Introducción (Parte 4)

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NARRA JASON WALKER

Se la llevaron.

Se llevaron a Estefany.

A mi Estefany.

Mi chica.

Mi sumisa.

Mi amante.

¿Qué se supone que haga sin ella? Necesito tenerla en mis manos; olerla, tocarla, sentirla, besarla, follarla... la necesito ahora o me volveré loco. Extraño su voz, sus labios, sus ojos, su mirada. Todo.

Para mi suerte, Nía se fue y no me dijo a dónde ni cuándo volverá. Eso me enoja y me pongo celoso.

Siempre me pasa lo mismo.

Si estoy con Estefany, siempre quiero hacer de todo con ella, desde lo más cursi a lo más atrevido. Pero cuando no está, me llegan a la cabeza una lluvia de fantasías sexuales que podría intentar con ella, pero no puede hacerlo, ya que un imbécil me la arrebató.

Tan solo imaginar que está con otro y no conmigo me pone la sangre caliente.

***

Es de noche y me encuentro en balcón sentado en un sillón con mi laptop en mis piernas escribiendo un nuevo. Ya que no tengo a Estefany cerca, tengo que sacar todas estas fantasías pecadoras de mi cabeza de una u otra forma. Me enoja saber que no puedo ir a buscar a mi sumisa, podría alzar sospechas de que salgo con mi alumna y es lo que menos quiero.

Un viento sopla con fuerza poniéndome la piel de gallina. Suspiro recostándome en mi sofá, meto mi mano dentro de mis pantalones y comienzo a masturbarme hasta entrar en calor. Cuando termino, limpio mi mano con un trozo de papel higiénico.

Saco el teléfono celular, busco entre los contactos a Cole y le marco. Desgraciadamente me manda a la contestadora. He perdido la cuenta de cuantos buzones de voz le he dejado.

Me voy a mi habitación a servirme una copa de vodka, pero es tanta la frustración que termino lanzando la copa con fuerza contra la pared y me dejo caer al suelo para ponerme a llorar.

La necesito.

Me urge tenerla conmigo.

Te extraño, Estefany.

Pero si quiero recuperarte, tendré que buscarte yo mismo pase lo pase, no importan las consecuencias o si nuestro juego de amantes sale a luz, pero te voy a recuperar. Voy a tenerte en mis brazos de nuevo.

Me levanto del suelo y empaco todo lo necesario, entre esas cosas, unos nunchakus. No diré la historia de donde los tengo ni por qué aprendí usarlos, ya que no es importante decirlo ahora, pero puedo decir que el tío de Lloyd fue quien me enseñó.

Me pongo unos vaqueros, unos burros color mostaza, una camisa blanca y una camisa manga larga de cuadros azules. Antes de salir de la casa me pongo un gorro de lana azul ocultando mi cabello y agarro las llaves de un viejo Toyota que solía ser de mi padre, pero ahora solo lo uso para viajes en el bosque.

Truenan los relámpagos en el cielo y los admiro por un momento. ¿Soy el único que disfruta verlos?

Corro al auto bajo el fuerte aguacero y subo cerrando la puerta.

—Voy a encontrar, Estefany. Voy por ti.

Enciendo el auto y conduzco a la salida. 

 

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Estefany Hoffman © [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora