Capítulo 2

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Camino detrás de Diego sin decir nada, solo presto atención mientras me muestra la casa y me dice las reglas. La casa consiste de dos pisos. Arriba los cuartos, una sala enorme en un balcón, un baño para cada habitación, un cuarto de gimnasio que tiene una puerta secreta que da a un cuarto lleno de armas y sala de investigación —que, por cierto, me pareció sorprendente y gritaba emocionada por dentro—, me sentí en CSI.

Abajo hay una amplia sala, una chimenea, una gran pantalla y una mesa de centro. Las paredes son cafés y el suelo es de una cerámica parecida a la madera, hace buen conjunto con la paleta de colores. También hay grandes ventanales con vista al jardín y dan una buena iluminación, pero por fuera, no se ve nada por dentro, ya que son apruebas de balas.

Luego está la amplia cocina del mismo color, llenas de ventanas y puertas corredizas con vista al patio. Todo lo que sea ventana es prueba de balas.

Diego dice que la casa está armada, tiene pasillos secretos y más, pero no me dice dónde ni como se activas dichas armas.

Como decía, hay una gran isleta con un hermoso mármol gris y los electrodomésticos son negros.

El patio tiene un hermoso césped podado, pero le hace falta más vida. Creo saber que haré mientras me tengan secuestrada.

Para ir al patio, hay que bajar las escaleras hasta tocar el césped, luego caminar diez pasos y llegas a la piscina que tiene sillas playeras en todo el alrededor, ya el resto del patio es césped, árboles, arbustos y árboles.

Luego caminamos al frente de la casa, el camino de la puerta a la entrada es de piedras blancas y a los lados más césped. Por último, el garaje, donde hay varios autos como un KIA negro de policía, otro carro de policía más pequeña —lo normal—, luego un Toyota grande con cajón y un carrito de golf. No sé porque lo tendrá, pero algo me dice que lo usaré para no aburrirme y pasear por todo el patio.

—Si intentas escapar, las cámaras de seguridad me avisaran y a los demás guardias e iremos detrás de ti. Así que no hagas el intento.

Suspiro poniendo los ojos blancos y salgo del garaje.

—Ya me lo has dicho miles de veces...

—Pues me alegro que ya te lo sepas de memoria. —Presiona el botón del control para que se cierre la cortina metálica del garaje.

En lo que camino, Diego logra alcanzarme y camina a mi lado. Ojalá nadie nos vea y piensen que somos pareja. Bueno, por otro lado, sería un honor que crean que soy la pareja de alguien tan guapo y misterioso como él.

Ahora que estoy a su lado caminando de regreso a la casa, estoy hipnotizada mirando su perfil. Sus ojos clavados al frente, su ropa ajustada mostraba los músculos de su cuerpo y los glúteos que tiene.

Quisiera abrazarlo del cuello, juntar nuestras frentes, que sonriamos con los ojos cerrados al mismo tiempo mientras él me tenga pegada a su cuerpo, acariciar su barba y besarlo con la canción del titanic de fondo y...

—¡AH! —grito cayéndome al suelo.

Diego se detiene y me mira con una ceja alzada.

«Okey, eso fue vergonzoso.»

Posdata: nunca fantasear de un chico mientras estés caminando.

Me pongo de pie de inmediato, me sacudo el polvo del vestido ojeando la roca con la que me tropecé y sigo caminando como si nada.

—Estoy bien.

—No te pregunté.

Lo miro molesta.

Estefany Hoffman © [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora