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Hannah.
Una vez tuve un amor, y fue genial. Luego me di cuenta que tenía un corazón de cristal.
Harry Styles había sido mi primer amor desde que lo vi entrando con su camiseta blanca y la bandana en la cabeza por los pasillos de la universidad.
No miraba a nadie, pero todas lo mirábamos a él.
Sus converse blancos sonaban contra la loza del piso, haciendo que estúpidamente volteemos mientras él se abría paso en el largo corredor. Su nariz recta se mantenía elevada al igual que su mentón, sus brazos tatuados eran la mayor obra de arte del NYU y me atrevería a decir que el mismo castaño era considerado también parte de esta.
Una vez tuve un amor, y era divino.
Pero se fijó en mí, de pronto yo caminaba en medio del pasillo con su brazo tatuado en mis hombros. Derrepente me sentía como en una película entrando con mi James Dean al lado. Era la envidia de todas, lo tenía a él y él me tenía perdiendo la cabeza.
Empecé a vestir como él, sin darme cuenta, usaba sus palabras y gestos, mis brazos comenzaron a llenarse de tinta y mi mente de recuerdos de ambos. Su sonrisa era mi nicotina y sus besos mi kriptonita.
Su mano siempre iba en mi bolsillo trasero cuando pasábamos frente al equipo de fútbol americano. Su mirada verde se oscurecía y amenazaba con su gran tamaño a aquel que se atreviera a mirarme.
Nuestras salidas en moto hacia la costa o sus rulos volando en el viento eran mi cosa favorita. El compartir cigarros y canciones de Guns and Roses por las tardes también se volvió parte de mi rutina.
Una vez tuve un amor, era genial. Parecía algo real, para al final encontrar mucha desconfianza… el amor quedó atrás.
Sus gritos porque utilicé una mini falda o su vena roja en el cuello porque no le contesté el teléfono empezaron a aparecer. Sus nudillos blancos conduciendo rápido su Range Rover o su ceño fruncido mientras golpeaba una pared se convirtieron en mis nuevas tardes.
Una vez tuve un amor, era genial. Luego se convirtió en un dolor en el culo.
No tenía paz mental, las peleas constantes, sus gritos borracho a las tres de la madrugada. Mis lágrimas porque rompió el cuadro de fotos donde salíamos sonriendo, mis faldas rotas y cortadas en el piso, las botellas de alcohol volando por el aire. Mi cabeza contra la pared, su mano en mi cuello, mi mirada de terror, su mirada de furia.
