Capítulo 17. - Donde alguna vez hubo un nosotros.

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Vinnie:

Al final acabamos haciendo una travesía por completo. Decidimos ir a pasear en lugar de Lucas solo llevarse a los niños.

Lana y sus rabietas nos hicieron tomar la decisión de volver a casa, y en medio del camino, el auto se accidentó, así que acabamos en la nueva —recién adquirida, según el— casa de Lucas, que era la más cercana en comparación a la mía.

Mientras caminábamos hablábamos sobre cualquier estupidez, y...

— Deberíamos hacer algún viaje con los niños ahora que volviste, creo... que no estaría nada mal. —le digo a Lucas.— ¿Tú qué dices, eh? —miro ahora a Oliver, el deja caricias en mi mano entrelazada con la suya.

— ¿A... París? —dice un lugar al azar y no puedo evitar la sonrisa que se forma en mis labios, de reojo veo a Lucas reprimir una también.

París...

...

—¿Te casarías conmigo, Jhonson? —azul ahora cristalizado por lágrimas que espero sean de felicidad, se encuentra con mi color de ojos miel, esa sonrisa que tanto me gusta formándose en sus labios.

—Tu en serio estás frente a mí de rodillas y con una caja de terciopelo rojo, ¿eh? —el ríe entre un leve sollozo antes de asentir y siento cómo mi corazón se detiene por un segundo, emocionado. — Quiero... sí quiero casarme contigo.

— Sí, acepto. —lo escucho entre recuerdos claramente, nuestras manos ahora con un anillo reluciendo en ellas, entrelazadas.

—Entonces, puede besar al novio. —el lugar explota en aplausos, y yo sin perder tiempo rodeo su cintura, una sonrisa tonta escapando de mí. Una de sus manos toma mi mejilla, él también sonríe tan relucientemente como de costumbre, con un brillo especial en su mirada.

Y entonces, entre sus suaves caricias, él se acerca a mi rostro, nuestros labios a punto de tocarse finalmente, y...

...

Me incorporo de golpe con frustración.

Llevaba unas dos horas intentando conciliar el sueño y, cómo al parecer ahora me era costumbre, no lo lograba.

Aparte que apenas cerraba mis ojos los recuerdos hacían lo que quisiesen en mi cabeza y aquello no me gustaba, no quería recordar.

Miro a mi lado y encuentro a Oliver durmiendo plácidamente, yo decido salir de la habitación en busca de algo para comer, y mi estómago suelta un rugido, totalmente de acuerdo.

Bajo a la cocina, y noto cierta silueta que reconozco perfectamente bien cómo Lucas.

— ¿Qué haces tan tarde despierto? —pregunto.

—No puedo dormir, ¿tu? —Lucas me mira, bebiendo un sorbo de su taza.

— Tampoco. ¿Puedo tomar algo de comer?, tengo hambre. —él asiente.

— Eso significa que ahora estás comiendo mejor. —murmura y yo doy un suspiro.

— Si, yo... comencé a ir con especialistas, así que estoy... mejor, si. —él sonríe, siguiendo con la mirada mis movimientos.

— Y... ¿Oliver y tu..?

— Estamos bien. Cómo cualquier pareja tenemos problemas, pero los sabemos afrontar, él... se lleva bastante bien con los niños. —pongo dos pedazos de queso en la sartén, quedaban crujientes si los dejabas allí un rato. Luego me volteo hacia él.

— Ambos incluso le dicen papá mientras no están ocupados llamándolo "café" o "cafecito". —digo distraídamente entre una risita, noto como la sonrisa de Lucas disminuye con el comentario, él solo carraspea.

— ¿Me perdí demasiado de los niños? —pregunta entre un susurro pasado un rato de silencio.— Es... me siento un poco culpable de haberme ido tan de repente. —añade, jugando con sus dedos. Me cruzo de brazos, sabiendo que su cabeza comenzaba a generar pensamientos negativos a estas horas de la noche.

— A veces es bueno tomarse un tiempo para uno mismo, Lucas. Es tú bienestar, tú salud mental, no te sientas culpable por cuidar de ambos. Además que eso acaba viéndose reflejado en los niños, si tú estás bien ellos igual, y... yo también.

Él parece estar a punto de decir algo pero la puerta principal abre, haciéndole fruncir el ceño.

— Dijiste que llegabas mañana. —dice Lucas con una amplia sonrisa formándose en sus labios. El chico de... la otra vez, en el centro comercial.

— ¿No vas a darme la bienvenida cómo es debido, Lucas?, qué rebelde. —el ríe, apresurándose a llegar hasta él para rodearlo en una abrazo.

Alto, cabello rubio, tez blanca...

— Te extrañé. —escucho susurrar a Lucas.

—Yo igual, pero... ¿puedo preguntar por qué hay un tipo en calzones en casa? —dice el extraño, dándome una mirada recelosa.

— ¿El papá de Chris y Lana?, bueno. Es él, y no está en calzones, exagerado.

— Soy Jack. —este se aparta de Lucas para tenderme la mano, ofreciendo un apretón de manos.— ¿puedo robar un poco de lo que sea qué estés preparando?, huele bien. —pregunta después, ojeando el sartén con curiosidad.

— Lo siento, esto es comida para guapos, si comes esto te mueres. —la sala queda en completo silencio, Lucas viéndome con confusión y Jack incrédulo.

— A propósito, soy Vinnie. Vincent para ti.

Café con motas de vainilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora