Capítulo 7

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Narra Lisa.

Hoy caminé por los lugares que caminábamos juntas. Y sentí un apretón muy fuerte en mi pecho, un gran vacio, y sentí como me rompí otra vez.

Me senté en el pasto, cerré los ojos por un memento. El fresco aire de la mañana rozando mi cuerpo. El cantar de los pajaritos, y el recordar que solíamos venir aquí en todos sus cumpleaños, porque aquí podíamos sentirnos uno solo.

He anhelado que nos encontraramos otra vez por una casualidad. Una perfecta casualidad.

Quizá no le baje las estrellas. Pero si la lleve hasta ellas.

Tenía claro que había reiniciado su vida, una vida que yo no estaba involucrada.

Sería una cobardía olvidarla, prefiero seguir recordándola aún que no sepa quien soy realmente.

Seré sincera, no seré feliz al verle al lado de otra persona, pero si estaré tranquila de que no se sienta tan mal como yo me siento.

Me levanté y seguí caminando, aún sigo visitando el último lugar en donde nos besamos.

Me gusta revivir cada uno de los recuerdos que tengo.

Seguí caminando por horas y horas. Quizá crean que exagero pero cuando me meto en mis recuerdos, las horas pasan muy rápido que no me doy cuenta.

Después de baquetonear mucho, fui a trabajar a los manzanos.

— buenos días Lisa — me saludó Jungkook
— Buenos días.
— oye, ¿dónde te habías metido? —me pregunto
— estaba por ahí — no tenía porque darle explicaciones
— es que la señorita Jennie te estaba buscando

¿Jennie me buscaba?

No pude evitar sonreír, iba a ir en busca de ella y atenderla como lo merece.
Cuando terminará de cosechar las manzanas.

— oye, Lalisa -— escuché la voz más desagradable que podía oír, desvíe mi mirada y ahí esaba el tipo más torpe que había conocido, Jongin, que querrá ahora.
— buenos días, ¿Qué se te ofrece?
— quiero hablar contigo, de hombre a lo que sea que seas

Claro que no iba a caer en sus provocaciones.

— haber, te escucho
— Quiero que dejes de coquetear con Jennie. 
— Yo no he coqueteado con la señorita, sé cómo tratar a una dama.
— No te hagas la estúpida — este tipo me molesta, me está haciendo hervir la sangre
— A mi no me hablas a sí.
—  yo te hablo como se me da la gana — empezó a darme pequeños empujones, lo mato...

Empujé su manos de mí, no lo he tolerado que nadie me ponga una mano encima.

— Sí es posible manten el menor contacto con ella, no la mires como la miras, no respires cerca de ella, no la toques, o sí no yo me haré cargo de romperte toda la cara

— No te atrevas a amenazarme.
— cállate, sólo eres una imbécil con aires de grandeza.

Cerré los puños con fuerza, sentía como los uñas penetraban mi piel.

— No eres nada, no eres suficiente para ella, eres basura

Con un fuerte puñetazo lo tiré al piso, se tocó con su mano la nariz mirando la sangre, se paró y me regresó el golpe. Justamente en la ceja. Como dolió, parecía parada de mula.

Empezamos a golpearnos, yo le di un golpe en el labio y se el golpe provocó que se le reviente.

Me tomó de la camisa y me tiro al piso con una bestial fuerza, empezó a darme golpe, tras golpe, tras golpe en el rostro. Cada uno me dolía.

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