Capítulo 22. - Donde alguna vez hubo un nosotros.

12 1 0
                                    


— Papi Vi. — siento unas pequeñas manos palmear mi rostro energéticamente y yo frunzo el ceño, sintiendo el sueño abandonar mi cuerpo.

— Cinco minutos más... —susurro con pesadez, acurrucándome entre la sábana hasta que siento un golpe fuerte contra mi mejilla, haciéndome sobresaltar. 

— Dijiste que hoy le haríamos una sorpresa a papi Lu. —me encuentro con el rostro malhumorado de Chris.

— Lo había olvidado por completo, Dios mío... —hago una mueca, apartando la sábana y alzando a Chris en brazos.

— Yo no, salvé el día. —una sonrisita alegre surca sus labios en lo que saca lo que al parecer es un papel notablemente arrugado que me tiende con emoción.

Tomo la hoja, encontrando en ella un dibujo torpemente hecho. Recorro este con la mirada, sonriendo con ternura al notar cada personaje hecho de a palitos señalado por una flecha; estábamos en el, Lucas y yo, cargándolos a ambos en brazos.

Al fondo se nota lo que al parecer era nuestra antigua casa, y muchos, muchos corazones de diferentes formas y tamaños alrededor. Alzo la mirada hasta las palabras también torpemente escritas al principio, "TE AMO, LU. De: Chris. Para: Jhonson", rio al notar el apellido mal escrito.

— Está precioso, Lu lo va a adorar. — digo, besando su coronilla cariñosamente.

— ¡SOY UN SUPERHÉROE, PAPÁ! —grita Chris con completo orgullo, haciéndome reír.

— Lo eres mi amor, claro que sí. —llego hasta su habitación y al entrar encuentro a Lana jugando y peinando a sus muñecas entre un aspecto adormilado.

— Bien, necesito más de su ayuda para darle la sorpresa a papi Lu, necesitamos subirle el ánimo hoy, ¿vale? —pincho la nariz de Lana al hacerme a su lado y ambos asienten.

De un momento a otro, Chris se baja de mi agarre para salir corriendo en dirección al armario, haciéndome fruncir el ceño confuso.

— ¿Chris? —pregunto, mientras Lana se acerca a mí pidiendo un peinado y yo comienzo a hacerle trenzas cuidadosamente en el cabello. Quien al terminar, se suelta por igual de mi agarre para seguir el camino de su hermano, para minutos luego, ambos en conjunto salir con una pijama de animales como vestimenta. Chris como un panda y Lana como un dálmata, ambos contrastando de una forma que resultaba tierna.

— No entiendo cómo pueden ser tan lindos, pero eso será una pregunta para otro día. Ahora, vamos con papi Lu, ¿les parece? —sonrío bajo, tomándome un momento para cambiarme rápidamente y paso seguido yendo a con él, explicándole en el camino la situación lo mejor que podía a Lana y Chris.

Pues hoy, hacían 2 años desde que la madre de Lucas, abuela de ambos... había fallecido.

...


Llegamos a casa de Lucas y lo primero que noto es la puerta principal entreabierta. Mis alarmas se encienden y junto a los niños entro rápidamente.

— Ustedes van a quedarse aquí un momento y van a completar la misión, ¿vale?, repartan los regalos de papi Lu en lo que yo vuelvo. —digo en lo que dejo a Lana y a Chris en el suelo junto a las variadas bolsas de regalo. Ambos comienzan a arreglar tranquilamente y yo subo escaleras arriba.

— ¿Lucas? —pregunto a la nada, cruzando el alargado pasillo con habitaciones hasta dar con una que se mantiene abierta de par en par.

Cuidadosamente me asomo, encontrándome con un Lucas en el suelo, manteniendo posición fetal. Su cuerpo se sacude fuertemente entre sollozos igual de fuertes.

— Lo lamento, lo lamento tanto... —escucho sus lamentos entrecortados, acompañados de sollozos desesperados que automáticamente me hacen reconocer lo que estaba haciendo. Lucas tendía a culparse por lo sucedido, y era precisamente por ello que no quería dejarlo solo en estas fechas con sus propios pensamientos carcomiéndole la cabeza tortuosamente.

— Te necesito, necesito que me digas que todo va a estar bien, mami. Ya no puedo... —trago grueso, dejando leves toques en la puerta de manera que llamó su atención. Él se sobresalta, limpiándose rápidamente el rostro antes de voltear este en mi dirección, sus ojos enrojecidos por el llanto posándose en los míos.

— ¿Qué haces..?, y-yo... no sabía que vendrías hoy. —Lucas sorbe de la nariz, incorporándose con intenciones de pasarme a un lado como si nada antes de yo tomarlo del brazo con delicadeza.

— Sabes por qué estoy aquí, Lu. —susurro y siento su cuerpo estremecerse con ligereza. Sus brazos me rodean junto a su cuerpo, aferrándose a mí con fuerza. Sus manos tiemblan y noto su respiración errada, forzada, como si intentase... controlarse.

— No está mal si no estás bien, Lucas. —acaricio su espalda, un sollozo bajo escapa de él.

— Estoy aquí, no estás solo, ¿me escuchas, Lu? —digo dulcemente, rodando mi agarre hasta su rostro para tomar este entre mis manos, alzándolo para encontrarme ese par de ojos completamente cristalizados.

— L-lo... siento. —dice débilmente, yo niego, acariciando su mejilla.

— Hoy le haremos el gran homenaje que se merece a tu mami, ¿okay?, estás bien Lu, aquí estamos para ti, contigo.

— G-Gracias. G-gra... —un sollozo resuena cuando Lu intenta apartarse sin éxito, tropezando y quebrándose finalmente en un llanto adolorido. Yo lo sostengo, arrodillándome de manera que lo rodeo en un abrazo con fuerza, dejando que llore, grite y se desahogue. 

Simplemente le hago saber que estoy ahí. Y se que es lo único que necesita, no le gustaba hablar de sus sentimientos, mucho menos de lo sucedido con su madre.

 Él suplica, se culpa, maldice y pide perdón una y otra vez sin cesar, hasta que en algún punto se cansa y, aún aferrándose a mí con fuerza, solloza levemente de vez en cuando, llorando en silencio, como siempre acostumbraba a hacer. 


Café con motas de vainilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora