Capítulo 24

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Camino junto a Diego detrás de los feudos por el bosque seco y oscuro. Anteriormente, le comentaba a Eberhard que me dan miedo los murciélagos, y cuando íbamos a caminar por el bosque, me cubrió la cabeza con su capa, para que ningún murciélago me hiciera daño por si pasara volando y chonca con mi cabeza o que se me enredara en el cabello. Me pareció un detalle muy lindo, y eso que no le pedí nada.

Ya Diego y yo nos iremos de regreso al mundo de los mortales, según los feudos, el camino más rápido para volver, está después del bosque. Grandioso, como si me cuadraran los bosques de noche, me dan pavor. Para rematar, hay un cementerio aquí.

—¿No que los vampiros no mueren?

—Es el cementerio de los reos con sentencia de muerte —aclara Niklaus.

—¡Ah! Que casual. Los vampiros no reviven ¿verdad?

—No se preocupe, majestad. Ninguno va salir de su tumba para atacarla.

Rio para no llorar.

—Ah no pues... es un consuelo.

Después de cruzar el bosque, hay vampiros haciendo fila en la casetilla de un oficial de policía. Los inmortales voltean a vernos, Diego me pone detrás de él, como si olvidara que al que se van a comer es a él y no a mí. Claro, lo matan a él y yo quedo viuda de la persona que no es mi esposo, ni mi novio, bueno, es mi novio, pero él no lo sabe.

Rio internamente para no llorar, eso me dolió. Amo decirle las verdades a mí misma en la cara.

—Tranquilos, no les harán nada al señor Diego —aclara Nevillet.

—Mientras estén con nosotros, ellos no son capaces ni de respirar.

Diego me toma de la mano y comienza a caminar rápido, yo trato de seguirle el paso.

—Pero que lenta eres.

Grito cuando me carga sobre su hombro.

—¡Agh! ¡¿Qué culpa tengo que tengas patas largas?!

—¿Y yo porque debo de morir por culpa de una enana?

Doy un grito ofendida y le un golpe en su espalda.

—Para que lo sepas, hace un año medía 1.54. Ahora mido 1.56.

—Wow, que montón creciste.

—¡Alto!

Diego se detiene a la orden de Musa, me baja poniéndome de nuevo en el suelo y volteo a ver que se acerca al policía de la casetilla.

—Feudo Musa. —Hace un saludo militar.

—La futura reina y su amigo saldrán del mundo vampiro.

El policía voltea a verme.

—¿Ella será nuestra futura reina? ¿La que tanto nos hablaba el difunto rey?

—Sí... soy yo... —Frunzo el ceño— ¿Algún problema?

Diego me da un codazo.

—Pero es usted una mujer.

Aquí vamos con el machismo...

—O más bien dicho, una niña, es muy joven para ser una reina.

—Lo iba a enviar a prisión por machista, pero me ha anhelado con decir que me veo joven.

—Ay por favor, solo tienes apenas dieciocho años Estefany, no exageres. Es obvio que sigues siendo muy joven.

—¡Pues para mi estar a dos años de cumplir los veinte me hace sentir vieja, Diego!

—Y eres muy infantil para ser mayor de edad.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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Estefany Hoffman © [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora