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13. Atenas

Advertencia: Contenido sexual

Los altos gemidos que emitían los dos chicos en la playa, la adrenalina de saber que podían ser descubiertos hizo que tuvieran un mutuo orgasmo prolongado, solo tenían una toalla para evitar el contacto directo con la arena del mar, pero ellos se encontraban perdidos entre sí. La chica y el chico se habían escabullido después de haber discutido la noche anterior. Debían de afrontar sus emociones y dejarse de juegos.

Él había ido a correr y dejado a su chica en la habitación durmiendo, mientras que ella había salido del hotel para recibir la brisa del mar y calmarse, estaba molesta con los acontecimientos del último mes, pero debía de controlarse. Ella tomó la decisión de dejar enterrado ese amorío, no podía molestarse con él de tomar la decisión de seguir adelante. Pero solo estaba engañándose a sí misma. Así que cuando vio al chico correr en dirección a la playa fue a directamente a afrontarlo.

Tomó una toalla de la recepción del hotel, y salió disparada a su dirección. No estaba completamente segura en que decirle al chico, pero debía de averiguarlo teniéndolo de frente.

—Ya basta de engaños...— decía la chica al momento de pararse frente a él. —Sé perfectamente lo que intentas hacer y créeme que funcionó—. Sin pensarlo dos veces tomó de la mano al chico y se escabulleron en una orilla de la playa y tener sexo de reconciliación. Sabían que debían afrontarlo en esas vacaciones, tenían que luchar por su amor, ya que después de intentar luchar contra sus instintos y prohibiciones, lo que sentían era más fuerte.

***
Alexis estaba durmiendo y se escuchó el ruido del pomo de la puerta de su habitación. Ella al escuchar el ruido abrió de inmediato los ojos y se sentó en la cama como reflejo. Cuando se encontró con una mirada oceánica depredadora, como un cazador, ella se encontraba aturdida, cuestionándose de porqué el Buchanan estaba en su habitación.

Los pies de Alexis tocaban el suelo, él se acercó lentamente sin decirle nada hasta que llegó a su dirección y se inclinó de rodillas, con sus manos abriendo las piernas de la castaña para colarse entre ellas.

— ¿Que haces? —. Cuestiona la castaña sumamente despierta. —Quiero saber si este sentimiento fluye por los dos—. Responde Buchanan de manera sublime, sin titubear y ninguna burla en su voz.

— A que te refieres? — La castaña no sabía que estaba pasando en realidad. —Vamos Encanto, sabes bien que las noches se hicieron, para que digas lo que no puedes decir por las mañanas—. Responde el Buchanan con determinación y toma de la cintura a la castaña con sus dos manos. Ella no se resistió a la presión que sentía al tener las manos de James en su cintura que de inmediato tomó su boca.

Hasta que el ruido del despertador la trajo a la realidad. La chica estaba sola, sudando, enredada en las sábanas blancas de aquella habitación que compartía con Steve. Su corazón brincaba como si hubiera corrido el maratón de Nueva York y sus mejillas tenían un rojo intenso.

Se preguntaba si había soñado con él después de la discusión que habían tenido la noche anterior, fue muy raro dirigirse la palabra después de mucho tiempo. Y después de la discusión se encerró en la habitación y se durmió sin esperar la cena ni a Steve.

La chica se recostó en la cama recordando la discusión que había tenido con el Buchanan.

— Wow, ¿de verdad compartirás la habitación, Encanto? — recriminó James antes de que la castaña abriera la puerta de su habitación de hotel compartida.

— Eso no es de tu interés James, y Steve te puede escuchar, por favor cállate—. Decía Alexis, temiendo de que en cualquier momento Steve abriera la habitación y descubriera a Alexis con James.