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Gracias...

Después de aquel abrazo y caer ante los brazos de morfeo, Chifuyu se separó de él. Lo observó por unos cuantos minutos antes de ceder ante el pensamiento que ha estado rondando por su mente.

"Debo avisarle a los demás sobre Take"

Era de esperar que la preciada pandilla Tokyo Manji Gang no estuviera en aquella habitación donde descansaba cómodamente el Hanagaki, pues todos estaban haciéndole compañía a su líder, Manjiro Sano, mejor conocido como Mikey.

Se le hizo difícil separarse de su compañero, sinceramente creía inútil avisarles, pero al menos Mitsuya merecía saber y quizás Mikey también, pues los dos mostraban su preocupación hacía el teñido.

Se despidió del ojiazul dándole un cálido beso en la frente y diciéndole en un susurro suave "Regresaré lo más rápido posible".
Salió de la habitación y se dirigió a la de su comandante, quedaba un poco retirada, pero no importa.

Estando en frente de la puerta pudo escuchar risas y bromas dentro, algunos gritos y quizás peleas entre los integrantes de la pandilla y tal vez familiares del líder de la Toman.

Hizo un puño con su mano y la llevó a la puerta, tocó un par de veces y esperó pacientemente a que alguien se dignara a abrirle.
Mientras hacía eso, el sonido dentro de aquel cuarto de hospital cesó, todos estaban espectantes y nadie quería abrir.

Matsuno harto de esperar volvió a golpear levemente la puerta, sabía que lo escucharon a la primera y también sabía perfectamente que ellos estaban al tanto de que era él el que estaba fuera.
Rendido decidió regresar a la habitación de su compañero, sabía que era una pérdida de tiempo, pero antes de siquiera dar un paso la puerta fue abierta sin más, observó a Mitsuya en la entrada sonriendole.

—¿Noticias de Takemicchi?

Preguntó, el bicolor lo miró por unos cuantos segundos antes de asentir, todavía al verlo se sentía inservible.

—Sí, ¿Puedo pasar?

Los iris celestes observaron atentamente como el mayor asentía calmadamente ante su petición, vio como se movía de su lugar dándole espacio para pasar, él sin dudarlo entró a la habitación, ahí se encontró con los capitanes y sub-capitanes de la popular pandilla Toman y a los familiares del líder mismo.

Se inclinó un poco en forma de saludo y su mirada reposó en el que yacía acostado en la camilla de hospital, se notaban las vendas y gasas en el delgado cuerpo de su comandante.
Se quedó quieto en su lugar, mientras el silencio reinaba, al parecer Matsuno incomodaba con su presencia a todos en esa habitación.

—¿Pasó algo?

Se dignó a hablar Draken, o Ken, como verdaderamente se llama. El bicolor asintió y separó sus labios para comenzar a hablar.

—Hace aproximadamente una hora, Takemichi despertó y los doctores dijeron que no había anomalías en su cuerpo, lo darán de alta en unos días, mientras tanto lo estarán monitoreando.

Dijo, el silencio volvió a ser el protagonista en ese momento. Todos lo veían espectantes, estaban asimilando lo que había dicho el de ojos celestes.

—¿Está despierto en este momento? — El rubio cenizo estaba absorto en sus pensamientos, se notaba sorprendido y parecía no poder articular palabra alguna, pero aún así lo hizo aunque su voz se quebrantara con cada palabra que dijera.

—No, se quedó dormido rato después de que le hicieran las revisiones, según el doctor, algo normal.

Todo quedó en silencio nuevamente, las respiraciones de los presentes y la máquina que marcaba los latidos del corazón de Manjiro era lo único que se escuchaba.

El silencio era tenso, todo era incómodo y sofocante, el bicolor no soportó más estar ahí así que realizó una reverencia, se despidió y salió casi corriendo de la habitación.

—Gracias...

Eso fue lo último que alcanzó a escuchar antes de salir por completo de ese lugar.

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Mírame solo a mí  | Mitake [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora