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Julia.
Nunca he sido una mujer insegura.
Es más, me atrevería a decir que los celos nunca me han cegado al punto de desquiciarme.
Nunca.
Siempre confié, siempre, a ojos cerrados confié en él.
Pero mi corazón acababa de romperse en mil pedazos y creo que nunca podré encontrarlos para repararlo.
Las manos me temblaban y sentía el corazón salirse de mi pecho. La imagen en mis manos empezó a mojarse y mis piernas se doblaron, haciendo que cayera torpemente al piso.
Él, una rubia, un beso y una sonrisa.
No podía creer que él me estuviera defraudando, pero las pruebas estaban a la vista. Era suficiente, no quería ver las demás fotografías.
¿Por qué?
¿Por qué lo hizo? Si él y yo habíamos hecho una promesa.
—Bebé, voy a salir a correr.
—Iré al gimnasio un par de horas con Mitch, cariño, no me esperes despierta.
—Me iré de viaje a Italia unos días, ya sabes, el trabajo, bebé.
Yo no era la única, ya no era más su única mujer. Entonces, las salidas al estudio de noche, las constantes reuniones de trabajo los días domingo y las llamadas de "Jeff" a la una de la madrugada habían sido una cortina en la que yo había caído completamente.
Harry me había engañado. Y yo acababa de enterarme.
¿Qué haces cuando tu novio te engaña luego de ocho años juntos? ¿Qué se supone que haces con el hogar que construyeron juntos? ¿Dónde debería de guardar los recuerdos y el amor que nos teníamos?
Lamento que te enteraras de esta forma, pero ninguna mujer merece vivir engañada tanto tiempo. Llevan saliendo ocho meses, lo siento mucho, Julia, en serio.
-R.
Y cuando creía que el mundo podía quebrarse encima mío y no me importaría, él entró por la puerta.
—¿Qué ocurre, cariño? —lanza sus llaves y corre hacia mí.
Llevo las manos a mi rostro para cubrir el llanto que sale de mí. No puedo mirarlo y lo siento de cuclillas en el suelo, a mi lado.
—Julia, me estás asustado ¿Qué ocurrió? ¿Tú madre está bien? ¿Pasó algo con tu herman…
Y no sigue, porque sé que ya vió las fotografías arrugadas y mojadas en el suelo.
Sus fotografías con esa mujer.
Y lo oigo caer al suelo.
—Cariño —su voz se quiebra y quizá haga que yo llore peor.
