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¿Sólo...?

Se había quedado dormido después de haber llorado la mayoría de la noche, se sentía cansado, sus párpados pesaban y estaba seguro que sus ojos estarían hinchados por tanto llanto.
Se removió un poco en su cama sintiendo como está se seguía moviendo aún después de haberse quedado completamente quieto, abrió los ojos demasiado asustado y cuando giró su rostro hacia su lado derecho se quedó rígido en su lugar al encontrarse con unos ojos azules profundos y sin brillo alguno mirándolo fijamente.

—¿Descansaste bien, Hanagaki?— Preguntó el intruso que tiempo después reconoció como Kisaki Tetta.
Asintió perplejo sin saber realmente qué hacer o decir, —Eso es bueno, iré a mi habitación. Procura desayunar, ayer no cenaste.

Aún si su rostro no mostraba expresión alguna, sus ojos hablaban por si solos dejando a la vista un pequeño brillo que identificó como preocupación. Asintió y se sentó en la cama justo cuando él se puso de pie.

También intenta limpiar tu habitación, si se te hace difícil, llama a alguna de las sirvientas para que te ayude.

Volvió a responder afirmativamente con la cabeza mientras lo observaba caminar hacia la puerta del cuarto.

—Y una cosa más, no llores— Fue tan frío y directo que por un momento tuvo cierto miedo, pero ese miedo fue desapareciendo cuando vio al joven mirarlo con un toque de angustia en sus iris.

Sonrió y asintió reiteradas veces.

—Entendido, intentaré no hacerlo o hacer muy poco ruido cuando lo haga— Respondió mientras le mostraba su mano derecha hecha un puño con el dedo pulgar arriba.

Solo se pudo ver al de lentes suspirar con un poco de cansancio antes de dejar ver una imperceptible sonrisa en su rostro. Hanagaki se vio sorprendido, pero su mente había estado jugando con él desde hace cierto tiempo así que creyó que fue un efecto de su vasta imaginación.

Cuando el moreno salió por completo de su habitación, se dejó caer nuevamente en su cama y se dio la libertad de dormir más de lo que se suponía. A fin de cuentas no tenía nada que hacer, sin estudios y trabajo, lo único que queda es dormir.

Siempre ha sido así, no hay por qué cambiar, se merece un descanso. Aún se sentía cansado y no tenía ánimos para ponerse de pie y separarse de su cama.

La limpieza puede esperar, solo un poco...

Cerró los ojos y se dispuso a dormir.

—Hanagaki, despierta, debes comer— Demandó sacudiendo levemente el cuerpo dormido del rubio teñido.

El moreno lo había estado esperando para el desayuno, cuando no llegó supuso que se había entretenido limpiando, así que decidió desayunar sólo y esperar a Takemichi para comer juntos por la tarde, algo que no pasó.

Se sentía tonto por tener que esperar a alguien, pero el rubio teñido tenía algo que lo hacía querer cuidarlo. No lo sabe, y la mejor solución para él era no pensar en eso.
Sí, una muy buena solución.

—Uhm... — Fue la única respuesta que recibió, un simple quejido salió de manera sutil de los rojizos labios del rubio.
Kisaki suspiro exasperado, decidió rendirse y retirarse de aquel lugar evitando pisar la mayoría de cosas que seguían en el piso de la habitación.

—Ni siquiera te molestaste en limpiar... — Dijo cansado antes de salir por completo del lugar, arrepintiendose de inmediato.

—¡Cariño! ¿Qué haces aquí, bebé?— La voz chillona de su madre se hizo presente haciendo rebote en su cabeza.

Mírame solo a mí  | Mitake [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora