Capítulo 7: La identidad de Murciélago es revelada

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Eran las cuatro de la tarde y las agujas del reloj parecían no moverse de su sitio. Los clientes iban y venían cómo mis suspiros. Cada poco miraba el móvil, esperando una contestación al último watsapp que le había mandado.

Volví a mirar el móvil, nada y, lo guardé el móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Es martes y hoy he quedado con Derek para que vayamos juntos a casa, dice que me quiere enseñar algo pero hace media hora le mandé un whatsapp y no me contesta.

Ha cambiado, algo en él es diferente. Desde esa mañana algo es diferente... 

(Flashback)

La cabeza me sigue doliendo, pero conforme el olor del humeante café penetra por mis fosas nasales todo resto de jaqueca parece dispersarse, al igual que lo hacen las siluetas humeantes desdibujándose en el aire.

El pitido de la tostadora me despertó de mi ensoñación. Acerqué mi mano a las rebanadas de pan que afloraban de la superficie metálica como diciendo "Cómeme". Y precisamente por el mensaje que me enviaban me apresuré en alcanzarlas.

Y sí, por si algún@ aún no se ha dado cuenta de lo torpe que soy, que lo soy y bastante por cierto, me quemé.

-¡Auch!

Derek se acercó a mí y me cogió las manos, las dio un breve vistazo, me cogió de la muñeca y me arrastró hasta el fregadero

-Mantenlas bajo el agua hasta que sientas que ya no quema-Encendió el agua fría y observó cómo la silueta del mis manos se distorsionaba bajo el chorro de agua-Déjame verlas-Apagó el chorro de agua y sostuvo mis manos entre las suyas.

Eran cálidas y confortantes, cálidas como el café y confortante como su voz melosa, melodiosa e hipnótica, una de esas a las que no sabiendo cómo terminas haciéndote adicta a escuchar.

-Voy a vendártelo, pero no es nada preocupante-Cerró el grifo y se fue a por el botiquín. Mis piernas se mantenían erguidas, pero si no fuera porque lo estaba viendo diría que mis huesos se habían convertido en gelatina.

Mi corazón latía a la velocidad en que sus pasos se acercaban por el pasillo.

¿Qué era esa cálida sensación que se apoderaba de mi cuerpo y me hacía imaginarme flotando en las olas del mar una tranquila y calurosa tarde de verano?

No sabía lo que era, pero si de algo estaba segura es de que no quería que desapareciera.

Me vendó la mano y le agradecí con una cálida sonrisa. Él se limitó a asentir con la mirada y acercarse al frigorífico a por mantequilla y mermelada.

- ¿Quieres algo de chocolate en polvo?

-Sí, me encanta

- ¿Tanto como hacerte daño a ti misma?

-Ya decía yo que todo era muy bonito –susurré

-Eso que estás haciendo es... ¿Un puchero?-Le miré ofendida.

-¡No es un puchero, es mi cara de enfadada!-Vi cómo su cara iba cambiando de expresiones hasta que finalmente estalló en lo que puede ser la carcajada más sexy que he escuchado en mi vida.

Y me perdí...Me perdí en cómo su pelo se revolucionaba con cada balanceo en su asiento. Me perdí en cada movimiento de sus labios al reir. Me perdí en su cara de niño al sonreír y en sus ojos, que con un brillo especial me miraban entrecerrados mientras con sus manos se agarraban de la barriga.

My green abyss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora