Capítulo 7. - Dónde alguna vez hubo un nosotros.

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Oliver:

Un rayo de luz pega en mi rostro haciéndome ser consciente de que ya amanecio, sin embargo no abro los ojos. 

 << ¿Desde cuándo mi cama era tan cómoda? >> pienso, acurrucándome placenteramente en la comodidad de esta, estaba calentita y acolchada.

Retomo mi hilo de pensamientos y sonrío tontamente al recordar la noche anterior.

...

— ... Hacer que fluya —es lo que dice Vinnie antes de atraerme hacia él y besarme, yo solo cierro los ojos con lentitud, disfrutando la sensación de las famosas mariposas en el estómago.

El latido de mi corazón retumbando en mis oídos, nuestras respiraciones comienzan a acelerarse y lo único que hago es acariciar su rostro, llevando mi mano esta vez hasta su mandíbula para profundizar considerablemente el beso, y...-

...

— Oliver.

¿Cómo un recuerdo podía ser tan vívido?, juraría que escucho la voz de Vinnie llamarme tal y cómo si estuviera a mi lado.

— Oliver despierta.

Frunzo el ceño, sintiendo una ligera caricia en mi mejilla, ¿qué..?

— No, no quiero. Estoy cómodo así. —balbuceo a la nada, abandonando por completo el ambiente cómodo de hace unos segundos y obligándome a abrir los ojos de forma perezosa. Me estiro con la flojera dominándome cómo de costumbre, y froto mis ojos al ver el reflejo de Vinnie frente a mí.

— Buenos di-

— ¡¡AHHHHHHHHHHH!! —reaccionó por fin y mi único impulso es lanzar una patada al que al parecer es en verdad el rostro de... ¿Vinnie?

<< ¿Qué hace él aquí? >>

— Me encanta tu manera de dar los buenos días, ¿sabes? —dice este entre una mueca adolorida en lo que se soba el rostro.

— Otro sueño extraño, genial. —estoy a punto de acostarme nuevamente hasta que soy consciente de mi alrededor.

— Mi casa no luce así. —digo confuso.

— Tu casa no luce así, porque ésta no es tu casa, Oliver. —Vinnie ríe y yo siento mis mejillas calentarse con fuerza, indicando un sonrojo y haciéndome avergonzar aún más.

— Yo... ¿dónde está el baño? —pregunto con torpeza,y apenas Vinnie me indica su dirección, corro rápidamente a este, viendo mi reflejo en el espejo.

Mejillas sonrojadas, leves ojeras y cabello despeinado, llevaba una camiseta junto a un par de pantalones gigantes que recuerdo no son ropa mía, sino una pijama de Vinnie. Y... una sonrisa que solo aumenta junto a la sensación alegre en mi pecho y el latido descontrolado de mi corazón.

<< ¿Qué sucedió anoche? >>

...

— ¿Me acompañarías a despertar a los niños?, creo que a Chris se le alegraría la mañana si te ve. —pregunta Vinnie con una sonrisa cuando vuelvo a su lado. Yo asiento, notando una marca rojiza bastante notable en su mejilla, y en un impulso, mi mano va hasta esta, acariciándola cuidadosamente.

— ¿No te duele? —frunzo el ceño con preocupación y Vinnie niega, acurrucándose en mi agarre.

— No... —sonríe con diversión y siento como me sonrojo otra vez, sin embargo de un momento a otro me muerde la mano y yo suelto un quejido.

— Auch. —le pongo mala cara, sobando dramáticamente mi mano.

— Esa es mi venganza por patear mi hermoso rostro. —me saca la lengua y yo hago lo mismo infantilmente.

...

Me quedo en blanco cuándo Vinnie, al abrir la puerta de la habitación de los niños, deja ver a estos cuál fieras. Pues ellos... bueno, Lana y Chris estaban jalándose el cabello entre sí, lanzando patadas de bebé... e incluso gruñían.

— Esto es algo de todos los días, es que tienen hambre. —comenta Vinnie y yo rio, notando cómo las pequeñas bestias se detienen al ser conscientes de nuestra presencia.

Ambos vueltos un completo desastre, claro está.

— ¿CAFECITO? —jadea un Chris que ríe con alegría al reconocerme y yo sonrío, derritiéndome de amor. 

¿Cómo un niño podía ser tan encantador?

Chris corre hacia mí y yo lo alzo en brazos, acunándolo contra mi pecho en lo que me abraza con fuerza.

— Buenos días, bolita de pelos. —alzo una ceja cuándo el se aparta, dejándome ver su cabello vuelto una maraña que me hace reír a carcajadas antes de arreglarlo y dejar un pequeño beso en su frente.

— Buenos días a ti también, mi leoncita. —canturrea Vinnie con una también despeinada Lana en brazos.

Y... callada.

Viéndome fijamente.

Trago grueso y alzo una mano, agitándola de un lado a otro entre una leve sonrisa, saludándola. Ella solo me da un pequeño repaso antes de alzar la mano también y devolverme el saludo para volver la atención hacia su papá, yo reprimo una sonrisa alegre y satisfecha.

— Buenos días papi. —susurra tiernamente, recostando luego la cabeza en su hombro.

— PAPI VI, ¿PATETES? —Chris llama la atención de Vinnie, y al obtenerla hace un puchero y ojitos suplicantes— pur favuuurrr.

— Y... ¿"patentes", en su idioma son... panqueques? —rio cuándo Chris voltea hacia mí tras verse interrumpido, primero mordiéndome la mejilla y luego dejando un pequeño beso en mi nariz.

— Si, son panqueques. Creo que ya te lo dejaron en claro en la cafetería, pero es su desayuno preferido y si fuera por ellos los comerían todo el tiempo. —él niega con la cabeza divertido cuando Lana se le une a Chris y entre ambos le hacen ojitos— vale, vamos rápido porque hoy les toca paseo. —ríe y bajamos a la cocina con unos pequeños celebrando entre gritos por su victoria, hasta que suena el timbre.

— ¿Podrías ver quién es, por favor? —pide Vinnie, tomando en brazos también a Chris y yo accedo, yendo a la puerta principal para abrirla.

— Ho... la. —lo energético y alegre de la voz y sonrisa de Lucas desaparece cuándo me reconoce— Vincent, ¿está... en casa? —carraspea, inevitablemente repasándome y apartando la mirada, yo hago una mueca.

¿Es que acaso iba a seguir arruinando la poca dignidad que me quedaba?

Café con motas de vainilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora