XX

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Ambos se detienen en el mismo momento que ella se coloca en cuclillas para recoger del piso algo rojizo ligado al demonio destripado, quien estaba aún en sus últimos momentos de vida.

—Tifón, el dulce amigo inservible que sigue detrás del fuerte —sonríe maliciosa —. Me pregunto si seguirás soportando algunos toques.

Pero no obtuvo respuesta, el ser se había ido al infierno de nuevo.

—Esto es mío. —logró regresar su corazón.

Con sus largas uñas, tomó el órgano vital de su joven salvadora. Ella se había dado cuenta de la presencia de aquellos ojos curiosos que la analizaban cada una de sus acciones.

Aunque prefirió evitarse un problema más, poniendo a la joven Kaneko de regreso.

Como si esto ya fuera a pasar.

El rubio niega con la cabeza y empieza a correr hacia su mayor miedo, quién había quedado perplejo por la posibilidad de ver cambiada a la que había considerado "madre" una vez.

Estando a unos metros, ambos se miran a los ojos, con varias dudas a la vez que varias respuestas.

Astartea se queda de pie, con un rostro neutro y sin mostrar su ojo izquierdo. Sabiendo que la reacción de Denji y el resto de sus conocidos no sería la mejor.

—¿Qué hiciste? —pregunta abruptamente.

—¿A qué te refieres, Denji? —da unos pasos para acercarse.

—Te ves distinta —el ceño ajeno se frunce, alertando al muchacho. —, para bien... estás bien.

Transformando su gesto en una sonrisa que le sería imposible de olvidar.

—Oh, Reze, te transformaste. —saluda con su mano.

La menor de los tres empieza a correr con energía, como si la pelea de hace unos momentos no hubiese sido lo suficiente para acabarla. Quedando a menos de dos metros, esta se lanza para abrazarla.

—Perdón, de verdad, no quería que terminaras así, que estuvieras tan fría en el piso —el agarre de sus brazos rodeando su cuello empieza a intensificar. —. Perdóname, Astartea, no sabes lo mucho que me he enfurecido.

Las lágrimas en sus ojos empiezan a asomarse, amenazando con demostrar su vulnerabilidad ante la humana quién había sido su salvación desde que era una niña.

Una niña usada como arma.

—Reze... —también la abraza con dolor, respirando con fuerza.

Denji se había quedado estático, analizando la situación lleno de confusión.

—¿Ustedes ya se conocen? —ambas se separan para verlo.

—No, que va, me metí a la Unión Soviética para hablarle ahora. —responde sarcástica entre una sonrisa burlona.

Sin embargo, su rostro se palidece, sabe que hay una pieza restante en el rompecabezas. Siente un fuerte dolor en el centro de su cerebro.

"La luna de sangre se aproxima con la huida del miedo ajeno"

—Debo irme de aquí —una mueca aparece, dejando inconformes a ambos menores. —, me alegra ver a mis segundas personas favoritas

—Yo debería seguir en mi intento de matarte. —el tono amenazante que usa la de ojos verdes asusta a la mayor.

—También deberías irte, Denji, te tomó mucho tiempo detener a Reze —toma la mano de su amiga, mientras la ve a los ojos. Luego susurra cerca de su oreja —. Debemos reencontrarnos a las afueras de la ciudad —, se aleja lo suficiente para fingir que no dijo algo especial. —. No puedo decir lo mismo de ti.

Memories.  ||  Hayakawa AkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora