En el Sofá

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Narra Eddie:

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Narra Eddie:

Sonreí ante mi comentario estúpido, pero era la verdad, caía fácil con los halagos. Miré a Jules y ella parecía sonreírme.

— ¿De qué te ríes tanto?— le pregunté.

— Es gracioso estar contigo— ella soltó— Encontrarme con un chico de mi edad prácticamente.

— Es para que veas que metiéndote con maestros no vas a llegar a ningún lado— Ella seguía mirándome con atención, era tan extraño todo junto a Jules Henderson, es esa clase de chica a la que jamás le hablaría por cuenta propia, en cambio, la tenía ahí, en mi sofá, mirándome con sus ojos azules.

— ¿Me vas a sacar en cara todo el tiempo lo de meterme con Hanson?— ella se cruzó de piernas, y yo suspiré.

— Hasta que recapacites y pienses en lo tonta que eres— hablé divertido, me hacía mucha gracia pensar en ella como si fuera un tiro al aire, y ser yo quien la controle— En verdad me da dado miedo Molly Edwards.

— Está embarazada, o eso dicen los rumores—Soltó Jules.

Eso dejó mucho que pensar, pues no era coincidencia un embarazo y tanto sufrimiento por un maestro, pero preferí no hablar más de Hanson, porque eso era como seguir metiéndoselo en la cabeza, y la verdad quería que Jules dejara de pensar en él, más que nada por ella.

—Ah pues, por eso la paranoia— me limité a decir.

— ¿Así que ahora estamos juntos?—Jules me preguntó divertida, yo puse mis ojos en blanco, odiaba tener que estar metido en problemas de faldas, yo no me caracterizaba por relaciones públicas en la escuela, hacía todo de la manera más discreta posible, sólo las chicas con las que me había enredado lo sabían y ya.

— Pues...sí sabes que es una broma—evité mirarla.

— Pues claro que lo sé, tonto—Jules despeinó mi cabello. Era como una niña hiperquinética. De la nada se recostó en mis piernas, apoyó su cabeza contra ellas, me quedó mirando, y no supe por qué, aquello me ponía tan nervioso. Era esa vibra entre infantil y a la vez coqueta, lo que me llenaba de dudas, o le decía ¿Vale, quieres que nos acostemos una vez y te dejas de joder? o ¿Quieres un abrazo, un amigo, un hermano mayor?— Eres lindo, Eddie— soltó con una sonrisa divertida, yo me puse rojo.

— Ya, no digas eso— evité mirarla— ¿En serio no quieres volver a clases?— pregunté divertido. Ella volvió a acomodarse en el sofá, puso su cabello en orden.

— ¿Te molesta que te diga que eres lindo?— me preguntó.

—¿Qué no es que no te gustan los de la escuela?— pregunté obviado por lo que ella me dio a entender en una primera instancia.

—No he dicho que me gustes, recuerda que me has traído de malas, me tomaste del brazo, me echaste a tu furgón, y me trajiste a casa— Ella de la nada se sentó en mis piernas, y fue ahí cuando todo se fue realmente a la mierda.

— ¿Qué demonios haces, Jules?— pregunté, mientras ella tomó mis manos y las dejó contra el sofá.

— ¿Estás nervioso?— me preguntó.

— No es evidente— puse mis ojos en blanco— Me tienes inmóvil en mi propio sofá, además...no entiendo a qué quieres jugar, se supone que estás como tarada por Albert Hanson— Ella sonrió.

— Me ha gustado tu dinámica, eso de traerme hasta tu casa, ha sido...

— Basta Jules— evitaba que la cosa fuera más allá— Además, no porque me me digas que soy lindo, quiere decir que voy a caer ente ti ¿Qué ha pasado con esa Jules tímida?

— Vamos, tampoco es que vayamos a terminar cogiendo— ella puso sus ojos en blanco—Me he sentido en confianza, sólo es eso.

— Seguro en la escuela me tomarás así— la molesté— Allá debes comportarte como la abeja reina segregadora, la favorita de Hanson y quien se burla del freak Munson— Ella se quedó pensativa.

— ¿Quieres decir que te gustaría que te tome así en la escuela?— Ella susurró cerca mío. Hacía un poco más de calor quizá. Su perfume era dulce, ella entera lo era, podía asegurarlo.

— Pues no— solté, intentado sonar serio, pero ella se las ingeniaba para sacarme risas— Pero...eres inmadura, además eres de esas que sólo juguetea, pero de seguro no hace nada más.

— Te burlas porque soy virgen— ella me miró molesta, pero seguía encima mío.

— No me burlo del hecho en sí, sólo me da pena cómo es que ese pervertido no te da la confianza— Resoplé. Ahora fui yo quien tomó sus manos con fuerza.

— No hables si no sabes...— ella se cruzó de brazos.

— ¿Te ha puesto en su regazo? Así como te tengo ahora...— hablé bajito en su oído.

— No puedo creer que te estés negando a darme un beso— ella me miró, Jules Henderson me venía coqueteando hacía un buen par de minutos, me gustaba debatirle, me gustaban sus argumentos tontos, me gustaba que ella pensara que podía tenerme sólo porque es linda.

— No me he negado a darte un beso, eres guapa, de seguro tus labios son dulces también...— La apegué a mi cuerpo y acaricié su mejilla— ¿Si te doy un beso no hay necesidad de que lo sepan en la escuela verdad?

— Le has dicho a la mismísima Molly Edwards que follamos, ¿Crees que besarnos es un pecado?— ella preguntó con sus labios rozando los míos.

— No le dije que follamos, sólo que estamos juntos—Solté, manteniendo el contacto— Que tú te imagines esas cosas, ya es distinto— Ella mordió mi labio inferior y soltó un suspiro.

— Ya sólo dame un beso, Eddie— Jules lo dijo casi como si me lo implorara—Y no quiero más preguntas sobre Albert, ni sobre por qué le pedí un beso a un chico de la escuela— Yo sólo asentí y atrapé su lengua con la mía. Ella me besaba como si lo hubiera querido hacer desde hace un buen tiempo. Jules acariciaba mis manos, que estaban aferradas a sus muslos.

Fue por lejos uno de los besos más calientes de toda mi vida, y no era por las lenguas, no era por haber tocado un poco más de lo que debía tocar, ni por haber tocado sus pechos por encima de su linda blusa color rosa. Fue su olor, el olor dulce de Jules, su peinado inocentón, su risa burlesca, fue un par de cosas que me dijo al oído.

Ella ya debía marcharse, tomó su bolso, yo abrí la puerta del tráiler.

—¿Entonces cuándo seguimos con el trabajo?— preguntó, como si no hubiera pasado nada, como si esa reunión hubiera sido por ese motivo. Yo estaba aturdido, pensando en lo que había pasado.

No iba a enredarme con Jules, al menos eso siempre pensaba.

— Cuando quieras— solté, como un bobo. Estaba nervioso, el líder del Hellfire club no iba a meterse con una abeja reina.

— Vale, mañana te busco en la escuela y nos ponemos de acuerdo— Ella me sonrió— Un gusto Eddie, espero volver pronto.

— Vale, mañana te busco en la escuela y nos ponemos de acuerdo— Ella me sonrió— Un gusto Eddie, espero volver pronto

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bigger boys and stolen sweethearts (Eddie Munson) TERMINADA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora