XVI

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Estaba segura de que pasaron horas, donde ella discutía con el demonio que había sido parte de su vida sin darse cuenta, las preguntas se respondían, la confianza entre las dos empezaba a crearse como un mural de experiencias.

En su perspectiva, Astartea era la propia muerte.

—Antes de tu existencia, yo hice un trato con una pareja, tus bisabuelos —apoyó su mentón en una mano, mirándole fija. —. Aunque no parezca, ellos accedieron sin dudas, bastante convencidos de que no les servirías a ellos.

La joven hizo una mueca, ¿cómo debería sentirse ante eso?

No le dolía, pero tampoco se alegraba de ser parte de un contrato del cual no tenía control o beneficio.

—¿Cuál era su parte? —cuestionó con curiosodad.

—Querían crear a un demonio —chasqueó los dedos, buscando llamar la atención de alguien. —, querían crear un miedo indescriptible. Aunque no me costó entenderlos.

¿Eso era posible? Estaban locos.

—¿Por qué? —trató de formular bien sus preguntas.

—A veces el querer controlar algo te hace sentir mejor de lo que crees —tarareó en referencia hacia alguien —. Descubrieron que hay miedos poco reconocidos, querían tener una forma de ser los ojos de todo Japón, quizás arrasar el resto. —. Suspiró con desgano, poco le importaba la vida de antes.

—Suena bastante oscuro, sabiendo que ellos ayudaban a la sociedad... —su expresión estaba disgustada. Luego vio a la demonio. —Algo me dice que no quisieron cumplir su parte.

—Lo que tienes de linda, lo tienes de inteligente —negó con una sonrisa en su rostro, pero en realidad estaba decepcionada de los mencionados. —. Supones bien, se arrepintieron y soltaron su culpa hacia mí, como si yo los forcé a algo.

Kaneko se queda en su burbuja pensativa, viendo cómo las consecuencias de sus bisabuelos la trajeron aquí.

—El demonio que dices, ¿de qué es?

ladeó su cabeza. —Es el demonio de la desesperación.

—Bueno, ¿y quién...? —su curiosidad la dominaba.

—Ya estoy aquí, señora —interviene el mencionado. —. ¿Para qué me llaman?

—Necesito que me hagas un último favor, hijo mío. —la sorpresa de la pelinegra no se hizo esperar.

Luego se acerca lo mejor para susurrarle al más bajo. Un secreto para Astartea. Las manos de ambos demonios se entrelazaron, formaron un brillo que solo ellos podían saber qué era, pero había un silencio lleno de susurros.

Y por muy raro que suene, la curiosidad no la ayudó esta vez.

Quizás porque sabía que pronto la incógnita se respondía por sí sola.

—¿Es él? —lo señala. —¿Ciclamen es el demonio de la desesperación?

—Bingo —chasquea sus dedos, luego su cabeza gira hacia el demonio inferior —. La pelea contra el Hombre Motosierra me dejó al borde de mi propio miedo —, se levantó, dejando a la vista su figura oscura. —, por lo que, tú eres la parte de mi contrato que necesitaba.

—¿Me vas a tragar? —su rostro se tiñe en asco.

—No, te quiero proponer un contrato definitivo entre nuestras existencias.

Y como si fuera magia, habían regresado al mundo mortal, la figura de ambas féminas estaban contrarias a lo esperado. Kaneko en el suelo, la demonio de cuclillas y con una sonrisa expectante.

Memories.  ||  Hayakawa AkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora