Capítulo Siete.

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Hugo Hunther.


Hoy muy temprano por la mañana, desperté y deje a Pierina en la comodidad de su casa, no sin antes pedirle hacerme cargo de su Vespa para poder arreglarla y que vuelva al ruedo. Con un delicioso desayuno de su parte, quedamos en vernos este fin de semana y yo con la ayuda de mi trabajador y que llego a tiempo, pudimos traernos su moto y toda la mañana nos encargamos de arreglar la falla.

La mañana junto a la tarde se me fueron en un chasquido de dedos y en este momento me encuentro fumándome un cigarrillo en el callejón junto al club y al escuchar la puerta siendo abierta volteo y me encuentro a Ulises. Este viene hacia mí, no había llegado, seguro fue Otto quien le dejo saber dónde me encontraba y ofreciéndole un cigarrillo este declina, asiento.

– ¿Qué tal todo?

–Intenso –comenta, le miro. –Esta intensa, estresada e insoportable –se a quien se refiere. – ¿Cuándo entenderá que nosotros no hacemos lo que nos digas y a su antojo? Si al caso vamos, si no fuera por nosotros y sobre todo por ti, este club no se llenara.

–En cuanto llegue hace un rato pidió verme, me vine a fumar un cigarrillo, sé que no será una conversación muy bonita que digamos.

–Hugo...

–O entiende por las buenas o simplemente me marcho –lanzo lo poco que me quedaba de cigarrillo y lo termino de apagar con la suela de mi zapato. –Que no se le olvide, que la puedo hundir y muy feo.

–Evita problemas, Hugo –chiteo y suelto una risita.

– ¿Problemas? –abro mis brazos. –Pero si yo soy el hombre más dulce sobre la faz de la tierra.

–Hugo, tú y tus sarcasmos –me encojo de hombros. –Solo evita, ¿Quieres? –suspiro y asiento.

–Mejor salgo del compromiso y entro para hablar, a ver que quiere y que me va a decir.

En cuanto vuelvo dentro del club, ya todos se están encargando de todo, luces, tarima, asientos y los chicos del bar están preparando todo para esta noche del viernes. En silencio tomo camino al pasillo donde se encuentra la oficina y con mucha superioridad lo hago, no le temo a la persona que me espera, es más, me causa gracia la manera en cómo quiere llevar el negocio y simplemente ella conmigo no podrá.

Hoy cuando desperté, mi teléfono estaba inundado de mensajes y llamadas, todas provenientes de la persona con quien me voy a reunir en este momento. ¿Cuál era su insistencia? No vine a trabajar la noche de ayer y la verdad me importa un carajo si no lo hice. Yo decidí continuar bailando porque me gusta y es un trabajo que simplemente le tome cariño aunque ahora no le de tanta prioridad como antes.

Dos toques a la puerta anuncian mi llegada, y la voz fina del otro lado me da el permiso para entrar y lo hago. Cierro la puerta detrás de mí y se me hace muy gracioso verla en plan de jefa cuando lo cierto es que ese lugar no le calza, es inútil aunque intente ser una arrogante y mandona. Es una mujer preciosa, en sus treinta y tantos pero ¿De qué vale la belleza si su actitud es una mierda? Sin siquiera esperar su permiso para tomar asiento, lo hago, tomo asiento y de una manera desgarbada lo hago, dejándole saber que esto me tiene sin cuidado, que solo no quiero problemas y vaya con el chismecito.

–Hugo, creí que no vendrías hablar.

–Solo dime que ocurre y ya, necesito ir a cambiarme para los shows de esta noche –suspira. –Indira, ya habla y déjate de rodeos.

– ¿Por qué no viniste la noche de ayer a trabajar? Si sabes que tienes un contrato, ¿Verdad? –no puedo evitar reír y le miro de fijo. –No estoy para tus risitas, ¿Ok?

Solo Una Oportunidad, Por Favor (Saga Por Favor #2.5) ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora