Capítulo 0: El chico que convertiría mis sueños en pesadillas.

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No sé dónde estoy, tampoco porqué hay tanta gente chillando, y mucho menos que hago aquí...

Bueno, tal vez si sepa que estoy en una especie de local donde la gente viene a cantar, y puede que también tenga una ligera idea de cómo he llegado hasta aquí.

En resumen, lo sabía todo, pero aún así no puedo parar de preguntarme ... ¿¡CÓMO DEMONIOS ACABÉ AQUÍ!?

(Flashback narrado en pasado por Olive)

Caminaba por el jardín de la facultad con los cascos puestos y la música a todo volumen hasta que un brazo se me enroscó en el cuello tirando de mí.

–Tienes suerte de que haya sido yo Olive, estás llena de aberturas.- entorné los ojos.

-Ya claro ¿Y eso me lo dice la cinturón negro en judo o la amiga con la que he quedado para tomar un café?- Me suelta el cuello y sube las manos a modo de rendición.

-Tienes razón tengo que dejar esos malos hábitos de lado –se acercó un poco a mí- Pero anda, ¿A que me echabas de menos?- la miro de reojo mientras empezamos a caminar.

-Sólo un poco

-¿Sólo un poco?- Suspiro

-Está bien , te echaba mucho de menos, entre las clases de judo, la carrera y el gimnasio donde trabajas casi no te veo el pelo, he pensado seriamente en comprar la membresía del gimnasio

-Ohhhh, Oli, eres como la hermana pequeña, torpe, atolondrada, ingenua, horrible cocinera y maravillosa que nunca tuve.

–Gracias ... Creo -Me quedé pensando en el concepto que tenía de mí y entonces me acordé de que le había faltado una cosa por decir...

Además de ser mi mejor amiga – Cuando iba a decir su frase ella me cortó dándome un pequeño codazo y sonriendo me abrazó- Así que no te preocupes que Isa siempre tendrá tiempo para ti – la sonreí y la abracé de vuelta, ella estaba en otra ciudad haciendo la carrera, en nuestra antigua ciudad y, a pesar de que están cerca no puedo no puedo pedirla que haga más esfuerzos de los que normalmente hace para verme.

Oye ¿Ya hablaste con Erika?

– ¿Con Erika? Mmhhh, no, creo que no ¿Por?

–No, nada. Es mejor que te lo diga ella–La miré con interés, pero al ver que dejaba de hablar no quise insistir.

Isa me acompañó de buena gana al trabajo, las dos sabíamos que unca diría que no a un postre gratis y, allí, en una mesa apartada estaba Erika esperándonos. Esperaba poder sentarme con ellas antes de empezar el turno pero estábamos en hora punta y hasta que no bajara el ritmo de clientes no podría tomarme un descanso.

En medio de todo el barullo de gente vi a un chico alto y de pelo negro entrar por la puerta de la panadería y acercarse al mostrador:

¿Qué desearía señor? –No me miró, mantuvo la vista fija en la vitrina llena de panes, panecillos, cruasanes, napolitanas, tartas y demás postres– ¿Señor? ...

No pude seguir hablando, cuando nuestras miradas se encontraron se me cortó la respiración. Fue menos de un segundo, pero sabía que esos ojos no se me olvidarían en la vida.

Intenté ver su cara, pero con un giro rápido de cabeza la apartó caminó hacia la salida de la pastelería como si yo no existiera.

Una hora después los clientes ya habían sido atendidos y me había despedido de Isa que tenía que coger un autobús hasta casa de sus abuelos.

My green abyss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora