Capitulo 4

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Diciembre de 2021

Narra Eric

Estoy en el aeropuerto del Prat esperando a Ferran, el muy idiota me ha llamado a las 3 de la mañana para que venga a recogerle porque su vuelo desde Londres aterriza esta mañana y no tiene a nadie que lo recoja: Su familia está en Valencia y su pareja tiene un entrenamiento importante, así que el payaso de su mejor amigo (es decir, yo) ha tenido que recogerle porque es el único en la ciudad condal sin nada que hacer.

Además, también me viene bien hablar con alguien que me conozca y que no me juzgue, desde que he vuelto Gavi no me mira a la cara y lo poco que hablamos es del equipo y lo hace con desprecio. 

Soy consciente de que tal vez no me porte de la mejor manera con él, pero en esa carta le abrí mi corazón por completo, algo debió de valer.

Salgo de mis pensamientos cuando me dan un golpe en el hombro y al mirar en esa dirección me encuentro con mi nuevo compañero y excompañero de piso en Manchester, así que le doy un abrazo al que él corresponde.

Eric: Bienvenido a Barcelona hermano.
Ferran: Gracias tío.

Me separo de él y enseguida alza una ceja mirándome, ¿Y a este qué le pasa?

Eric: ¿Pasa algo?
Ferran: Dímelo tú, que tienes cara de mierda.
Eric: Exageras.
Ferran: Tú tienes algo que contarme, y me da que tiene que ver con quien tú y yo sabemos.
Eric: ¿Podemos hablarlo en otro sitio? Aquí cualquiera nos puede oír y no me apetece volver al foco de los cotilleos. Bastante tuve con lo de la hija de Guardiola.
Ferran: Vamos al coche.

Asiento y él coge sus cosas antes de que empecemos a caminar hasta el coche. Metemos sus cosas en el maletero y en poco tiempo ya estamos rumbo al piso donde se va a quedar de momento. Pongo la radio nada más salimos del aeropuerto, pero mi compañero la quita, así que aprieto inconscientemente el volante sabiendo que no voy a poder escaquearme de hablar del tema.

Ferran: Bueno, cuéntame.
Eric: ¿Recuerdas la historia que te conté de por qué terminé de decidirme por irme a Manchester?
Ferran: ¿Volviste a verlo?
Eric: Lo veo a diario, entrena con nosotros.

Paramos en un semáforo y lo miro encontrándomelo totalmente boquiabierto, aunque parpadea rápido reaccionando y saca su móvil.

Eric: ¿Qué haces?
Ferran: No me vas a decir el nombre, así que lo voy a buscar yo mismo.
Eric: ¿Y cómo lo harás crack?
Ferran: Haciendo números con lo que me contaste, nació en 2004. No puede haber tantos de ese año en el equipo.

Y no se equivoca, el único es Pablo.

Ferran: Y también compañero nuestro de selección, esto se pone interesante.
Eric: Ay mi madre.
Ferran: Pablo Martín Páez Gavira, alias Gavi. Nacido el 5 de agosto de 2004 en Sevilla.
Eric: Es de Los Palacios, no de Sevilla capital.
Ferran: Yo leo lo que pone en la app, no hace falta que me mates.
Eric: Yo te lo aclaro.

Guarda su móvil y el semáforo se pone en verde, así que vuelvo a reanudar la marcha mirando la carretera.

Ferran: ¿Vas a seguir contándome?
Eric: ¿Puedo no hacerlo?
Ferran: Claramente no, así que habla ya.
Eric: Si me dejas hablar a lo mejor.
Ferran: Te has quedado en que lo ves a diario.
Eric: Pues eso, el primer día pude hablar un poquito con él pero fue horrible.
Ferran: ¿Qué paso?
Eric: Me dijo que no quería perder el tiempo conmigo.

Suspiro pesadamente y aparco delante del piso del valenciano para después quitarme las lágrimas que caen de mis ojos. ¿Me hicieron daño sus palabras? Sí, pero más daño me hizo verlo besarse con otro y más con el encontronazo que tuve con ese chico hace semanas. Porque tengo la sensación de que no es trigo limpio.

Ferran: ¿Estás bien?
Eric: Eso creo.
Ferran: ¿Tanto daño le pudiste hacer?
Eric: Eso parece, pero no sé cómo. En esa carta abrí mi corazón y fui más sincero que nunca.
Ferran: A lo mejor hubiera preferido que se lo dijeras en persona
Eric: ¿Cómo le decía en la cara a un chaval de 12 años que me gustaba cuando le saco 4 años? La carta fue lo único que se me ocurrió.
Ferran: Intenta hablar con él aunque sea una encerrona, por lo menos aclararos.
Eric: Tiene a su novio pegado como una lapa, es imposible pillarlo solo.

Siento la mano de mi amigo en mi hombro y no puedo evitar bajar la mirada a mi muñeca. En ella, desde hace casi 5 años, descansa una pulsera que me regaló Pablo por mis 16 y que solo me quito para vestirme de corto porque no tengo otra opción. En mi carta le envié una muy parecida, seguramente le tiró nada más verla.

 En mi carta le envié una muy parecida, seguramente le tiró nada más verla

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