¿Sospechoso?

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Narra Eddie:

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Narra Eddie:

— El rector de su escuela nos ha dado información sobre usted. Queríamos hacerle un par de  preguntas— el oficial se sentó en mi sofá.

— ¿Por qué haría eso?— pregunté.

— Las preguntas las hacemos nosotros— me miró serio, supe que debía callarme.

— Sólo quiero saber...— solté.

— ¿Podemos echar un vistazo?— preguntó el oficial y yo no supe qué decir. Era mucho peor negarme a ellos.

— Claro...— hablé preocupado, les di el paso y ellos revisaron toda la casa, sin encontrar nada sospechoso, pero claramente, dejaron mi cuarto hasta el final.

— ¿Supongo que podemos entrar a su cuarto, Señor Munson?— preguntó, como si disfrutara del hacer sentir nervioso a un chico de 20 años. Sabía que era por Molly Edwards, sabía que algo malo en mí habían encontrado, sólo pensaba en Jules y en la pena que me generaba el que ella no supiera lo que pasaba conmigo en ese instante.

— Claro...— Tragué saliva.

Ellos entraron a mi cuarto, entraron lentamente, abrieron mi cama,  mi velador, sacaron cajas con preservativos y me miraron como si incluso coger fuera obra del demonio, cuando era lo más normal en la pieza de un chico de  20 años, en ese momento supe que la policía jamás iba a estar del lado mío. Vieron un poster de Slayer que tenía pegado en la pared.

— ¿Así que esta música de satanás es la que escucha?— preguntó uno de los que estaba ahí.

—Pues sí— solté— Y no es de satanás, para nada— respondí naturalmente, pero siempre miraba hacia mi clóset, lo hacía de reojo. Ahí tenía mi cajita donde guardaba marihuana.

Uno de los oficiales se agachó y tomó un sujetador, era de Jules, me sonrojé. Era vergonzoso aquello, pero prefería que encontraran ropa interior de mi novia, a algún cuchillo debajo de la cama, y a veces los había, cuando me llevaba manzanas en plena noche y cortaba trozos para comerla más cómodamente, después sólo guardaba el cuchillo debajo de la cama.

Cuando creí que se habían decidido a marcharse, uno de los policías retrocedió y abrió mi clóset.

Sacó la puta caja negra, me miró antes de abrirla.

— Puedo explicar esa mierda...—confesé. Él me miraba como si fuera el peor habitante del maldito pueblo.

— No tiene nada que explicar. Vende drogas...— tomó el dinero que allí había, en la misma caja e incluso se lo guardó— Nos servirá para las donas— le dijo a otro policía.

— Es mi dinero...— me acerqué a ellos, molesto.

— ¿Actitudes violentas, señor Munson?— preguntó con burla— Es dinero sucio. ¿Además para qué lo quieres?¿Para comprar globos y usarlos con prostitutas?— preguntó divertido uno, y yo me sentí tan mal, al punto de querer golpearlo.

bigger boys and stolen sweethearts (Eddie Munson) TERMINADA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora