mikey, es un idiota, pero Shinichiro no tiene la culpa.

-¡Claro que la tiene! -Izana no pensaba ceder ante eso.

-Pero ni siquiera has pasado un día con nosotros ¿Es tan horrible la idea?

-¡Sí!

-¿Por qué?

Esa pregunta sacó de onda a Izana, el se sentía traicionado, herido, engañado, pero no había parado a recapacitar lo que implicaba vivir con la familia Sano.

-¡Porque sí!

-¡Esa no es una razón!

-¡Claro que lo es!

-¡No pienso aceptar eso! Será mejor que pienses una razón mejor y me la des en la semana...haré el almuerzo que quieras.

-¿Eh? -Izana no se esperaba esa respuesta, y mucho menos el abrazo de Emma.

-No quiero que duermas en la calle, cocinaré lo que quieras y haré que Mikey no te moleste, pero por favor quédate.

-No puedo quedarme con ustedes -la apartó suavemente.

-¿Dónde dormirás? El orfanato no quiere que vuelvas...-dijo con preocupación.

-Tengo otras opciones...

-Prométeme que lo pensarás, dime que volveré a verte -decía Emma con los ojos llorosos.

Izana lo pensó por unos segundos, le dijo a Emma que lo iba a considerar y después se marchó de ahí, Emma aguantó las lágrimas mientras le explicaba la situación a Shinichiro, el cual estaba mucho más preocupado ahora.

-¡¿Quién demonios está tocando?! -El chico de pelo bicolor se escondió cuando vio a su hermano salir hecho una furia hacia la puerta- ¡Voy a matar al imbécil que piensa que la puerta es de-! ¡Qué sorpresa! Por favor pasa -dijo cambiando radicalmente la expresión que tenía hace unos segundos.

Rindou salió de su escondite y juraba que estaba viendo una cola de perro agitándose saliendo de su hermano, eso solo podía significar una cosa, y lo confirmó al acercarse a la puerta.

-Necesito alojamiento por unos días -dijo Izana ingresando tranquilamente a la casa de los Haitani.

-¡Por supuesto! -Rindou contestó con entusiasmo, tal vez así no tuviera que aguantar tan seguido el mal humor de Ran.

-¡Puedes dormir conmigo!

-Gracias, pero no, prefiero el sofá -Ran se desanimó pero Izana le acarició la cabeza y volvió a estar en modo cachorro.

-¿A qué debemos tu visita? -el menor quitó unas cosas que se encontraban tiradas en el sofá para que el otro se acomodara.

-Es complicado.

-Somos buenos oyentes.

Izana se acostó a lo largo del sofá y los Haitani se acomodaron Rindou cerca de sus pies y Ran cerca de su cabeza.

-Te creció mucho el pelo en lo que no te veía -acarició los cabellos sueltos de Ran y este se sonrojó.

Rindou fingió tener arcadas y Ran le tiró un cojín a la cara, mientras Izana empezaba a relatar lo que lo había llevado a buscar asilo en casa de los dueños de Roppongi.


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Me sorprende haber logrado la primera semana, gracias por leer.

-Lady Van Dort

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