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Te quiero...

Está perdiendo en todo sentido.
No puede oír, no puede sentir, y al parecer no puede respirar.
Está en las últimas, y eso le alegra.
Está muriendo, y eso lo pone feliz.

Está sucumbiendo ante la oscuridad, pues la luz no existe en aquel lugar. Se siente tranquilo y aún si no puede hacer nada, él está bien.
O eso quiere creer, pero es todo lo contrario, tiene miedo.

"Si me quedo aquí, ¿ya no podré verlos? ¿Ya no podré verlo?" piensa, se siente arrepentido, quiere volver a disculparse, que está vez ellos sí escuchen sus lamentos. Quiere que ellos lo vean y lo perdonen, pero sabe que eso no sucederá.
Cada vez se hunde más en ese agujero sin fondo, mientras más se adentra más frío se hace. Está perdiendo la conciencia, sabe que sus ojos están cerrados pero en aquel lugar él los mantiene abiertos, aunque no por mucho.

Se está cansando, se está yendo, y sabe que es momento de decir adiós, pero no quiere hacerlo.

"No quiero despedirme, quiero verlo por última vez" su mente y su cuerpo actúan de forma diferente, cada uno quiere hacer algo y es lo contrario a lo que quiere hacer el otro.

Su cuerpo le pide un descanso, que duerma y se relaje, le dice y lo quiere obligar a cerrar sus ojos para quedarse en aquel frío agujero negro, adentrarse más y dormir por siempre.

Mientras que su mente sabe lo que pasará si cierra los ojos, quiere mantenerse despierto y salir de ese lugar, le dice y lo obliga a abrir los ojos, a no hundirse en ese momento, a no caer más de lo que ya ha caído.

No sabe a quién hacerle caso, por un lado realmente quiere descansar y por el otro necesita despertar y ver que todo estará bien cuando él se vaya.

No tiene mucho tiempo antes de que su mente caiga en las palabras de su cuerpo. Necesita pensar rápido, pero eso lo hace imposible.

Está cayendo cada vez más rápido, cree que su cuerpo se va congelando a medida que cae y su mente tiene más ganas de dormir, a éste paso él morirá.

Siempre lo quiso, pero creía que podría despedirse al menos, verlos a los ojos y pedir perdón mil veces más, decirles que los quiere y que nunca los olvidará.

Esos pandilleros habían ganado un lugar enorme en su corazón, y aún si ellos lo insultaron o le gritaron, a él no le importa más, simplemente no quiere dejar un mal sentimiento en ellos.

Está tocando fondo, y justo cuando estaba apunto de cerrar sus ojos y dejarse llevar por la oscuridad, escucha una voz.

"—¡Mikey! ¡Dicen que Mikey está fuera de peligro! ¡Socio, responde!—"

Con los ojos entrecerrados, por primera vez en ese lugar, siente sus mejillas humedecerse, una risilla débil sale en un suspiro de sus labios.

"El invensible Mikey está bien..."

Comenzó a llorar, por segunda vez en ese día.
Seguía sin poder moverse, pero podía sentir y escuchar, y en ese momento escuchar la voz de su compañero lo hizo sentirse relajado.

Está feliz, está en paz.

"¿Puedo irme, socio?" pregunta en ese desolado lugar, la sonrisa no desaparecía de su rostro y las lágrimas cada vez salían menos.

"—¡Si te atreves a irte, te pateare el trasero aún si estás en el infierno, Hanagaki!—"

Soltó una risa, cerró los ojos por completo y cesó el llanto.

"No quiero volver a recibir una paliza, compañero, ¡que cruel!"

Nunca pensó en cómo se sentiría su mejor amigo si él moría.
Si él moría, sabía que su mejor amigo estaría destrozado, no quiere hacerlo llorar, no más.

"—¡Necesitamos el desfibrilador! ¡Comenzaré con el RCP!—"

Está bien, podrá soportarlo, soportará un poco más por su mejor amigo.

Se irá cuando sienta que ya no lo necesita, se irá cuando sienta que ya no deba estar ahí, se irá en ese momento.

Abrió los ojos nuevamente, seguía en el mismo lugar, pero ya no hacía frío, ya no estaba congelado.
Él está bien, mientras siga pensando eso podrá vivir un poco más de tiempo.

Además, anhela verlo.

Además, anhela verlo

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Mírame solo a mí  | Mitake [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora