XVII

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Tiré la pequeña pelota de papel que hice con mis manos a la basura, analizando cada una de las fotografías, pedazos de periódicos y apuntes en los últimos días. Tratando de buscar una posible salida a una tormenta que se avecina.

El pizarrón de corchos ya no tenía espacio para añadir información.

Bajé mi cabeza para observar los cuatro fragmentos que me servirían de una forma u otra a armar el rompecabezas.

Pedazos del demonio pistola, un corazón, una argolla y una esfera de cristal.

Ninguno podía ser algo del otro.

Suspiré, empezando a beber del pequeño vaso de vodka que había dejado mi compañero.

—¿Todavía sigue aquí? —le pregunto mientras sigo dándole la espalda. —Debería retirarse.

—Temo que mi respuesta te molestará, pero estamos aquí por un mismo motivo —escucho como se quita su saco de trabajo, yo lo ignoro por completo. —. Aunque a alguien en particular le molestaría esto. —detengo mis movimientos para mirarlo de reojo.

—Denji —él asiente. —, pero él no se debe enterar de esto.

—¿Por qué no? Después de todo, tarde o temprano la verá irse. —se pone a mi lado izquierdo.

Su semblante cambia a uno más de sorpresa, yo trato de aguantar el cansancio que me consume desde que llegué aquí.

—¿Denji ya aprendió a leer? —trata de cambiar de tema.

Y yo aprecio eso, porque estar investigando durante horas sobre cometer un homicidio me cansa.

—Sabe leer palabras básicas, los números aún se le dificulta, pero va por un buen camino —sonrío con cierta emoción. —. Incluso le enseñé algo de inglés.

—¿Desde cuándo sabes inglés? —lo miré mal.

—Le recuerdo que sigo estudiando, por lo que sigo manteniendo mis notas "perfectas". —hago comillas con mis dedos.

—Cazadora privada y estudiante... —se dirige a uno de los sofás, mientras se lleva mi botella de alcohol. —¿cuánto les pagas?

—No debería importarle, señor Kishibe —finalmente giré sobre mi propio eje para verlo. Mi ceño estaba fruncido, mientras que el suyo estaba tranquilo. —. Sigo ahí y es lo que cuenta.

Sí, le pagaba a los profesores, incluso al propio director de la institución para tener un promedio alto, sin embargo, también buscaba varias formas de aprender. A pesar de todo, era alguien invisible.

—¿Toqué un nervio? —no respondo y me siento cerca de el, para tomar una pequeña copa de vino. —Bueno, al parecer sí.

De nuevo el silencio entre los dos, yo solo tenía una mirada perdida en un punto fijo, sumida en el vino que había deseado probar.

Decir que su sabor me disgustaba, era mentir.

—Solo tienes que aflojar unos tornillos, el resto lo tienes fácil. —señala su propia cabeza, como seña.

—No me quiero hacer alcohólica. —reproché por lo que me quería decir, el suelta una risa amarga.

—Era un consejo.

—No sabe darlos.

El canoso vuelve a reír, pero esta vez con ganas.

—Te pareces a mi primera compañera —suelta pensativo —, una mujer fuerte y hermosa, pero que resultó ser bastante agresiva. —, luego sonríe melancólico.

—¿Acaso me dijo agres-...?

—Shhh... —me deja la oración a medias, evitando que hable poniendo un dedo sobre sus labios. —, estoy hablando.

Memories.  ||  Hayakawa AkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora