Capítulo 13. - Donde alguna vez hubo un nosotros.

12 0 4
                                    


| Especial de Halloween | Oliver:

— Mira qué bonito... — susurro entre un jadeo, maravillado.

A pesar de que debía ser de cierta manera tenebrosa, porque la temática era ciertamente de Halloween, no lo era en lo absoluto.

La estructura era cual castillo y junto a las luces alumbrando, lo hacía ver cómo si fuera irreal. Habían multitudes de chicos y chicas con sus respectivos vestidos, trajes y máscaras.

Y aún así, no podía dejar de ver a Vinnie.

Podría jurar que mis ojos no iban a despegarse de él en toda la noche y podría durar toda una vida admirándolo sin cansancio. Es qué, era muy lindo.

Y... Dios, el traje color vinotinto se ajustaba a él con perfección, junto a todos esos accesorios tan propios de él. Lucía impecable y yo no evitaba darle una que otra miradita de vez en cuándo.

Yo vestía algo... simple, tradicional. O algo así.

...

— Te ves guapísimo. —recuerdo escuchar a Vinnie susurrando a mi oído mientras me rodea de la cintura con lentitud y deja un leve beso en mi cuello.

...

Trago grueso y mis mejillas se encienden. Debía dejar de sonrojarme por todo.

Vinnie y yo caminamos alrededor del lugar, comiendo y tomando pequeños vasitos con variados tipos de bebidas con licor, también bailando... hasta que apagan las luces repentinamente y la música movida de antes se detiene por completo para dar paso a una melodía suave. Las luces se encienden nuevamente, esta vez en una tonalidad azul que resultaba preciosa.

— Creo que ya van a comenzar a bai...—no acabo de hablar porque alguien hala de mí y otra persona de Vinnie, separándonos el uno del otro. Y es así con todos los presentes, supongo que era la dinámica de estos bailes.

Miro a Vinnie y él me sonríe con diversión.

— Bailamos la siguiente pieza. —modula y yo asiento, ambos volvemos la mirada hacia nuestras parejas.

— Un gusto. — me dice el chico frente a mi, cabello color miel y lindos ojos color café...

— Hola. —susurro con nerviosismo, no sabía bailar e iba a pasar vergüenza con un desconocido.

— ¿Puedo? —el desconocido hace una seña hacia su mano en dirección a mi cintura, yo asiento y él rodea esta con delicadeza, atrayéndome hacia él.

Yo aparto la mirada, llevando mis manos hacia sus hombros, y torpemente, al sonar de la música, empezamos a bailar.

Mis ojos se encuentran con los suyos, café se encuentra con café. Mi corazón late acelerado, reconozco la sensación y podría jurar que por un segundo, yo...

—  A propósito, me llamo Nate.

Café con motas de vainilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora