Capítulo 6. - Dónde alguna vez hubo un nosotros.

14 1 3
                                    


Vinnie:

— Voy a acostar a los niños, ¿vale? — le digo a Oliver, ya en la sala de estar de mi casa y él asiente.

No digo nada más y lo siguiente que hago es subir escaleras arriba aún con los niños en brazos hacia sus habitaciones, dejando a ambos en sus respectivas camas, y...-

— Besito, mua mua. —escucho balbucear a un risueño Chris y yo sonrío— Oliver, cafecito. —continúa, empezando a lanzar repetidos besos al aire y haciéndome reír.

— Al parecer eres el único alegre por mí, Chris. —susurro para mí mismo cuándo paseo la mirada por la habitación hasta llegar hacia una Lana de espaldas a mí.

Dejo fluir el silencio de la habitación —ni tan silencioso porque Chris no para de reír entre sus ocurrencias. Y mientras pienso cuidadosamente en lo siguiente que vaya a salir de mi boca.

— Lanita... —me acerco a ella y continúa ignorándome. Yo suspiro, intentando reunir paciencia para hablarle cómo era debido, ella no tenía la culpa.

Desde que yo decidí terminar con Lucas y comenzó todo el tema del divorcio, ella... era a la que más le afectaba, e intentaba entenderla. Pero cada vez se me hacía más complicado, es que era lo suficientemente complicado que apenas me veía con alguien que no fuera Lucas, me hacía la ley del hielo hasta que ella quisiese.

Y eso me hacía sentir culpable. Por ello es que en un principio aparté por completo la simple idea de empezar algo más, pero ahora que Oliver y yo comenzábamos a tener cierto acercamiento, yo... supongo que también quería tener un poco de vida propia fuera de mi responsabilidad cómo ex-esposo y padre. 

— ¿Preciosa?, yo... vale, en realidad no sé muy bien qué decir —susurro, acostándome a su lado.

Solo recibo silencio y trago grueso al notar cómo se encoge sobre sí misma, alejándose lo más que el espacio le permite de mí, y eso duele.

— Sé qué quizás no entiendes demasiado de todo esto, también sé que el hecho de que tú papá y yo ya no estemos juntos te ha estado afectando mucho, y yo... no hallo la manera de hacerte sentir mejor, pero quiero que sepas que las cosas van a estar mejor.

Más silencio. 

— Al... menos voy a hacer todo lo posible para que así sea, y también que por sobre todas las cosas siempre te voy a amar. Lo siento. —noto que se incorpora y suspiro aliviado.

— No me importa. —es lo que dice en su lugar y se aleja más, mi sonrisa desaparece.

Frunzo los labios, sintiendo mis ojos humedecerse, me limito a reprimir el sentimiento de impotencia que me embarga. Es qué ya no sabía qué hacer para tener a todo mundo contento.

— Lana, cariño, no me gusta verte así, en verdad lo siento, por arruinar todo y que por mi culpa estés así, lo lamento, ¿podrías...? ¿podrías aunque sea mirarme, corazón? por favor —suplico a lo último muy patéticamente.

— Mentiroso. —frunzo el ceño pero no me da tiempo de procesar sus palabras porque una almohada impacta contra mí rostro.

— Quieres a Oliver y me vas a dejar de querer cómo a m-mami Lucas... no quiero perder a mami Lu, no quiero perder a papi, no quiero nuevos papás. —rompe en llanto y no pierdo el tiempo, abrazándola con fuerza y ella a mí.

— Porque esté con otra persona no significa que te voy a dejar de amar. —la escucho sollozar, acaricio su cabeza.

— Tú siempre serás, y vas a ser, junto a Chris, mis únicos amores verdaderos. Sé que es complicado, pero tienes que entender que papi también merece ser feliz con alguien más al igual que papi Lu, preciosa. Él y yo no vamos a volver a estar juntos por cosas que entenderás mejor cuándo crezcas, pero no me vas a perder. Ni a mí, ni a papi Lu, te lo prometo, mi niña.

— Te amo papito. — dice casi inaudible, aún entre pequeños sollozos.

— Y yo te amo a ti, mi princesa. —beso su cabeza, y así, Lana cae dormida.

Y así, Lana cae profundamente dormida.

...

— Lo siento por la demora —digo apenas vuelvo con Oliver a la sala de estar. Tomo un par de bebidas, y me limito a sentarme en el sillón; más silencio.

— Está bien, yo... ¿quieres hablar? digo, no pretendo ser un pesado o algo así, pero dicen que si te desahogas es mejor, y-

— No estás siendo pesado, solo quieres ayudar, eso es todo. —digo entre un suspiro considerablemente fuerte, cubriéndome el rostro y frotando este con cansancio.

—Siento que en cualquier momento voy a colapsar, todo esto me trae estúpidamente mal. —presiono un poco sobre mis ojos al sentir las lágrimas apresurarse a ellos, la sensación incómoda en mi pecho continúa.

— No sé muy de qué va todo esto... —habla Oliver y descubro mis ojos, sorbiendo de la nariz. 

Él me tiende una cerveza que yo tomo, ambos bebemos de ambas unos minutos en silencio.

— Pero sé que todo va a estar bien, a las mejores personas ilógicamente les suceden las peores cosas. — dice y sonríe, mi mirada manteniéndose sobre su sonrisa. La aparto.

— Tal vez y sea el Karma. —yo rio sin gracia, tras acabar de un solo y ultimo trago el liquido en el vaso, me recuesto en su hombro— intento que todo salga bien, pero no lo logro. —me sentía cansado... la sensación sobre mi pecho comenzaba a asfixiarme.

— Entonces quizás solo debas dejar que fluya. —siento su mano haciendo pequeñas caricias sobre mi mejilla, haciéndome alzar la mirada hacia él y noto la suya sobre mí.

— Puedo ayudar con eso, no tienes que hacerlo tú solo. —dice sin dejar las caricias, su mirada tiene un brillo especial.— Si lo necesitas, puedo quedarme con Chris y Lana, o... cualquier cosa, si me lo permites, puedo intentarlo. —susurra y yo no respondo, su mirada baja a mis labios, y la mía a los suyos.

<< ¿Siquiera era el momento de...? >>

— Si, quizás debería dejar de pensarlo tanto y hacer que fluya. —es lo único que digo en lo que me incorporo, interrumpiendo por completo mis pensamientos antes de halar de él y besarlo.

Café con motas de vainilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora