Estefany Hoffman © [Parte II]

Capítulo 23

Los feudos me han traído al laboratorio real, hay muchos frascos de distintos tamaños y formas, con líquidos de distintos colores, los estantes están llenos de libros, hay dos pizarrones llenos de fórmulas químicas y matemáticas, hay ollas pequeñas de hierro como las que usan las brujas y un mueble lleno de frasco con distintos ingredientes, una carreta de manera llena de leña y un horno de ladrillo. Los feudos están de pie en línea, mirándome con una sonrisa mientras conozco el laboratorio como niña chiquita que se emociona a jugar con la cocinita.

—¿Le agrada el laboratorio real, su majestad? —pregunta Nevillet mientras se quita su capa y la cuelga en el perchero.

—¿Qué si no? ¡Es la combinación de un laboratorio científico con el cuarto de una bruja! —Agarro un libro al azar y leo que la portada dice «Anatomía Vampira».

—¿Ha practicado embrujaría alguna vez? —consulta Hereward, quien se pone a mi lado y me quita el libro colocándolo en su lugar.

—No, antes me daba miedo por lo que me inculcaban de niña —Tomo un frasco con hojas de romero—, pero desde que cumplí la mayoría de edad he querido ser yo misma, cumplir metas o aprender lo que siempre he querido y lo que no.

—¿Cómo la embrujaría, por ejemplo, su majestad? —Me quita el frasco de romero y lo pone en su lugar.

Río un poco y coloco mi mano en su mejilla.

—¿Qué comes que adivinas, Hereward? —Rio de nuevo y me acerco a ver los frascos con líquidos extraños— ¿Y qué se hace aquí?

—Mejoramos la vida del pueblo y la de nosotros —explica Niklaus—. Como por ejemplo la poción que le dimos de beber cuando despertó.

Arrugo el rostro con tan solo recordar su horrible sabor.

—¿Y para qué era eso? Casi vomito por su desagradable sabor.

—Sirve para que los vampiros no sientan la sed de consumir la sangre de los humanos ni las ansias de morder los cuellos por placer, el efecto dura doce horas y se bebe dos veces al día —Aclara Musa.

—Lastimosamente, el mundo vampiro llegan más humanos que fueron convertidos en contra su voluntad porque muchos no se toman la formula —confiesa Lawrence.

—¡Pues por supuesto! ¿Quién quisiera tomarse dos veces al día esa cosa? Es como que me obliguen a comer carne dos veces al día, catorce veces a la semana, sesenta veces al mes y setecientas treinta veces al año. ¡Hasta yo me negaría!

—¿Y qué nos aconseja, majestad?

—¿No es lógico, Eberhard? ¡Darle un sabor distinto a la formula sin dañar su función!

Eberhard anota de inmediato la orden en su libreta.

Sigo caminando y miro el estante que dice "Creaciones" y solo veo la formula como la única creación.

—Tantos siglos de existencia y solo una cosa han creado para mejorar la vida de los vampiros —Niego con la cabeza—. Hay mucho trabajo por hacer aquí y muchas mejoras —Continuo caminando—, y eso que apenas es el laboratorio, no me quiero ni imaginar las leyes y todo lo demás.

Me detengo a ver las antorchas de las paredes y los candelabros del techo con velas.

—Empezando por poner electricidad y tecnología moderna sin dañar y proteger la arquitectura que dejaron mis ancestros.

Me asomo por la ventana y veo que aún se usan las carretas, las calles son de tierra, usan carruajes y hay policías en caballo.

—¿Existe la educación aquí por lo menos? ¿Hay niños vampiros aquí?