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14 de febrero de 1997.
San Valentín.

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La festividad más hermosa, ¿no lo creen? Las parejas sonriendo, niños que sienten su primer amor, todo tan bonito.

Claro, solo para la gente que se puede considerar normal en un mundo tan caótico como este.

Astartea estaba en un carro acompañada de dos hombres que eran "sugerencia" de Makima por "seguridad". Claramente le gustaba mantener el contacto.

El lado bueno era: ya se podía considerar una cazadora de demonios de seguridad pública.

—Señorita Kaneko, ya llegamos. —avisó el conductor.

—¿Aquí es? —asintieron. —Iré primero yo, luego ustedes.

—Pero la señorita Makima...

—Ustedes deben seguir mis órdenes ahora, no las de Makima. —sentenció molesta.

—Sí, señora. —bajaron la mirada.

Se bajó del carro, dispuesta en ir hacia la vieja granja que se encontraba al frente suyo, no le costó abrir la puerta enorme ante sus narices, porque ya lo estaba.

La escena ante sus ojos la dejó confundida, ¿qué era eso?

—¿Un demonio motosierra? —preguntó en un susurro.

Su cabeza empezó a doler.

Antes de arriesgarse, hizo una seña hacia el carro donde la habían traído, para que los hombres salieran. Al estar ahí, toda la granja olía a carne humana en putrefacción, haciendo que la sensibilidad en su nariz se vea afectada, por lo que con un pañuelo decidió taparse la parte inferior de su rostro intranquilo y avanzar hasta el demonio.

De repente se sentía con más calor, incluso como si la apuntaran con varios flashes.

"Alguien se adelantó" fue su único pensamiento. Ya no era su voz.

Volvió a la realidad, ahora sus sentidos estaban más agudos que nunca.

"Pochita" ese pensamiento intrusivo y melancólico se asomó en su cabeza.

¿Por qué se sentía así? ¿Quién era Pochita?

—Señorita Kaneko, ¿se encuentra bien? —la mencionada asintió, volviendo a la realidad.

—Queda uno. —completó la frase su acompañante izquierdo.

Ella decidió dar el primer paso en acercarse, ya no se sentía dentro de sí, su corazón era lo único que escuchaba.

—Hueles raro. Tienes partes humanas, no debes ser por completo un demonio, ¿no es así? —preguntó mientras analizaba e inspeccionaba el ser que se encontraba ante ella.

—A... abrázame... —pidió él.

Lo miró extrañada, pero muy en el fondo de su corazón sabía que no le haría daño.

Por dos simples razones:

Tiene un as bajo la manga.
Y el demonio estaba lo suficientemente débil como para atacarla.

Hizo caso a su petición, abrazándolo abruptamente. Con fuerza.

Las motosierras de de cabeza y brazos comenzaban a derretirse alrededor de su cuerpo. Se convirtió en humano, ahora sí, demostrando su rostro lleno de confusión y tristeza.

—Es una persona. —giró levemente su cabeza hacia los guardias.

Uno de ellos se acercó hacia la muchacha de orbes amatista. —¿Hay probabilidades de que sea una posesión demoníaca?

Memories.  ||  Hayakawa AkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora