Capitulo 17

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Narra Eric

Salgo del almacén junto a Ferran después de nuestra charla y volvemos al vestuario con la intención de volver a casa, pero cuando veo las cosas de Gavi aún en su lugar me entra la duda.

No pretendo que empecemos nada el mismo día que termine con su pareja, por lo poco que hemos hablado sigue muy dolido por mi marcha a Manchester y tendré que currármelo, pero al menos saber que está bien.

Siento una mano en mi hombro y me giro encontrándome a mi mejor amigo.

Ferran: ¿Nos vamos?
Eric: Es que...
Ferran: Estás preocupado, ¿No?
Eric: A ti no te puedo mentir.
Ferran: No se atrevería a tocarle un pelo, se sabría rápidamente que es él.
Eric: Espero que tengas razón.

Suspiro intentando creérmelo y estoy terminando de guardar las cosas cuando me mareo y tengo que apoyarme en la parte para no caerme porque me fallan levemente las piernas. Cierro los ojos fuerte respirando hondo y al volver a abrirlos ya puedo volver a mantenerme en pie solo sin apoyarme en ningún lado.

¿Qué narices acaba de pasar?

Ferran: Er, ¿Estás bien?
Eric: Si Fer, tranquilo.
Ferran: ¿Entonces? ¿Qué te ha pasado?
Eric: No lo sé, ha sido muy extraño.

Nuestra conversación se ve interrumpida cuando Nico entra en el vestuario y se le ve nervioso.

Eric: Nico, ¿Te pasa algo?
Ferran: Se te ve intranquilo.
Nico: He dejado a Gavi en la grada hablando con Lucas.
Eric: ¿Entonces es cierto? ¿Lo dejan?
Nico: Espero, porque conociendo a Lucas solo espero que sepa aceptarlo.
Ferran: No tiene fama de ser alguien que se tome las cosas que no le gustan con calma, la verdad.

A mí me lo van a contar, los dos encontronazos que he tenido con él lo demuestran. Me giro sujetando el borde de mi sudadera dispuesto a quitármela, pero me freno cuando mi cabeza empieza a pensar.

Ali siempre me ha contado que en muchos libros que leía (mi hermana siempre ha sido un poquito ratón de biblioteca, pero se le adora igual) que cuando alguien ha encontrado a la persona que está al final de su hilo rojo (aquel que, según una leyenda japonesa, te une con tu alma gemela y que puede enredarse o tensarse, pero nunca romperse) puede sentir cuando esa persona le necesita o está en peligro. 

Un momento...

Eric: ¿Y si...?
Nico: ¿Y si qué Eric?
Ferran: Ni caso Nico, seguramente esté pensando en voz alta.

Sí, he pensado en voz alta, pero no me gusta a la conclusión que he llegado no me gusta un pelo.

No lo pienso y salgo corriendo del vestuario ignorando al valenciano y al gallego. Mi intuición me guía y simplemente corro hasta llegar a la grada, donde encuentro a Lucas de espaldas a mí mirando hacia la escalera que bajan hacia las diferentes filas de asientos.

Me acerco hacia allí y el corazón se me para de golpe al ver a Gavi tirado en el suelo al final de los escalones inconsciente y con una brecha en la cabeza.

Eric: ¿Pero qué narices has hecho?
Lucas: Mira niñato, tú a lo tuyo que nadie te ha dado vela en este entierro.

Paso completamente de él (porque el niñato en todo caso será él que es más pequeño que yo) y bajo corriendo las escaleras quedándome de rodillas junto al andaluz. 

No quiero moverle demasiado para no hacerle más daño del que se haya podido hacer. No sé cómo ha caído y puede que si lo muevo le provoque una lesión grave, pero sí le acaricio las mejillas sin poder evitarlo.

Cojo su mano para tomarle el pulso y vuelvo a recuperar el ritmo cardíaco normal al ver que sus latidos son normales.

Llega a pasarle algo y me rompe en pedazos, ahora que tengo la oportunidad de estar con él sin que la edad supongo un problema (está a punto de cumplir los 18, y 21 y 18 suena muchísimo mejor que 16 y 12) no voy a dejar que no me dejen ni intentarlo.

Llega a pasarle algo y me rompe en pedazos, ahora que tengo la oportunidad de estar con él sin que la edad supongo un problema (está a punto de cumplir los 18, y 21 y 18 suena muchísimo mejor que 16 y 12) no voy a dejar que no me dejen ni intentarlo

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